La noche más oscura de México
En Portada viaja al Estado de Guerrero, el corazón de la violencia en México
Da voz a supervivientes y familiares de los 43 estudiantes de Ayotzinapa
Un equipo recorre los cerros de Iguala donde yacen cientos de desaparecidos
Que la narcopolítica se había incrustado en el corazón de las instituciones mexicanas, es un secreto a voces. Que las cifras de violencia son insostenibles, también. Que México se ha convertido en uno de los principales productores de heroína y que su principal mercado son los Estados Unidos, es un dato conocido. Que la revuelta ciudadana contra la violencia no es nueva, también. Sin embargo, ha sido la desaparición de 43 estudiantes de la Escuela Rural de Magisterio de Ayotzinapa, el acelerador que ha situado a México en un tiempo nuevo. Nada volverá a ser igual después de Ayotzinapa: los mexicanos se sienten inseguros y exigen respuestas propias de un Estado de derecho. Cómo acabar con la impunidad se ha convertido en el principal tema de conversación de México, un país con el orgullo herido y avergonzado de su imagen exterior.
Los cerros de Iguala son un inmenso cementerio. Espoleados por la repercusión de Ayotzinapa, familiares de miles de desaparecidos, 23.000 desde el 2007, reclaman al gobierno respuestas propias de un Estado de Derecho.
Flecos de la Revolución
En México hay 17 escuelas rurales de magisterio. Fueron uno de los logros de la Revolución y sus principios de justicia e igualdad. Por las aulas de las escuelas rurales, pasan los hijos de los campesinos que quieren ser maestros. Estudian en régimen de internado y reciben una educación crítica que irrita profundamente a las autoridades federales. Esa es la extracción social de los 43 estudiantes secuestrados: 43 semillas de maestros desaparecidos en la noche más triste de Iguala.
El 27 de enero, cuatro meses después de la desaparición de los estudiantes, la Procuraduría General de la República dio a conocer el resultado de su investigación: la “verdad histórica”, según sus palabras. De acuerdo con esta versión, los estudiantes fueron secuestrados por policías municipales a las órdenes de los Guerreros Unidos, -el principal grupo de narcotraficantes del Estado de Guerrero-, tras ser confundidos con integrantes de una banda rival. Después fueron eliminados y calcinados a alta temperatura, tan elevada que la investigación forense no ha podido determinar, -excepto en un caso-, que las cenizas recogidas en el basurero de Cocula, sean los restos de los desgraciados muchachos.
Pero ni las familias ni las organizaciones de derechos humanos, se dan por satisfechas. El Informe de la Fiscalía se ha hecho a partir de las declaraciones de los detenidos, pero no hay certeza científica del homicidio, dada la imposibilidad de extraer el ADN de las cenizas. Los padres se agarran a este hecho, como la última posibilidad de que los muchachos puedan seguir retenidos y con vida. Han decidido continuar con su lucha: son campesinos, pero no tienen nada que perder y su determinación es más fuerte que su pobreza.
23.000 despariciones forzadas
El número de desaparecidos en México crece de año en año: 23.000 desde el 2007. En la mayoría de los casos, se trata de desapariciones involuntarias o forzadas: de secuestros promovidos por criminales vinculados al narcotráfico, que se deshacen de sus víctimas y que han convertido al país en un inmenso cementerio. Tal y como recuerda Human Rights Watch en uno de sus informes -y con la excepción de las detenciones que ha habido tras la desaparición de los estudiantes-, en México no hay un solo criminal consignado por el delito de desaparición forzada.
Un emocionante retrato del México más dolorido
La guerra contra las drogas en México, de la que Felipe Calderón hizo el eje de su presidencia, ha sido un gran fracaso y lejos de combatir el crimen, ha disparado las cifras. En apenas una década se han producido más de 100.000 asesinatos. Según la OMS cuando la tasa es mayor de 10 asesinatos por cada 100.000 personas, se considera epidémica. En México es de 16,7 aunque en algunos estados como Guerrero ha llegado a superar el 60%. La guerra contra las drogas ha provocado en México un número de muertos superior a los soldados norteamericanos que fallecieron a lo largo de 10 años de guerra en Vietnam.
El equipo de En Portada ha visto de cerca el dolor, la extorsión y la muerte. Subir a los cerros de Iguala acompañando a los familiares de otros desaparecidos es una experiencia tan dramática como inolvidable. Entre la vegetación hay restos de ropa y enseres personales. Pertenecen a los desaparecidos, cuyos restos no están lejos. Los familiares y las llamadas policías comunitarias, formadas por vecinos voluntarios, han aprendido a localizar las fosas y las marcan, esperando que las autoridades desentierren a las víctimas. El drama de los 43 estudiantes ha espoleado el deseo de centenares de familias, que reivindican la detención de los culpables y enterrar con dignidad a sus seres queridos. De todo esto trata el próximo En Portada. Víctimas de la extorsión, familiares de desaparecidos y testimonios, como los de Elena Poniatowska, Javier Sicilia, Luis Hernández Navarro (Jefe de Opinión de “La Jornada”) ; Javier Hernández Valencia, (Alto Comisionado de la ONU) y otros muchos, nos ayudan a hacer el retrato preciso y doloroso del México más violento.
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