Estupor y Temblores (47) 'Ucrania: el año del caos', de Ricardo Marquina



"Este es mi primer largo documental, un trabajo totalmente independiente, donde se recogen testimonios de periodistas que han trabajado sobre el terreno, de actores del conflicto, de gente anónima.... para contar la historia de lo que ha pasado en Ucrania durante este último año. Un conflicto todavía abierto que ha cambiado para siempre a este país. Pretendo contar la historia con el tiempo necesario, sin estándares de televisión, dedicarle los minutos necesarios para explicar algo tan complejo. Pretendo también alejarme de los dogmas propagandísticos de ambos bandos. Espero haberlo conseguido.

La idea de realizar este trabajo surge tras comprobar la impresionante intoxicación informativa de los medios de comunicación rusos, ucranianos y occidentales, sumidos en una guerra de propaganda tan violenta como la real. Convencido de que sólo la palabra de quienes han vivido el conflicto en primera persona es fiable, decidí que estas personas en las que confío y cuya palabra merece mi respeto, contasen su experiencia en la crisis ucraniana. En este documental van muchas, muchas horas de trabajo desinteresado, utilizando sólo las imágenes que yo he tomado, por eso pueden faltar capítulos que alguien considere importantes, pero he intentado hacer el trabajo más honesto posible, por ello decidí sólo hablar y mostrar de lo que vi a través de mi cámara. Esta película está dedicada a TODAS las víctimas de este conflicto." 

Así introduce Ricardo Marquina, corresponsal free-lance español afincado en Moscú, su documental 'Ucrania: el año del caos'. Marquina viajó durante meses por Rusia y Ucrania y estuvo en Kiev durante las revueltas en la plaza Maidán (hechos que narramos en uno de nuestros posts) que provocaron la caída del corrupto ex-presidente Víktor Yanukóvich y resultaron ser el comienzo de las grandes crisis, económica (bueno, en esta ya estaban metidos antes), territorial, política y bélica que sacuden el país ucraniano. También estuvo en Crimea durante la anexión de facto de la península por los soldados rusos de la flota del Mar Negro y tras ello, presenció el levantamiento de las regiones del este, cuando surgieron los enfrentamientos entre las fuerzas policiales del gobierno de Kiev y las milicias pro-rusas surgidas en la cuenca del Donbas. Y finalmente cubrió ya la guerra abierta entre las tropas ucranias y los rebeldes separatistas, apoyados sin fisuras por soldados profesionales rusos con potente armamento que se filtraron por la porosa frontera este.

Así, a lo largo de dos horas y media, periodistas españoles, rusos e ucranianos, miembros de ONG y gente de la calle explican su visión de los acontecimientos. Todas las imágenes que utiliza son suyas y es él mismo es el encargado de las entrevistas, para con todo ello realizar un excelente producto periodístico con el que intentar explicar el conflicto ucraniano, sin ataduras ni buscar culpables. De hecho, Marquina dice no empatizar con ninguno de los bandos: "Los prorrusos son ultranacionalistas, supremacistas blancos, abiertamente homófobos, te dicen que quieren todo el este de Ucrania y Polonia y los países bálticos. Y cuando estás en el otro lado, los ucranianos también son racistas, visceralmente antirrusos, sin un discurso, Rusia es mala y punto". 

Los testimonios se van alternando con las imágenes grabadas por el reportero a lo largo de los meses que viajó por Ucrania. "Si quería hacer un documental honesto, debía utilizar sólo lo que yo he visto. Faltan cosas muy importantes, pero si hubiera tomado imágenes de youtube o de televisiones caería en el riesgo de tergiversar", señala Ricardo. Por eso hay dos huecos en negro, uno de ellos la matanza de Odessa, nunca aclarada del todo, en la que murieron quemados cerca de 50 personas, prorrusos en su mayoría. El segundo momento es la supuesta crucifixión de un niño ruso en el este de Ucrania, una historia falsa lanzada por la televisión rusa que ilustra a la perfección la furiosa guerra de propaganda que ha acompañado el conflicto, un conflicto que finalizó con un débil armisticio que exigía la retirada de armamento pesado y que es roto de vez en cuando por alguno de los bandos. 

Marquina decidió desde el primer momento que su documental lo colgaría gratuitamente en su canal de youtube (http://ukraineyearofchaos.com/) como una forma de asegurarse la independencia y la ausencia de limitaciones. "No quería hacer esto por dinero, no quería comerciar con la gente que ha muerto. Si intentara colocarlo en algún canal de televisión me hubieran puesto, para empezar, límites de tiempo. He cubierto el conflicto de Ucrania para muchas televisiones y radios y siempre tienes muy poco espacio, entre 30 y 40 segundos. Yo quería contar algo sin límite temporal". Puros hechos, puro periodismo, pura realidad, puta guerra. 'Ucrania, el año del Caos'. 




Ucrania a garrotazos: el documental

Xavier Colás - Blog Putinistán 22.15.2015

Le das al play y la pantalla está en negro, pero se oyen las voces de un griterío que nos resultará familiar a todos los que vivimos en Kiev el alucinante invierno de 2013-2014. Hay sonidos que no significan nada para una persona, y a otra le colorean el cerebro por dentro. Recuerdo la nieve sucia, las hogueras, las banderas y los curas bendiciendo la madrugada. Las bufandas que se convirtieron en pasamontañas, después en máscaras y después en cascos. La progresión es muy simbólica y significativa. La policía agarrándose a cada palmo de acera, los niños con los ojos abiertos de par en par subidos a hombros de sus padres, escuchando discursos primero, consignas después.


En los primeros días de las revueltas de Maidán compartí habitación en un modestísimo hostal con Ricardo Marquina, compañero, amigo, hermano de fatigas y autor del documental 'Ucrania, el año del caos'. Una ventana de nuestro mini-cuarto en Kiev daba a otra habitación y la otra a la sala de la lavadora. Parecíamos dos pringados. Pero estábamos en el ojo del huracán: Maidán. La policía de Yanukovich había desalojado la plaza con violencia, y miles de ucranianos descontentos la habían ocupado. No se moverían de ahí hasta hacer caer, también con violencia, al presidente Victor Yankovich.



Este documental que acaba de salir era necesario. Y Ricardo tiene una predisposición especial para lo que hace falta. Es sencillamente, el hombre que el consumidor de información necesita. Cuando los intermediarios del periodismo lo sacan a bailar, obra la magia. Tiene el mismo resorte que has visto de pequeño en tu padre: "A ver esa puerta, que se escapa el gato..." O en tu madre: "Abróchate la rebequita". Ricardo se echa la cámara al hombro y se pone a grabar, como si fuese lo que está mandado en todas las casas, y cuando se hace de noche ya vuelve a la habitación y se queja, o elucubra, o bromea, o negocia como hacen el resto de los freelance. Pero lo primero es grabar, contar, ver, preguntar. Cerrar la puerta que se escapa el gato. No hay tiempo que perder. Ricardo es un periodismo necesario que rebaña el plato y se acuesta pronto porque sabe que las historias madrugan.

Podría decir más cosas sobre el documental, para que algunos viesen todo lo que sé de Ucrania y otros lo poco que sé de documentales. Soltaría un dato frío: no creo que haya mucha gente con tanto material grabado sobre la crisis ucraniana: desde el principio, mes a mes, ciudad a ciudad. De las pancartas congeladas a los muertos putrefactos.

La historia de los que nos metimos en ese torbellino ucraniano en diciembre de 2013 con una libreta, una cámara o un micro es una versión de andar por casa de la tragedia que han protagonizado los ucranianos: empezamos escribiendo crónicas al pie del bar, con gente gritando delante y a su espalda un Zara que estaba abierto de par en par. Había antidisturbios pero wifi, gas lacrimógeno pero pasta a la carbonara. Para mi fue una vuelta al periodismo local, porque las tres noticias del día estaban en tres calles contiguas. Pero después un día vimos lo rápido que mueren cien personas. Y al mes siguiente nos fuimos a Crimea y una tarde la frontera rusa nos pasó por encima como una estrella fugaz: la geografía sonaba a guitarra eléctrica, los cajeros se atragantaban y nos volvimos a Moscú sabiendo que Donetsk y Lugansk serían el siguiente ring. Y fue el más sangriento.

Recordarán a los enviados especiales Leticia Álvarez, Carlos Franganillo, Bricio Segovia, Francisco Guaita, Alberto Sicilia, Gonzalo Wancha, Natalia Boronat, Virginia Hebrero y todos los que me dejo. Empezamos una especie de viaje de fin de curso que nos escupió funerales y perros comiendo perro. La historia vengándose del hombre de la calle y dando dinero a los de siempre. El ambiente cada vez más viciado: en el este Ricardo se cuadraba delante de la cámara entre un baile de zombis desdentados que le repetían 'gavarí pravda' mientras él trataba de hilvanar una crónica para la tele. Ahí están sus entrevistas en los sótanos mientras volaba la artillería, las cunetas, la gente hablándole en pleno llanto ante sus hogares destruidos.

Simferopol, Donetsk, Kramatorsk... En los taxis, mientras buscábamos alguna tanqueta en el horizonte, nos dimos cuenta del tobogán en el que estábamos. Ricardo lo dijo entre baches con su llaneza habitual: "Cada sitio al que vamos es más puto que el anterior".

En Kramatorsk nos colamos en la comisaría tomada por los separatistas diciendo que éramos de la tele rusa. En Donetsk tuvo que esconder el cubilete de Tele5 para que no le tomasen por "esbirro del canal 5 de Poroshenko". Las abuelas le gritaban al oído cosas contra Obama. Los vecinos rodeaban tanques para quitárselos al ejército ucraniano: recuerdo a Ricardo corriendo tras la tanqueta, los separatistas pegando tiros al aire, las mozas del pueblo grabando la escena con el teléfono y los borrachos frotándose los ojos.

Goya lo hubiese pintado, pero esta vez había que grabarlo y ahí estaba otro aragonés universal. Con los dedos congelados o los calzoncillos de ayer, con la ropa a remojo en la habitación por el olor a cadáver en la zona donde cayó el MH17, con los ojos rojos de editar por la noche lo visto por el día. Lo que contiene el reportaje, Ricardo lo ha parido con dolor por los muertos y amor al arte. Porque tiene un mal bicho dentro que no nos deja en paz pero le dice lo que hay que hacer, que casi siempre es tirar para adelante y grabar.

Y ustedes son los mayores beneficiados de ese episodio infeccioso.






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