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Globalización, capitalismo y otros resortes de poder (65) 'Last days': los horrores tras el marfil



En 2014 la cineasta estadounidense Kathryn Bigelow (ganadora del Oscar por 'The Hurt Locker') dirigió 'Last days', un corto animado que en poco más de tres minutos se sumergía en el cómo y el por qué de las masacres de elefantes que llevan asolando enormes zonas salvajes africanas desde hace décadas, con más de 20.000 paquidermos asesinados cada año, una cadencia destructiva que compromete seriamente a la especie rumbo a la extinción en poco más de una década.

La inocente compra de una talla de marfil en un mercado asiático (u occidental) acciona el primer resorte en la brutal muerte de un ser vivo maravilloso en una cadena perversa de talleres ilegales, explotación humana, tráfico de armas con destino las múltiples guerras de la región y financiación directa de grupos terroristas africanos -como Al Shabaab, Boko Haram, los Janjaweed o el Lord's Resistance Army (LRA) del tristemente célebre Joseph Kony, entre otros- que operan en el Centro y Este de África.

Bigelow retrata con crudeza este círculo vicioso de crueldad y muerte alimentado por un furtivismo bien armado y motivado ante el que poco pueden hacer los apenas 2000 Rangers y voluntarios que intentan proteger los 355 parques nacionales africanos. De hecho, sólo en el Parque Virunga (del que el Juez Roy Bean es orgulloso donante y sobre el que ya publicamos un post hace un tiempode República Democrática del Congo en los últimos 15 años han sido asesinados 140 guardias.


Sin embargo, hace unos meses una esperanza para la especie, pues a finales del 2016 el gobierno chino de Xi Jinping, ante la presión de gobiernos y conservacionistas, hizo el anuncio histórico de prohibir todas las actividades de procesamiento y venta de marfil a lo largo de 2017. El marfil es muy buscado en China, donde los objetos tallados (escenas budistas, tijeras o palitos) son muy apreciados por coleccionistas y consumidores. La cantidad de marfil disponible en las tiendas autorizadas legalmente a vender en China y su precio también disminuyeron, reflejando una caída de la demanda en el primer mercado mundial de marfil. 

La caída del crecimiento económico chino, la lucha contra la corrupción y la toma de conciencia de las consecuencias devastadoras de la caza furtiva son la causa de esta disminución. Según Iain Douglas-Hamilton fundador de Save the Elephants hasta ahora "pocos chinos relacionaban los productos de marfil con la muerte de los elefantes", pero las campañas mediáticas han favorecido esta toma de conciencia.

Si bien esto no pone fin a todo el tráfico ilegal, se trata de una medida en la buena dirección tomada por un país que hasta hace poco tenía el mayor mercado de marfil del mundo.


De hecho, una estadística de la Convención sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas en Sudáfrica determinó que el 70 por ciento del comercio mundial de marfil terminaba en China, el resto en Emiratos Árabes Unidos o Singapur. Esto está haciendo que las muertes de elefantes y sobre todo los precios del marfil estén cayendo con fuerza, aunque habrá que ver qué pasa con el mercado negro (en el que se sigue consiguiendo y procesando marfil) y con los millones de colmillos que los grandes comerciantes mantienen en almacenes, previendo que algún día llegaría esta prohibición.

El tráfico con especies animales en peligro es aún el cuarto sector en la economía delictiva del mundo (tras el tráfico de drogas, armas y personas), triste honor conseguido por lo peor de nosotros mismos, mediante la aniquilación millones de inapreciables vidas en aras de la crueldad, la codicia y la vanidad humanas.

Vocabulario Fundamental. Extinción (43) Elefantes, el ocaso del gigante / The Ivory Game



"No tengo palabras. Hoy el mundo es peor, más feo, más triste. Me muero de pena."  Fernando González Sitges, tras la muerte de Satao II

Camina lento, pausado, seguro y dueño de cada uno de sus pasos. Lo hace con elegancia, enfundado en su traje gris ante un entorno único. Todo parece idílico en la vida de Satao II, quien recibió su nombre del primer Satao, pero no lo es. A Satao II le espera la crueldad desmedida de los cazadores furtivos que irían detrás de sus joyas: su marfil.

No importa el precio que deban pagar, los cazadores están dispuestos a todo y el Servicio de Fauna de Kenia vuelve a toparse con el peor de los escenarios. La falta de escrúpulos de los cazadores ha dejado como saldo otro elefante muerto. 

Es Satao II, uno de los animales más emblemáticos de Kenia de la especie denominado 'tusker', que reciben este nombre cuando el tamaño de sus colmillos supera los 45,45 kilos por pieza. En el caso de este elefante, su peso era de 51 y 50,5 kilos y habitaba en el Área de Conservación de Tsavo, situada entre Nairobi y Mombasa, las dos ciudades más importantes de Kenia.

Ha muerto, asesinado a sangre fría. Los guardas le encontraron tendido en el suelo agonizando. Una flecha envenenada acababa de herirle de muerte. Le arrebataron la vida por sus colmillos, un botín de marfil que, ironías del destino, no tuvieron tiempo de llevarse.

Una historia tristemente repetida

Como si de una mala jugada del destino se tratase, a los dos Satao no solo los unió su nombre, sino también el triste final de su historia. Hace tres años, Satao, otro elefante de la misma especie corría la misma suerte y se convertía en el primer 'tusker' célebre asesinado en Kenia. Se calcula que tenía entre 45 y 46 años a su muerte, y había conseguido sobrevivir a las masacres de elefantes que se acentuaron durante la década de los ochenta, cuando manadas enteras eran aniquiladas ametrallándolas e incluso conduciéndolas a campos de minas. El Horror. 


Las estimaciones alegan que a principios de 1970 el número de elefantes en Tsavo alcanzaba los 45.000, mientras que en 1989 descendió hasta los 6.000. El último censo aéreo llevado a cabo en 2014 mostró cómo la población de elefantes poco a poco se iba incrementando hasta llegar a los 11.000 elefantes actuales.

Según los trabajadores del Área de Conservación de Tsavo, únicamente quedan 6 ejemplares de estas características en el parque, lo que complica cada vez más las posibilidades de repoblación, teniendo en consideración que el embarazo de un elefante es de cerca de 22 meses. 

"Se trata de un golpe devastador para la conservación de elefantes y para los genes de los supercolmillos", han dicho desde Africa Geographic, por lo que pide financiación para aumentar los recursos de los rangers de cara a propiciar la rápida reacción de sus equipos y la mejor preparación para luchar contra los incidentes furtivos

Se calcula que en todo el continente sólo quedan entre 25 y 30 'super-tusker' y otros 15 que podrían transformarse en lo que en su día fueron Satao y Satao II, otro triste pellejo pergaminoso, reseco bajo el sol africano. 

Furtivismo despiadado

La caza furtiva, lejos de desaparecer, está muy presente en cada uno de los parques naturales que se encuentran en el continente africano. Elefantes, rinocerontes, felinos y otras especies menos majestuosas que no están incluidas dentro de los big five -grupo que engloba a leones, elefantes, búfalos, leopardos y rinocerontes-, son piezas codiciadas por las mafias, generalmente asiáticas, que buscan su lucro a través del comercio clandestino de los cuernos de los animales, sus colmillos o de sus pieles.


Las mafias se aprovechan de la miseria de las poblaciones cercanas a los parques para que sean ellos quien se la jueguen contra los rangers aunque para trofeos mayores como los paquidermos o los rinocerontes se suelen servir de equipos profesionales, comandos bien armados y equipados que causan muchas bajas entre los defensores de los parques, aparte de hacer lamentablemente bien su trabajo.

La cifra de elefantes africanos cazados por su marfil es extremadamente alta. Según un estudio publicado a finales de 2016 en la actualidad ya sólo quedan 350.000 elefantes africanos; por lo que, si seguimos a este ritmo, esta especie puede haber desaparecido de la faz de la Tierra en tan sólo 15 años.

Kenia ha demostrado en más de una ocasión su rechazo a los cazadores furtivos realizando quemas de toneladas de marfil incautadas así como armas de fuego. El 30 de abril del año pasado se incineraron 105 toneladas de marfil como mensaje hacia las mafias. Nunca antes se había quemado tal cantidad de 'oro blanco', como se conoce al marfil, que cada año mueve a lo largo del continente cientos de millones de euros. Según el Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF), más de 20.000 elefantes africanos son sacrificados cada año por su marfil.

Las cifras hablan por sí solas: la caza furtiva es la causa de la desaparición del 80% de la población del elefante de selva de África central; solo en 2013 se abatieron 20.000 ejemplares, y eso que ya se habían puesto en marcha medidas proteccionistas, porque hasta entonces eran muchos más los que caían. En Tsavo, entre 1970 y 1990, 6.000 ejemplares como Satao y Satao II perdieron la vida. Un balance demoledor.


Estos animales (a cuya espantosa 'domesticación' dedicamos una entrada hace tiempo) aparecieron en la Tierra hace 50 millones de años, mucho antes de que los seres humanos surgieran como especie y se distribuyeron por todas las latitudes hasta el límite mismo de los hielos perpetuos. Un éxito evolutivo que se debe, más que ningún otro factor, a sus extraordinarios lazos familiares. Debido su gran inteligencia emocional (que hace que se ayuden los unos a los otros cuando están en peligro, entiendan la muerte y velen los cuerpos de los que han perdido) matar a uno de ellos significa un gran dolor para toda la manada, con el añadido de que normalmente son asesinados los elefantes más adultos, los que poseen el conocimiento ancestral de las rutas hacia los mejores pastos o fuentes de agua.

El indecente negocio del marfil

Detrás de este baño interminable de sangre hay una razón muy clara: los miles de dólares que puede llegar a alcanzar el kilo del marfil en el mercado negro. Hay que tener en cuenta que la pareja de colmillos de un ejemplar adulto de elefante africano puede superar los cien kilos. La multiplicación es sencilla. 

Pero esta caza furtiva no se lleva a cabo por principiantes ni al azar, saben muy bien lo que hacen. Alrededor del comercio de marfil se han desarrollado redes criminales altamente especializadas, que cuentan con los últimos avances en tecnología, como equipos de visión nocturna o medios aéreos como drones. El camino que sigue el marfil después de ser arrebatado hasta llegar al sudeste asiático es casi siempre el mismo. Las piezas se transportan a través de países africanos con escasa vigilancia aduanera, hasta que alcanzan algún puerto del Índico, como Mozambique. Allí se camuflan en contenedores de carga para viajar a Vietnam, Laos y Myanmar, donde pueden cruzar sin dificultad la frontera terrestre hacia China continental.

Pero también pueden llegar directamente al puerto de Hong Kong, el epicentro mundial del mercado de esta materia prima. En la antigua colonia británica, el marfil ilegal se confunde fácilmente con el legal, que es el que se obtuvo en bruto antes de 1990, año en el que se prohibió oficialmente.

En los escaparates de sus lujosas tiendas de artesanía, los incisivos aparecen reducidos a minuciosas filigranas por las que se pagarán precios astronómicos. La delicadeza de estas tallas contrasta con la terrible brutalidad que esconden y que ha dejado tras de sí un reguero de cientos de miles de cadáveres.

El documentalista madrileño Fernando González Sitges publicaba en 2010 el premiado documental 'Elefantes, el ocaso de los gigantes' en el que plasmaba el declive poblacional extremo de este inteligentes y sensibles animales.


Prohibición de la comercialización 

Los países y las organizaciones ecologistas han acordado poner fin al comercio interno de marfil, a pesar de que la resolución casi se frustró por las objeciones de naciones como Japón y Sudáfrica. En septiembre de 2016 y tras tres días de movimientos políticos, desacuerdos y ruptura de negociaciones, los delegados en el congreso de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) en Hawái acordaron un texto que pedía a los países que acabaran con el comercio interno de marfil "con urgencia".

La moción no tiene capacidad legal, pero los ecologistas esperan que anime a los países a vetar la venta de marfil dentro de sus fronteras para ayudar a frenar la descontrolada caza furtiva de elefantes. El comercio internacional del marfil lleva prohibido desde 1989 pero en muchos países, como Estados Unidos, Reino Unido y China, el comercio interno sigue estando permitido para las antigüedades.



'The Ivory Game', el juego de la extinción

Nuestro segundo documental sobre este tema es tan duro como necesario. Cada año, y como ya hemos ido explicando, miles de elefantes son asesinados a causa del tráfico de marfil y este film está dedicado a entender el panorama actual del tráfico de marfil, sus causas y consecuencias.

Dirigido por Kief Davidson y Richard Ladkani en 2016, 'The Ivory Gamedenuncia la situación de esta especie con la tensión típica de un thriller de suspense, siguiendo la línea de 'Virunga' (otra producción de DiCaprio que exponía la matanza de gorilas en el Congo y que ya publicamos en nuestro blog). En el film se expone cómo los cazadores furtivos -y los legales- de elefantes en África están acabando con la especie y cómo desde China el comercio de marfil está impulsando gran parte de su demanda. Es la pescadilla que se muerde la cola: cuantos menos elefantes hay, más sube el precio del marfil y más beneficioso es para los cazadores matar uno

En este documental (producido por el siempre comprometido Leonardo diCapriola investigación se extiende por varios países, desde los que reciben el marfil ilegal, hasta los que los compran para hacer joyas, adornos o incluso para ingerirlo en remedios caseros. Los autores de este reportaje estuvieron 16 meses investigando para documentar el tráfico de marfil, visitando áreas de conservación donde habitan y son cazados los elefantes y realizando entrevistas encubiertas mientras se infiltran en el comercio ilegal de marfil para después denunciar esta triste realidad.

El valiente elenco de personajes que han hecho posible este film además de mostrar al espectador la realidad que está viviendo esta especie se plantean un interrogante "¿Vamos a permitir que el mamífero más grande de la Tierra se extinga?". La respuesta es clara, NO.


¿Llega una esperanza para los elefantes?

Sin embargo puede estar llegando cambios positivos para el futuro de esta especies y de otras como los rinocerontes. A finales del año pasado China, el mayor mercado mundial de marfil, anunció la prohibición del comercio interno y el procesamiento del llamado 'oro blanco'. De acuerdo con la nueva normativa, una primera hornada de fábricas y tiendas dedicadas al marfil tenían que cerrar y hacer entrega de sus licencias antes del 31 de marzo de 2017, una medida que debe extenderse a todo el sector a finales de año. Con esta decisión se espera poner coto a la caza furtiva de estos amenazados paquidermos en África y Asia.

Grupos conservacionistas y activistas medioambientales de todo el mundo calificaron la decisión de "histórica", ya que supone todo un cambio para el futuro de estos animales. No en vano, el marfil africano es considerado como un símbolo de estatus en el país asiático. La medida adoptada supondrá el cierre de 34 empresas dedicadas a trabajar este producto y de otras 143 especializadas en su comercialización.

La decisión se produce después de años de creciente presión internacional y doméstica para poner fin a este comercio y da esperanzas a los defensores de los animales de que se pueda evitar la extinción de varias de las poblaciones de elefantes amenazadas en África. A principios de 2016 China ya había prohibido la importación de todo el marfil o productos elaborados con marfil adquirido antes de 1975.

La Convención sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Fauna y Flora Silvestres (CITES, en inglés), que entró en vigor en 1975, prohibió el comercio de marfil en 1989. Al igual que otros países, hasta ahora China permitía la reventa de marfil adquirido antes de esa prohibición, y también posee unas reservas adquiridas en 2008 con la aprobación de CITES, que pudieron salir a la venta con esa certificación.

Tras esta necesaria regulación parecen empezar a llegar las buenas noticias: según un informe publicado por Save the Elephants , el precio del marfil se ha reducido de forma exponencial en los últimos tres años. En 2014 la media del precio de los colmillos era de 2100 dólares, en 2015 alcanzó los 1100 dólares y en este año han caído a poco más de 700 dólares. Esta disminución se atribuye a una combinación de factores incluyendo una recesión económica, una más efectiva lucha contra la corrupción, los compromisos del gobierno para poner fin al comercio del marfil y una mayor conciencia entre los consumidores sobre el impacto que éste está teniendo en los elefantes.

Todavía hay un largo camino por recorrer para poner fin a la matanza de elefantes por el marfil de sus colmillos, pero ahora al menos nace una mayor esperanza para la especie, para la supervivencia de estos animales maravillosos que ocupan su propio espacio, tan grande como ellos,  en el corazón del Juez Roy Bean.


Vocabulario Fundamental. Animales (49) Luchando por la conservación 5 'Racing Extinction', de Louie Psihoyos


"Nunca hubo un tiempo más importante en el mundo que el que vivimos, ya que las decisiones que tomemos en los próximos años afectarán a la Tierra y sus especies durante millones de años" Louie Psihoyos

En el documental 'Racing Extinction', del año 2015, el director Louie Psihoyos y el equipo responsable del documental ganador del Oscar 'The Cove' (que ya publicamos hace tiempo en nuestro blog) reúnen a un equipo de artistas y activistas para emprender nuevas operaciones encubiertas que tienen como objetivo mostrar al mundo el infame tráfico de especies protegidas, denunciar el coste ecológico de los actuales niveles de consumo de carne de animales en peligro de extinción y mostrar la lucha de los conservacionistas para prevenir las extinciones masivas que amenazan a numerosas especies animales por todo el mundo. 

Psihoyos y sus colaboradores muestran los dos mundos que conducen a la extinción a través del globo, dando como resultado la potencial pérdida de la mitad de todas las especies. El primero de ellos es el comercio internacional de vida salvaje y el segundo se trata de un mundo que las compañías de petróleo y gas no quieren que veamos. 

Usando tecnología de última generación el equipo de 'Racing Extinction' expone estos dos vectores depredadores en una inspiradora afirmación para preservar la vida tal y como la conocemos. Recorriendo el planeta para infiltrarse en los mercados negros más peligrosos y recurriendo a nuevas tecnologías para documentar y obtener pruebas de la relación directa entre las emisiones de CO2 y las extinciones, el documental muestra impresionantes imágenes inéditas que buscan que cada vez más gente, más empresas, más organizaciones humanas tomen conciencia de estos problemas y cooperen para intentar revertir las amenazas que acosan a muchas de las maravillosas especies animales que alberga nuestro planeta. Su página web es Racing Extinction, por si quieren visitarles. 

Vocabulario Fundamental. Animales (48) Luchando por la conservación 4 'Virunga', guerra ecológica en el corazón del Congo


"El mejor documental del 2014. (...) No es fácil que un documental cuyo propósito es crear conciencia logre superar su agenda de denuncia para convertirse en una gran película." Daniel Krauze

Hoy publicamos 'Virunga', que pudimos ver en el festival Documenta Madrid 2015, el primer documental del realizador británico Orlando Von Einsiedel (con el siempre comprometido Leonardo DiCaprio como productor ejecutivo), una emocionante historia de un puñado de conservacionistas idealistas intentando mantener a salvo el emblemático parque natural congolés Virunga y con él sus distintos ecosistemas y los inestimables seres que los habitan, luchando contra una archivillana compañía petrolífera británica que conspira con funcionarios corruptos, cazadores furtivos y peligrosas milicias armadas para poder hacer prospecciones petrolíferas en el lago Eduardo y acceder a la incalculable y preciada biodiversidad de este parque, el más antiguo de África (fundado en 1925), auténtico patrimonio natural de nuestro planeta.


'Virunga' comienza con un entierro. El de Kasekera, otro ranger más que se deja la vida para combatir a los cazadores furtivos, uno más de los 130 agentes forestales que han muerto desde 1996 protegiendo el parque y cuidando de sus criaturas. Son comandados a pie del terreno por el príncipe belga Emmanuel de Merode con el apoyo y las investigaciones de la brava periodista francesa Melanie Gouby, que les ayuda a desenmascarar la trama criminal de la petrolera británica SOCO International y su apoyo a la guerrilla M23 para conseguir acceder a las riquezas del parque, entre ellas los últimos gorilas de montaña del mundo. 

'Virunga' es, pues, un magnífico documental (con una estupenda fotografía) que vuelve a poner el foco en cómo los intereses económicos de los países desarrollados priman sobre cualquier interés en los países del mal llamado tercer mundo. Desde este blog rendimos homenaje a todos aquellos valientes hombres y mujeres que intentan proteger este edén salvaje y las inocentes y salvajes miradas que lo pueblan de la corrupción, la guerra y el pillaje, con el único escudo de su coraje y su inteligencia, la última línea de defensa del corazón y el alma del Congo salvaje.


Virunga: el documental que desafía al mundo

Tais Gadea Lara - La Nación 08.02.15

Comienza el ataque. Se escucha un estruendo. Aves de todo tipo asustadas emprenden rápidamente el vuelo. Un ciervo tiene el instinto de que algo va a pasar. Otro estruendo. El ciervo cambia la dirección de su mirada hacia el origen del ataque. Otro estruendo, que parece más cercano. Los guardaparques toman firmes sus armas para defender no solo su territorio sino también el de los últimos gorilas de montaña que quedan en todo el mundo. Y allí están ellos, los gorilas. Con ojos llorosos, indefensos, solo buscando el abrazo de su familia (humana y animal) deseando que esos minutos de ataque que parecen eternos en el Congo lleguen a un fin pacífico.

Por un segundo, sentada en la butaca, pareciera la escena perfectamente pensada por un director hollywoodense para su película bélica. Por un segundo, volvés a tomar conciencia de que sí, lo que estás viendo es un documental. No hay actores, no hay efectos especiales, no hay robots que simulan ser animales. Las bombas son bombas, los ataques son ataques, los animales miedosos saben que pueden ser sus últimos minutos de vida, la sangre no es maquillaje y el dolor de las familias por perder su hogar, pero también la propia libertad democrática, es un sentimiento más verdadero que nunca. Lejos de lo que podría ser la mejor escena de una película de ciencia ficción, esta es la realidad. Esto es Virunga

Nominada a los próximos premios Oscar como mejor documental, la ópera prima del inglés Orlando Von Einsiedel invita al espectador a emprender un viaje rumbo al corazón del Parque Nacional Virunga, el hábitat de los últimos gorilas de montaña de todo el mundo. En ese viaje por uno de los lugares naturales más bellos del planeta, el espectador será testigo de una minuciosa investigación que revelará el modus operandi de una empresa dispuesta a todo, incluso a reanudar conflictos bélicos en mayo de 2012 y hacer negocios con grupos rebeldes, para invadir el parque y explotar el petróleo que yace en sus profundidades.

Cuando Von Einsiedel llegó a Rumangabo para comenzar las grabaciones, se encontró con Melanie Gouby, una joven periodista francesa que realiza coberturas en el este y centro de África, y que venía investigando de cerca los “raros” movimientos de la compañía SOCO International en la región y, en especial, sus intenciones en el parque nacional de la República Democrática del Congo. “Comencé a investigar a SOCO por mi cuenta. Estaba viviendo en el Congo desde hace un año y estaba interesada en el parque, que es una institución importante aquí en el Congo y sabía acerca de su explotación. Apenas unos meses después de que empecé a investigar, conocí a Orlando y hablamos sobre trabajar juntos. Él ya sabía sobre SOCO y lo quería documentar en su trabajo”, me cuenta Melanie siendo las diez de la mañana en Buenos Aires y las cinco de la tarde en Nairobi (Kenia).

El interés de un director por mostrar a través de la pantalla una problemática actual y el valioso trabajo de una periodista por dar a conocer aquellas noticias de las cuales pocos quieren que se hable, fue la combinación perfecta para hacer de Virunga uno de los mejores documentales de los últimos tiempos. ¿El motivo? Luego de trabajar en varios cortos, Von Einsiedel logró realizar un largometraje que cumple de manera extraordinaria con las características que definen al género documental. Presencia en el lugar de los hechos, investigación a cargo de periodistas especializados, acceso a los diferentes actores involucrados, revelación de una realidad que quizás muchos desconocían (o preferían hacerlo) y que el mundo necesitaba se diera a conocer. 

Pero lo que hace aún más destacado a Virunga es que esa presencia, esa investigación, ese acceso a las fuentes, esa revelación se hace por todas las vías posibles con tal de llegar al objetivo, mientras se conoce que, en cierto punto, se está jugando con fuego. Casi con el mismo fuego con el que la compañía británica de explotación y producción de petróleo juega al hacer negocios con el grupo rebelde M23 para tener acceso, por vía bélica, al parque nacional.



Las cámaras ocultas con representantes de la compañía, del gobierno y de M23 generan una constante expectativa y suspenso en el espectador, al mismo tiempo que lo involucran como testigo de aquello que se cuenta. Diálogos, confesiones, testimonios que, por momentos, uno desearía formaran parte de un guión y no que haya personas en el mundo que aún sigan pensando así en el siglo XXI. Y allí está ella, en la noche del Congo, con cámara oculta bajo su camisa, para desentramar los negociados de una compañía que solo busca maximizar sus fines económicos en detrimento de los gorilas, la naturaleza, de la propia vida humana de los ciudadanos locales. “Todo el riesgo que tomé fue muy calculado. Siempre me encontré con ellos en lugares que yo podía controlar. Por eso nos reunimos en un restaurante en Goma donde yo conocía al dueño y al camarero, así que si algo iba mal, la gente saldría de mi lado”, asegura Melanie y destaca las características de su trabajo: “Cuando estás haciendo este tipo de trabajo, cuando estás investigando a este tipo de niveles, siempre estás tomando riesgos. Soy consciente de que la película muestra mi trabajo como realmente aterrador y peligroso. Pero para mí, no se sintió tan peligroso. Creo que es fácil de decir porque es mi trabajo”.

Virunga no solo cumple con las características del género sino que además es una verdadera expresión de lo que el cine ambiental significa. Lejos de quienes creen que la cuestión ambiental es “cosa de hippies” o solo significa “reciclar algo de residuos”, el documental demuestra que las tres aristas de la sustentabilidad (económica, social y ambiental) son anillos entrelazados que están en permanente relación, pero también en constante conflicto. 

El parque es víctima de las milicias armadas, los cazadores furtivos y las corporaciones que quieren aprovecharse de los recursos naturales de la región. El hallazgo de petróleo bajo el parque nacional despertó las mayores tentaciones de aumentar las ventas de una compañía en un territorio que ha sido declarado por la UNESCO como Patrimonio de la Humanidad, pero también como patrimonio en peligro. Allí la zoóloga Dian Fossey realizó sus exploraciones de los primates en los ´60, e incluso allí mismo perdió la vida en manos de los traficantes ilegales que denunciaba. Allí viven cerca de 200 gorilas de montaña de los 800 que se estima aún existen en todo el mundo. Allí perdura una de las mayores riquezas ecológicas del planeta. Allí hoy SOCO continúa realizando sus tareas de exploración. Allí hoy Emmanuel de Mérode, un príncipe belga que dirige el parque y sus guardaparques, continúan defendiendo los derechos de Virunga.


Quizás sin pensarlo, quizás con esa intención, Von Einsiedel plantea un doble juego de paralelismos y contraposiciones para dar cuenta de la problemática. Las emociones que el documental despierta en el espectador responden a ese constante vínculo que pareciera existir entre el ser humano y los gorilas. Una canción, un homenaje, un ritual que se utiliza de la misma manera para despedir a uno de los ya 180 guardaparques que fueron asesinados protegiendo a los animales, que a los gorilas, masacrados por rebeldes con la intención de que “sin gorilas, ¿a quién le interesaría cuidar el parque?”. Unos y otros, humanos y gorilas, sufren la desidia y la violencia que caracterizó al hombre. Unos y otros tienen en sus manos mutiladas el recuerdo de las etapas más atroces de la historia o de una “aparente superioridad humana”. Unos y otros quedan huérfanos como consecuencia de problemas políticos e intereses económicos, y ambos solo necesitan una cosa: el amor, la compañía, la familia.

Al mismo tiempo que, directa o indirectamente, uno puede apreciar ese paralelismo, el filme nos subraya una distinción relevante: si hay algo que ha diferenciado al hombre del resto de los animales fue en haber sido el único ser que, hasta el día de hoy, está destruyendo el único planeta que tiene para vivir. Los imponentes travelling que sobrevuelan uno de los lugares con mayor biodiversidad del mundo, los primerísimos primeros planos de esos ojos con esperanza de los gorilas, el simple y mágico sonido de la naturaleza en su amanecer se contraponen con las cámaras en mano acompañando a los periodistas en su huida de la zona de combate, las cámaras ocultas con poca calidad visual, pero con increíble contenido investigativo que revela la corrupción a todo nivel, y esos temerosos estruendos de un conflicto armado que pareciera ser eterno en el Congo. Luego de la hora y media de proyección, esa eternidad del combate pareciera trasladarse al espectador en un silencio reflexivo, en un repreguntarse qué es lo que está ocurriendo del otro lado del mundo, pero qué es lo que también puede ocurrir a la vuelta de tu casa. Virunga es apenas la revelación de una problemática ambiental, social y política que muchos preferirían ocultar y que, sin embargo, hoy encuentra en una disputa entre abogados, una instancia judicial para seguir defendiendo los derechos de un Patrimonio de la Humanidad versus los intereses de quienes solo prefieren los billetes y la guerra a costa de vidas humanas y animales.


La repercusión o “incomodidad” del filme fue tal que el propio actor y reconocido por su compromiso con la actividad ambiental, Leonardo DiCaprio, se incorporó al proyecto como productor ejecutivo para que pueda llegar al mundo entero a través de Netflix, para que todos pudieran tomar conciencia de lo que estaba ocurriendo allí en el parque más antiguo de África. Pero que aún sigue ocurriendo. De Merode fue herido de bala en una emboscada el 16 de abril de 2014; Melanie no recibió ningún tipo de represalia por parte de la compañía, pero aún asegura “que está buscando un medio donde poder publicar más sobre su investigación”; los guardaparques continúan firme a su causa; los gorilas nos siguen enseñando que lo único que en verdad importa es la vida y su lucha por seguir reproduciéndose para no caer en la extinción.

“Cuando se llega a una instancia como los Oscar, tu público se expande masivamente. Eso es increíble para el documental y para el parque también. Eso significa que tantas personas lo estarán mirando y serán conscientes de lo que está ocurriendo allí”, opina Melanie sobre la nominación del documental a los premios de la Academia. Corrupción, investigación, conservación, suspenso y esperanza son los protagonistas de un documental que nos invita a repensar cuál es nuestro rol y responsabilidad en el mundo; cómo por más jóvenes que seamos (26 años quien les habla y 28 quien investigó la problemática) algo podemos hacer; cómo desde el rol que tengamos (como director de un documental, como periodista que investiga, como guardaparque que protege o simplemente le da esperanza y amor a un gorila bebé huérfano que lo perdió todo) algo podemos hacer para “reconstruir” un país, un parque, una realidad. Las palabras de Melanie, desde el otro lado del mundo, nos acercan en principios, valores y objetivos: “Lo que está ocurriendo en el parque es un reflejo de lo que está ocurriendo en el mundo. Esta generación tiene la responsabilidad de no hacer lo que hicieron los mayores y de darse cuenta que la forma en la que vivimos nuestro estilo de vida, la forma en la que consumimos y el modo en que estamos destruyendo nuestro planeta tiene un impacto no solo en los animales sino también en las personas. La gente está hablando de cambio climático y eso es muy importante para tomar conciencia de que tenemos una oportunidad; nuestra generación, en especial. Porque somos jóvenes, pero no tan jóvenes como para tomar la responsabilidad. Tenemos que hacer eso, tenemos que asumir la responsabilidad frente al cambio climático. Tenemos que preguntarnos cómo vivimos todos los días de acuerdo con la visión del mundo que queremos”.