China tiene en la actualidad la red de espionaje más grande del mundo. Es una potencia ávida de conocimiento en infraestructuras, tecnología e innovación y está dispuesta a conseguirlo de cualquier manera, ante la connivencia de algunos dirigentes occidentales, entregados al poder económico de su mercado.
China no tiene ningún reparo en buscar en cualquier continente el conocimiento que necesita. Para conseguirlo dispone de medios materiales y humanos casi ilimitados. Las siempre oscuras cifras de sus estadísticas presuponen, que miles de chinos hayan sido reclutados voluntariamente o a la fuerza, para recabar toda esa información precisa. Lo que sí está matemáticamente demostrado por las potencias de Occidente, es que China posee en la actualidad la red de espionaje más grande del mundo.
“El gobierno chino se ha dado cuenta de qué tecnologías, destrezas e información necesita para convertirse en una potencia competitiva”, asegura el ex director adjunto del FBI en “El dragón de las mil cabezas”.
Los primeros objetivos de China a finales de los 90’ fueron los trenes de alta velocidad. Después, el dragón extendió su cabeza hasta la industria aeroespacial y hoy se ha infiltrado en las más innovadoras tecnologías. Occidente le ha suministrado la mayor parte de ese conocimiento, gracias a la connivencia de algunos dirigentes, cegados por la dimensión económica de este mercado. “Nos lo dijeron claramente. Lo que queremos es la tecnología y seguiréis vendiendo aviones en China, en la medida en que la transfiráis”, relata el exdirector de Airbus.
Pero por si no fuera suficiente, China introdujo además el espionaje industrial de las formas más variadas. Software espía, escuchas al más alto nivel, robo, sexo, dinero, son algunas de las técnicas que la inteligencia china emplea para conseguir sus objetivos.
Los primeros objetivos de China a finales de los 90’ fueron los trenes de alta velocidad. Después, el dragón extendió su cabeza hasta la industria aeroespacial y hoy se ha infiltrado en las más innovadoras tecnologías. Occidente le ha suministrado la mayor parte de ese conocimiento, gracias a la connivencia de algunos dirigentes, cegados por la dimensión económica de este mercado. “Nos lo dijeron claramente. Lo que queremos es la tecnología y seguiréis vendiendo aviones en China, en la medida en que la transfiráis”, relata el exdirector de Airbus.
Pero por si no fuera suficiente, China introdujo además el espionaje industrial de las formas más variadas. Software espía, escuchas al más alto nivel, robo, sexo, dinero, son algunas de las técnicas que la inteligencia china emplea para conseguir sus objetivos.
Según el FBI, Estados Unidos, pierde al año miles de millones de dólares. Las potencias europeas no se quedan a la zaga. “Lo que está en juego es nuestra industria, nuestra economía y en última instancia nuestros puestos de trabajo”, manifiesta un experto francés en “El dragón de las mil cabezas”.
Los conocimientos adquiridos impunemente por parte de China y la competencia desleal son los precios que Occidente ha de pagar, por la gran dependencia económica que tiene de la segunda potencia del mundo.
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