Algunas fotos de la página BigPicture y un certero análisis de Ramón Lobo nos invitan a reflexionar tras la muerte de Fidel Castro y las posibles consecuencias que su muerte puede suponer para el pueblo cubano.
La hora de Cuba, pero ¿qué Cuba?
Ramón Lobo - 01/12/2016
Me dejan mal cuerpo las celebraciones de la muerte ajena. Entiendo que cada uno tiene una biografía que maneja como puede, que hay personas que se sienten agraviadas por años de dictadura y no pueden ocultar sus sentimientos. Esto, por lo general, se manifiesta en el ámbito privado. Lo que no entiendo es la celebración colectiva, la exhibición de la alegría. Lo ocurrido en algunos barrios de Miami tras la muerte de Fidel Castro dice poco de la calidad humana de los que festejaron y menos aún de sus propuestas políticas de futuro para Cuba. Su único programa es la revancha personal.
En América Latina hay poco que festejar, entre dictadores, guerras civiles, golpes de Estado, desaparecidos. En América Latina, y más al norte, en EEUU, hay poco de lo que presumir. Con la excusa de la Guerra Fría se laminó cualquier protesta.
Contrasta con ese bullicio, el silencio de los cubanos de la isla tras presentar sus respetos al líder muerto. Es difícil entrar en cada uno de ellos, conocer sus motivos. Los habrá por convicción, los habrá por miedo a significarse. Antes de seguir habría que dejar claro que hay muchos más fidelistas que amantes de lo que queda de la revolución. Una prueba es este texto de la web El Estornudo: A pesar de la realidad, lloré a Fidel.
Me dejan mal cuerpo las celebraciones de la muerte ajena. Entiendo que cada uno tiene una biografía que maneja como puede, que hay personas que se sienten agraviadas por años de dictadura y no pueden ocultar sus sentimientos. Esto, por lo general, se manifiesta en el ámbito privado. Lo que no entiendo es la celebración colectiva, la exhibición de la alegría. Lo ocurrido en algunos barrios de Miami tras la muerte de Fidel Castro dice poco de la calidad humana de los que festejaron y menos aún de sus propuestas políticas de futuro para Cuba. Su único programa es la revancha personal.

Contrasta con ese bullicio, el silencio de los cubanos de la isla tras presentar sus respetos al líder muerto. Es difícil entrar en cada uno de ellos, conocer sus motivos. Los habrá por convicción, los habrá por miedo a significarse. Antes de seguir habría que dejar claro que hay muchos más fidelistas que amantes de lo que queda de la revolución. Una prueba es este texto de la web El Estornudo: A pesar de la realidad, lloré a Fidel.

No creo que Vladimir Putin lleve la provocación hasta el patio trasero de EEUU. Lo que busca con el nuevo presidente es que le dejen tranquilo en el suyo, sobre todo Ucrania y Siria. La única opción sería el Gobierno (¿comunista?) de Pekín, convertido en el enemigo (comercial) número uno.

Raúl Castro tiene 85 años. Siempre ha sido el director de la orquesta de cada día. Fidel era el que trabajaba en la épica, en los sueños. Nada va a cambiar a corto plazo.
El éxito de Fidel Castro ha sido estar investido de épica revolucionaria hasta el día de su muerte cuando la épica y la Revolución desaparecieron a finales de los años sesenta, cuando pasó a ser una dictadura. Esa épica queda en decenas de canciones y en la memoria colectiva de la izquierda española que en muchos casos se niega a ver la realidad: Cuba no funciona, siempre ha estado subvencionada. El embargo de EEUU ha sido criminal y a la vez una excusa para todo, hasta para los más nimio, algo con lo que tapar sus propios errores.
Están los éxitos de la medicina y la educación, con altas tasas de alfabetización, pero hace tiempo que no hay medicinas ni luz ni motivación para cambiar nada, ni profesores, que algunas clases se dan por televisión. Pese a estas carestías, Cuba envía médicos y maestros a Venezuela y otras partes del mundo. Esos gestos de solidaridad pertenecen a la propaganda.

Están los éxitos de la medicina y la educación, con altas tasas de alfabetización, pero hace tiempo que no hay medicinas ni luz ni motivación para cambiar nada, ni profesores, que algunas clases se dan por televisión. Pese a estas carestías, Cuba envía médicos y maestros a Venezuela y otras partes del mundo. Esos gestos de solidaridad pertenecen a la propaganda.
Pese a todas las escaseces, Cuba es el país en mejor situación socio-económica de la región, el 67 en el índice de calidad de vida de la ONU. Es un país de claroscuros, de grises. La alegría de Miami y las frases de Trump, más propias de la Guerra Fría, no suponen una solución. La única vía para abrir la dictadura es la de Obama: normalizar, abrir, levantar el embargo, que los propios cubanos puedan cambiar su destino.
Y nos queda la música.
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