En este emocionante documental del año 2014 el director alemán Wim Wenders nos muestra la vida y obra artística del gran fotógrafo brasileño Sebastião Salgado, contando para ello con la inestimable complicidad del propio hijo del artista, que codirige el proyecto. Las impactantes fotografías recogidas en los distintos viajes de Salgado a escenarios estremecedores como las minas de oro de garimpeiros en Brasil, los conflictos étnicos y genocidas en el Africa central o las hambrunas en el Sahel componen un mosaico humano a la vez fascinante y espantoso, fiel reflejo de la crueldad y la miseria moral a la que puede llegar nuestra especie, pero también hablan de su inmenso amor y compasión por los seres humanos que ha retratado durante su trayectoria profesional y vital. Sus fotografías son una reflexión sobre las desigualdades y los interrogantes que plantea este conspicuo retratista de la realidad de nuestro tiempo.
Pero la convivencia con tanto horror no sale gratis, y el propio Sebastião llegó a un estado de malestar - "se me enferma el alma", dice- que no podía seguir con esa labor y dió un giro a su carrera para dedicarse a retratar los paisajes naturales, los escasos territorios vírgenes que aún quedan, descubriendo la fauna y la flora silvestres en el marco de un proyecto fotográfico gigantesco, tributo a la belleza del planeta. Esa búsqueda epifánica de comunión con la Naturaleza le lleva a reforestar una amplia zona de los bosques que había conocido en su niñez y que habían sido degradados por la codicia humana. Este film imprescindible es pues una mirada al hombre detrás de las icónicas fotografías, una cautivadora conversación en imágenes que componen un apasionante doble retrato, el antropológico y el desesperanzado, sobre el impacto de la raza humana sobre sí misma y su entorno, pero también es el legado de un gran artista gráfico y un humanista impenitente (a pesar de todo) sobre la descomunal belleza de nuestro planeta Tierra y los maravillosos seres que lo habitan.
Lo anunciábamos al publicar el documental sobre Orson Welles y aquí está una de sus grandes obras maestras, 'Sed de mal' (Touch of evil, 1958), un film noir de deslumbrante reparto (con un Welles casi irreconocible creando un villano inolvidable y una fantasmagórica y hermosísima Marlene Dietrich) y una compleja trama sobre el poder y la corrupción. Atención a su expresionista atmósfera y al espectacular plano secuencia de apertura, un prodigio de dominio de la técnica y puesta en escena, y sin duda uno de los mejores comienzos de la historia del cine.
Sinopsis: Un agente de la policía de narcóticos (Heston) llega a la frontera mexicana con su esposa justo en el momento en que explota una bomba. Inmediatamente se hace cargo de la investigación contando con la colaboración de Quinlan (Welles), el jefe de la policía local, muy conocido en la zona por sus métodos expeditivos y poco ortodoxos. Una lucha feroz se desata entre los dos hombres, pues cada uno de ellos tiene pruebas contra el otro.
Existen varias versiones de cómo esta película terminó haciéndose realidad. (...) En realidad, Charlton Heston, que era una estrella emergente a mediados de los cincuenta, quería como compañero de reparto a Orson Welles, y se lo impuso a la Universal. Una vez convencidos, también les propuso que fuera él quien la dirigiera, propiciando su regreso a Estados Unidos, después de filmar tres películas en Europa. Welles cogió una mala novela de policías corruptos, escribió el guión en pocas semanas, y se propuso un regreso triunfal a Hollywood que nunca tuvo lugar, porque como dijera Jonathan Swift: “Cuando aparece un gran genio en el mundo se le puede reconocer por esta señal: todos los necios se conjuran contra él.”
De modo que Welles aceptó dirigir, escribir y co-protagonizar una película en la que Heston interpretaría a un improbable mexicano, y por la que sólo percibiría un salario como actor. Todo para regresar a la industria que él sabía era la única del mundo que le proporcionaría la posibilidad de hacer realidad su inconmensurable temperamento visual. Pero una vez terminada la película, la Universal la encontró indeciblemente desagradable y confusa, la mutiló de la forma más abyecta posible, y la estrenó como un producto de baja calidad, sin apenas promoción, y echando pestes de ella. Increíble, pero cierto. Y aún más increíble la reacción de los críticos americanos, pues lo más suave que dijeron de ella fue que era absurda, hasta llegar a basura pretenciosa. Así las cosas, no es de extrañar la decadencia salvaje del cine norteamericano. Pero, en cualquier caso, ningún crítico ha podido jamás hundir una gran película (del mismo modo que ningún crítico ha podido jamás “salvar” una mala película), y desde luego no pudieron con la que, en opinión de quien esto escribe, es el filme más grande que filmó Welles en Estados Unidos, a pesar de lo caro que le resultó ser profeta en su tierra.
Cuando uno revisa los filmes noir inmediatamente posteriores o anteriores a este, es algo así como situar a Bach entre grupos de música pop actuales. Al lado del genio de Welles, los logros de algunos directores de gran talento quedan completamente eclipsados. Los Wilder, Ray, Preminger, Garnett, Huston, Siodmak, LeRoy, Wellman, Walsh, Fuller, Kubrick y otros, quedan como meros artesanos, casi aprendices, al lado del coloso que dirige ‘Sed de mal’ (‘Touch of Evil’, 1958), y sólo grandes nombres como Fritz Lang, Howard Hawks o Jacques Tourneur pueden comparársele en su genio. En su inclinación apasionada a los caracteres grandiosos, en su desmesurado mundo barroco, Welles cambia el cine para siempre, y los directores de “filme noir” contemporáneos quedan anticuados cuando se observan las imágenes de esta película, que convierte al cine en algo mucho más formidable de lo que los directores “clásicos” pudieron siquiera soñar, y quizá por eso Welles fue sistemáticamente despreciado en su país. Es el problema de poseer un sentido visual y una personalidad tan extraordinarios.
Falstaff Quinlan
Lo cierto es que no resulta fácil escribir un comentario acerca de esta supuesta “basura”, porque siendo en cierta forma la cima del cine negro, también se aleja de sus constantes en ciertos pasajes para erigirse en cine de vanguardia absoluto, en una aventura abstracta, en expresionismo dinámico. Un brutal acontecimiento catalizador, la voladura de un coche en plena frontera entre México y Estados Unidos, es el disparador de una investigación a cargo del capitán norteamericano Quinlan (Welles), y de sus hombres, observados por el policía mexicano Vargas (Heston). La trama posterior, el modo en que Vargas descubre lo podrido que está el capitán Quinlan, el destapar sus prácticas, el salvar a su mujer Susie (nunca estuvo tan sensual Janet Leigh), todo eso es lo de menos. No es más que una excusa para que Welles exponga su visión, una vez más, del abuso de poder, de la soledad del hombre, de la violencia y la sordidez como nunca antes, y posiblemente después, se había visto en el cine norteamericano.
Todo comienza, bien lo sabrán la mayoría de los lectores de esta página, con uno de los planos más famosos de la entera historia del cine. No es exactamente un plano secuencia, porque no toda la secuencia está resuelta con él, pero sí es una muy larga, de asombrosa dificultad técnica, con una grúa alucinante y docenas de extras alrededor de Heston y Leigh, orquestados como si de una sinfonía se tratase. Según Welles, esta clase de planos sólo son posibles en el cine norteamericano, gracias a los excelentes técnicos que trabajan allí. Esto es un poco cuestionable, pero lo que cabe duda es que el gran Rusell Metty (según John Baxter ninguneado por Kubrick en ‘Espartaco’, aunque ganara su único Oscar por esa película) está a la altura del Gregg Toland de ‘Ciudadano Kane’ (‘Citizen Kane’, 1941) en pericia técnica y en ambición estética. Metty, secundado por Welles, lleva hasta las últimas consecuencias los claroscuros del expresionismo alemán. Sus sombras y profundidades de campo es lo más lejos que se puede llegar sin caer en la parodia.
Con los personajes envueltos en sombras excepto en las escasas escenas diurnas al aire libre (en los interiores, aunque sea de día, todo son enormes contrastes de luz), Welles dirige a los actores con mano maestra, en un amanerado juego visual, pues los actores asemejan bailarines coreografiados por una sensibilidad experta. Al mismo tiempo, el uso de la cámara es increíblemente expresivo. Lo admirable es que tanto movimiento de cámara y tanto movimiento de actores no produce una confusión visual y sí una tremenda inquietud, que va enervando al espectador progresivamente, desquiciado por unos diálogos magistrales que se suceden con la velocidad de un tiroteo. La rivalidad natural entre Quinlan y Vargas desvela el profundo racismo del primero, para convertirse en una de las críticas más feroces contra la policía de esa frontera de que hay noticia. La política, los tejemanejes de los poderosos, el cinismo de la justicia, pero también el tesón y la perserverancia de los hombres honestos, que jamás se rinden.
La presentación de Quinlan es absolutamente brutal, parecido a un Falstaff moderno (personaje shakesperiano favorito de Welles): pendenciero, vanidoso, compulsivo, hasta cruel, pero con el corazón roto. Llegaremos a odiar a Quinlan, mientras es imposible dejar de pasmarse con el fenomenal talento interpretativo del actor. Welles sólo contaba cuarenta y tres años cuando hizo esta película, pero quizá su escarpada carrera le envejeció más que la caracterización. A su lado Heston está muy bien, muy sólido y muy creíble, aunque jamás nos creemos que sea mexicano, y mucho menos cuando chapurrea español. El resto del reparto debería estudiarse en las escuelas de casting: Joseph Calleia, Akim Tamiroff, Joanna Moore, Ray Collins, Valentin de Vargas, Mort Mills... todos ellos configuran un collage de rostros salvajes, casi demenciales. La pura imagen de la corrupción y la infamia. Y el remate final es la aparición fantasmagórica de una enigmática Marlene Dietrich en un papel antológico, en el que se limita a mirar con sus ojos insondables, y a soltar nada más que un par de frases misteriosas sobre Quinlan, cual adivinadora de otro mundo. Ya la mera utilización de la cámara para los coches en movimiento, convierte en antiguallas de arqueología las retroproyecciones que aún se seguirían utilizando durante algunos años. Y posiblemente nunca se utilizaron las grúas de un modo tan dramático (ni los contrapicados, ni los planos inclinados), exprimiendo así las últimas gotas dramáticas de cada secuencia. Claro que la grúa habría sido menos espectacular sin los escenarios diseñados por Robert Clatworthy y Alexander Golitzen, que hacen de la frontera y de cada calle un personaje más, en un barroquismo grandioso, bañado por las sombradas de Metty, vestido de la cadenciosa y delirante música del legendario Mancini, con los bailarines-actores haciéndolo vibrar, en un todo del que no se puede extraer ningún elemento sin que sufran los demás, y que hay que gozar vinculando continuamente sus hallazgos hasta la extenuación, en un obra maestra imperecedera del arte del siglo XX.
"Con el Rocío las cosas se tapan. Todo el mundo sabe lo que pasa pero cuando viene la peregrinación se mira a otro lado. Es como si esperásemos estas fechas con resignación (...) Viene el Rocío y nos tapamos la nariz. Y esto no puede ser" Juan José Negro. Director de la Estación Biológica de Doñana. "La gente va borracha y no controla, he visto a caballos morir a palos" Arturo Pérez, Presidente de la Asociación Contra la Tortura y el Maltrato Animal (ACTYMA).
Ya no es que la romería del El Rocío me haya parecido siempre un acto de histeria colectiva inquietante, una beoda marabunta humana que todos los años se abate sobre buena parte de una Reserva de la Biosfera llamada Doñana (que no es de uso público ni se permite el turismo, salvo esos días y a esas personas..) camino de Almonte, donde grupos de sudorosos gañanes se hostian para discutirse el derecho a saltar una verja y sacar a pulso una estatua a la que aclaman hasta el delirio y confieren toda clase de poderes sobrenaturales, mientras le acercan niños aterrorizados -transportados en volandas por la histérica muchedumbre- que se supone serán bendecidos si son tocados por los lujosos tocados de la reverenciada escayola.
Desde los monumentales cortes de tráfico durante todo el trayecto por el paso de miles de vehículos motorizados y carruajes pasando por las toneladas de basura abandonadas al paso de los rocieros, no son sin embargo todas estas prebendas lo que más nos indigna de esta descomunal celebración del postureo y la idolatría, sino que está construida sobre el abuso y el maltrato continuado de miles de bueyes, caballos, mulos y otros equinos, lo que cada año acarrea un vergonzante goteo de animales esclavizados y abusados hasta la muerte. La escasez de comida y agua, las jornadas agotadoras y la falta de descanso y atención veterinaria son algunas de las causas que llevan al maltrato y en ocasiones la muerte de los animales durante la romería. Aparte de que los desfases propios de la fiesta y el exceso de alcohol recaen directamente sobre los desgraciados animales obligados a participar de todo ello.Pero es sobre todo la inexistencia de una ley (que no ya una conciencia moral) que obligue tratar a los animales como los seres vivos que son y no como objetos que se puedan usar hasta que se rompan.El PACMA ha estado en El Rocío de este año 2015, documentando el maltrato y las muertes de caballos y otros équidos, reventados por el cansancio y la falta de cuidados. Con ello les dejamos.
Teaser presentado durante la entrega en Nueva York del premio ALBA-Puffin de Derechos Humanos. El vídeo resume en algo más de 4 minutos el trabajo de la Asociación por la Recuperación de la Memoria Histórica durante estos últimos 15 años.
¿Imaginas que los medicamentos que consumes no son los que realmente necesitamos? ¿Que no se atienden las enfermedades que más afectan a la población sino las que son más rentables? ¿Que sólo producimos medicamentos en función de qué países las van a consumir? La lógica capitalista se ha trasladado a la industria farmacéutica, eso es lo que denuncian la ONG Salud por derecho en el documental “Investigación médica: Houston, tenemos un problema”. Contaremos con Rafael Correa, Jefe del Laboratorio de Inmuno-regulación del Hospital Gregorio Marañón, Vanessa López. Directora ejecutiva de Salud por Derecho y Carlos Ugarte, responsable de relaciones externas de Médicos Sin Fronteras.
Porque en este documental expertos y líderes de opinión de todo el mundo aportan datos tan contundes como escalofriantes sobre el perverso modelo de investigación médica. Porque la verdad incomoda a los que tratan de ocultarla. Porque la información es poder y porque cuantos más sepamos lo que está pasando, más podremos hacer por cambiar la situación. Por este motivo creemos que es importante que lo veas y saques tus propias conclusiones. Si crees que es importante que más personas conozcan esta realidad que afecta directamente a nuestra salud, ayúdanos a divulgarla. Puedes hacerlo fácilmente compartiendo este documental en tus redes sociales. Además, si quieres proyectarlo para que más gente tenga acceso a él, nosotros te ayudamos a organizarlo. Escríbenos a saludporderecho@saludporderecho.org y nos pondremos en contacto contigo.
El pasado 6 de mayo se cumplieron cien años del nacimiento del gran Orson Welles. Ya desde niño George Orson Welles destacó por su precocidad artística. Se cuenta que a los tres años apareció en una representación de Sansón y Dalila y que a los diez dirigió y protagonizó una versión teatral de 'El extraño caso del doctor Jekyll y Míster Hyde', una serie de leyendas que el propio Welles encargaba de difundir y adornar. Pero Welles transitó rápidamente de niño prodigio a configurarse como un artista multidisciplinar de gran inteligencia y versatilidad.
Cuando Orson Welles llegó a Hollywood a comienzos de los años 40 confesó que el cine era el tren eléctrico más fabuloso con el que le habían dejado jugar en toda su vida. Por entonces, ese joven que apenas superaba el cuarto de siglo de vida era ya una celebridad en toda Norteamérica. Con veinte años había montado obras de Shakespeare en Nueva York y era, además, una voz habitual de los seriales dramáticos de la cadena de radio CBS.
Una noche de 1938 su voz anunció en directo la invasión de los extraterrestres. Hubo oyentes que huyeron alarmados de las ciudades sin saber que se trataba, en realidad, de una dramatización de La guerra de los mundos, la obra de H. G. Wells. Tras el escándalo la RKO le ofreció un contrato para filmar dos películas. Nunca antes un novato había gozado de tanta libertad. El primero de aquellos dos títulos lo realizó en 1941 y fue Ciudadano Kane. A partir de ahí nació la leyenda.
Welles tuvo una irregular carrera en Hollywood, así como una importancia crucial en el cine independiente y en el teatro. Con una vida personal y sentimental agitada, antepuso siempre como prioridad su trabajo. Como actor Welles trabajó infatigablemente, interpretando muchas veces dos y tres películas por año. Algunas de sus actuaciones actorales, como en 'El tercer hombre' (1949) son memorables aunque ésta, una de sus películas más célebres sería dirigida por Carol Reed. Sus interpretaciones de Othello, Kane, Falstaff y otras en las que se dirigía a sí mismo, hacen ver que su talento como actor era tan grande como el de director y el que manifestó en otras muchas actividades de su vida.
Después de la ya citada 'Ciudadano Kane', firmaría en 1942 'The Magnificient Amberssons' (El quinto mandamiento), 'El extraño' (The stranger, 1945), 'The lady from Sanghai' y 'MacBeth' en 1947 y ya en los cincuenta y sesentas dirigiría 'Otello' (1952), 'Mr. Arkadin' (1955) y las magníficas 'Sed de mal' (1957) o 'Campanadas a Medianoche' (Chimes at midnight, 1965). Los más remarcable de los setenta (al menos lo único de esa década que hemos visto) sería 'F for Fake' (1973), que ya publicamos en este blog. Muchas de estas películas son obras maestras imperecedoras (e imperfectas), llenas de escenas memorables que continúan inspirando a los cineastas actuales.
Polémico y discutido, Welles siguió trabajando hasta su muerte, el 10 de octubre de 1985. Dejó varios proyectos inacabados y una sensación general de que su gran talento merecía otra obra maestra. "Era el hombre con más talento que he conocido en mi vida", dijo de él Charlton Heston, el protagonista de Sed de mal. "Sin embargo eso no significa que fuera el mejor director, guionista o actor", añadía. Puede que sea cierto pero cada vez que se habla de Orson Welles no podemos dejar de exclamar lo mismo que uno de los personajes de Campanadas a medianoche: “Señor, señor… las cosas que hemos visto”.
Este documental ofrece imágenes de casi todos los trabajos realizados por el legendario director estadounidense, incluidas algunas de sus películas inacabadas como 'Al otro lado del viento', con John Huston. Cuenta con numerosas entrevistas a personalidades relevantes como Martin Scorsese, Steven Spielberg, Richard Linklater, y su amigo de toda la vida, el historiador de cine y director, Peter Bogdanovich. Imprescindible para cinéfilos. Lo único a lamentar tanto en este como en el resto de documentales que captamos desde la web de RTVE es que sean doblados, algo que nunca entenderemos y que siempre nos deja un lamento. A lo largo de nuestro ciclo de cine clásico USA publicaremos algunas de sus mejores películas, por supuesto 'Citizen Kane' pero también 'Sed de mal' (que será la primera), 'Campanadas a medianoche', 'La dama de Shanghai' o 'Macbeth' para seguir disfrutando del cine del genio de Winconsin. Ahora el docu y a disfrutar de la vida y obra del gran Orson Welles.
En Portada nos lleva a México, China, Brasil, Estados Unidos e Israel para conocer cómo gestionan algunas de las grandes megalópolis mundiales sus recursos hídricos en estos tiempos en los que el cambio climático (Sao Paulo, Los Angeles...) está poniendo en graves problemas el abastecimiento de agua potable para millones de personas.
En Portada. "Las crisis del agua"
Este recurso imprescindible para la vida es uno de los bienes más maltratados
Abordamos los desafíos para garantizar, a corto plazo, el acceso al agua Solo es 3% del agua que nos rodea es dulce y disponible para el consumo. A día de hoy, más de mil millones de personas no tienen acceso a agua potable
Solo es 3% del agua que nos rodea es dulce y disponible para el consumo. A día de hoy, más de mil millones de personas no tienen acceso a agua potable
Asia, el continente más poblado del planeta pasa sed. Sao Paulo, -sede de uno de los grandes centros financieros del mundo y la mayor ciudad de Brasil, el país con mayores reservas hídricas del mundo-, pasa sed. En muchos países de África la principal ocupación de las mujeres es la búsqueda diaria del agua. En Oriente Medio, comunidades como Israel y Palestina han hecho del agua un campo de batalla. En México se riega con aguas negras mal recicladas... Esta semana en En Portada analizamos los desafíos del planeta para garantizar, a corto plazo, su bien más preciado.
Coger y acarrear el agua tras largas caminatas forma parte de la cotidianeidad de los africanos, generalmente de las mujeres y niñas
La importancia de cuidar el elixir de la vida
El agua, partícula imprescindible para los seres vivos y para el desarrollo humano, es uno de los bienes más maltratados. Todo el mundo la necesita, pero casi nadie aplica las medidas básicas para cuidar y conservar el elixir de la vida. Vivimos rodeados de agua, pero menos de un 3% es dulce y disponible para el consumo. La concentración de la población mundial en grandes megalópolis y el cambio climático, con su influencia en los ciclos de lluvia y en la agricultura, obligarán a revisar, más pronto que tarde, las políticas del agua.
La voz de los expertos
Expertos como el Profesor Pedro Arrojo; Víctor Viñuales, Director Ejecutivo de Ecología y Desarrollo, o Josefina Maestu, Directora de la Oficina de Naciones Unidas de apoyo al Decenio “El agua, fuente de vida” 2005-2015, explican para En Portada los riesgos que corre un planeta que descuida su principal elemento. El profesor Arrojo, asegura que “la crisis del agua es triple: de sostenibilidad, de pobreza y de mala gobernanza por parte de los gobiernos”. Víctor Viñuales afirma que “la mala gestión del agua es un problema civilizatorio y la muestra del fracaso de quienes fuimos capaces de ir al planeta Marte pero no de proveer de agua a millones de seres humanos”.
Acceso a agua potable y saneamiento
El acceso universal al agua y su saneamiento, son dos de los grandes objetivos. Pero mientras el primero se va cumpliendo, aunque sea lentamente; el segundo, está lejos de alcanzarse. Y lo que está en juego es el futuro de millones de seres humanos, pendientes de un pacto con la naturaleza al que le falta la firma.
Por fin. La travesía terminó y el Madrid llegó a la cima. Al tercer intento consecutivo, ya no hubo contratiempos que le impidiesen coronar la cima. Han sido cuatro largos años de ascensión, desde unas ahora lejanas catacumbas que parecían haberse convertido en el hábitat natural de una sección incapaz de levantar el vuelo y hacer honor a su historia. Se cambiaba cada dos por tres al capataz, a los sherpas y a la cordada, pero no había forma. Y en estas llegó Pablo Laso. Y con él una idea y un estilo que han sido respetados, no siempre al cien por cien, pero sí suficientemente como para darle tiempo a llegar a lo mas alto. El éxito dista mucho de ser circunstancial, sino más bien el resultado de una combinación de talento, paciencia y perseverancia. En cada uno de los intentos fallidos, se evitaron medidas drásticas o cambios de rumbo que podían tirar por la borda lo ya construido. Se optó por preservar lo principal, y apuntalar las fallas observadas en cada uno de los reveses. Era cuestión de tiempo que todos los astros que deben alinearse para ganar una competición tan exigente y compleja como la Euroliga se pusiesen de acuerdo. Pudo ser en Londres o Milán, pero para mayor disfrute, tuvo lugar en Madrid, en su casa parcialmente alquilada a las aficiones rivales pero que finamente dio más empuje que responsabilidad.
Poco pudieron hacer los griegos, a pesar de que durante más de medio partido sembraron la incertidumbre. Lo dijo Daimiel en la retransmisión, les gusta hacerse los muertos. Pero con un Spanoulis que nunca estuvo ni cómodo ni acertado, los milagros resultan mucho más difíciles.Dentro de esos ajustes provocados por las anteriores derrotas, los responsables del equipo llegaron a la conclusión que a la plantilla de la temporada pasada, capaz de jugar tan bien como lo hizo, le faltaba algo de colmillo competitivo en las grandes ocasiones. Esta cualidad no es estadística, sino que entra en ese concepto tan baloncestístico como los intangibles. Esta fue la razón principal de la incorporación de gente como Ayón y sobre todo elChapu Nocioni. El argentino, llegada la hora de la verdad, ha resultado proverbial, y su MVP no suena nada raro, sino todo lo contrario. Nocioni no conoce el miedo, se pega hasta con su sombra, no estaba contaminado por anteriores varapalos y resulta proverbial sobre todo cuando la cuesta se empina y flojea el ánimo. Su tarea fue hercúlea, lo mismo que la de Ayón y Rivers en la semifinal o los buenos minutos en el segundo cuarto frente a Olympiacos de Maciulis, que desatascó un ataque que no terminaba de fluir. En un equipo donde su columna principal formada por los dos Sergios,Rudy y Felipe no ha estado especialmente acertada, los actores secundarios traídos esta temporada han dado la razón a aquellos que los contrataron, convirtiéndose en los héroes de la Final a Cuatro. Bueno, y Carroll, que con su racha marca de la casa en el tercer cuarto puso proa al Madrid hacia la victoria final. En definitiva, que el Madrid vuelve a reinar, y el orgullo de todos sus seguidores no debe centrarse sólo en este tan ansiado título, sino en otros valores que han revivido a la sección hasta colocarla de nuevo en lo más alto. Hoy, por fin, resultadistas y aquellos que consideramos el éxito como resultado de un camino bien recorrido, pueden darse la mano viendo una bandera blanca ondeando en lo más alto de la montaña.
"Ni una sola palabra de amor", es un estupendo corto dirigido por El Niño Rodríguez (Argentina, 2011) y protagonizada por Andrea Carballo. La cinta de un contestador telefónico extraviada en un mercado de pulgas (un mercadillo) nos trae la increíble historia de Enrique y María Teresa: una mujer que espera recibir la llamada de un hombre que no responde nunca. 16 mensajes desesperados quedarán grabados buscando que le digan, tal vez, una sola palabra de amor. Años después la verdadera protagonista de la cinta aparecerá para contar las circunstancias que la llevaron a realizar aquellas llamadas.
Premios:
Mejor Corto 3º Festival Sólo con Cámara de Fotos SCDFIII 2012
Mirada de Oro - Corto ganador del 6º Festival Mirada en Cortos
Premio de la Prensa 4º Festival Mirada Oeste
Mejor Ficción XXVIII Concurso Nacional de Cine & Video Independiente- Cipolletti 2012
Mejor Ficción Festival Latinoamericano de Cine de Rosario 2012
Mejor Actriz Festival Latinoamericano de Cine de Rosario 2012
Mención Mejor Ficción 2º FECI Festival de Cine de Ituzaingó
Mención Especial 7º Festival Nacional de Cortometrajes Pizza Birra y Cortos
En estos días que se celebran las efemérides del 70º aniversario del final de la segunda guerra mundial en Europa, hemos de recordar que tras la terrible guerra llegó la postguerra y ésta fue también una época muy conflictiva en los países en los que se había combatido (como refleja el magnífico libro 'Continente Salvaje', de Keith Lowe). Fue una época de represalias, delaciones y revanchismos en la que los ejércitos aliados (mayormente los soviéticos pero no sólo ellos) cometieron múltiples crímenes, violaciones y otros abusos de poder sobre la población civil en su ocupación del país que había comenzado la guerra más letal que había conocido la Humanidad. Y fue en su capital donde la periodista y fotógrafa Martha Hillers, de 33 años (una de las aproximadamente dos millones de mujeres alemanas que sufrieron esos abusos), decidió escribir 'Eine Frau in Berlin' (Una mujer en Berlin), la crónica de los días en los que las tropas rusas entraron en la ciudad y las mujeres alemanas tuvieron que luchar -y padecer- por su supervivencia. Probablemente esos apuntes íntimos que constituyeron su diario, escritos en un refugio antiaéreo a la luz de las velas, ayudaron a su autora a mantener un vestigio de cordura en un mundo de devastación y crisis de los valores morales. La autora describe la vida de las mujeres y ancianos que subsisten en su bloque de apartamentos ante la llegada de las tropas soviéticas, las violaciones a las que la mayoría de vecinas son sometidas y cómo en su desesperación ante las agresiones decide mantener relaciones con un oficial ruso a cambio de protección, aunque también esta protección también se tornará precaria. Publicado en 1959, el libro no fue bien recibido por el público de la época, probablemente porque el pueblo alemán no estuviera listo aún para revivir esa parte dolorosa de su historia. Después de haber sido acusada de dañar el honor de las mujeres alemanas y de propaganda anti- comunista, Marta Hillers rechazó cualquier posterior publicación de su diario y decidió permanecer en el anonimato. Fue sólo después de su muerte a los 90 años, junio de 2001, cuando pudo volver a ser publicado y encontrar el éxito que le corresponde por sus extraordinarios valores morales, históricos y literarios. Les ofrecemos también, en una nueva entrega de nuestro ciclo de cine europeo, la película homónima basada bastante fielmente en la novela y dirigida por el alemán Max Färberböck en el año 2008, para aproximarnos a aquella época azarosa y decisiva para el destino de Europa y a aquellas valientes mujeres que ayudaron a reconstruir un mundo en ruinas en el que simplemente decidieron resistir, decidieron seguir vivas.
Ciclo de cine europeo (34) Una mujer en Berlin', de Max Färberböck
Una mujer en Berlín, de Anónima
Texto: Letras Libras Luis Fernando Moreno Claros Enero 2006 Hasta hace apenas una década, en Alemania era un tabú cuestionar abiertamente la cruel y probablemente inútil destrucción de ciudades monumentales como Dresde o Colonia por la aviación aliada durante la Segunda Guerra Mundial. Oficialmente había que considerar semejantes acciones como males necesarios para liberar del nazismo a la propia Alemania y a Europa, y ello a despecho de los cientos de miles de víctimas civiles que perecieron en los bombardeos y de los cientos de miles que perdieron sus hogares; del mismo modo se justificarían también poco después las bombas atómicas arrojadas sobre Hiroshima y Nagasaki: fueron necesarias para terminar la guerra con Japón. Hoy se cuestiona si no cabría hablar más bien en ambos casos de "crímenes de guerra".
Pero junto al tabú de los bombardeos aliados y sus nefastas consecuencias para bienes y personas subsiste otro tabú un tanto más difícil de vencer: el espinoso tema de las violaciones masivas de mujeres y niñas alemanas por los soldados del Ejército Rojo durante la denominada "liberación" de Prusia Oriental y la toma de Berlín, en el invierno y la primavera de 1945. Libros como El incendio, del alemán Jörg Friedrich, o Berlín. La caída: 1945, del británico Anthony Beevor (ambos en Editorial Crítica), recientes éxitos de ventas en toda Europa después de su enorme impacto en Alemania, deben su calurosa acogida a que se han atrevido a tratar abiertamente y con mirada histórica tanto el bombardeo de las ciudades alemanas como las proezas sexuales del Ejército Rojo en territorio alemán conquistado, tema este último en el que Beevor hace un necesario hincapié.
En efecto, en la detallada narración de los avances del ejército de Stalin hacia Berlín, el autor de La caída no omite la referencia al miedo cerval de los civiles y, sobre todo, de la población femenina frente a la llegada de los rusos. Aparte de asesinar a cualquier varón que les opusiera la más mínima resistencia, la violación de toda mujer o niña que tenía la desgracia de toparse con ellos era operación obligada para esos guerreros sedientos de algo más que de sangre. Escaso fue el número de mujeres que escapó a las ansias amatorias de los miembros del Ejército Rojo, borrachos como cubas en la mayoría de los casos: los alemanes, en su retirada, les dejaban alcohol a discreción a fin de retardar el avance de un ejército de beodos. Pero las consecuencias del exceso etílico las pagaban las "perras fascistas".
Beevor no olvida aclarar que el Ejército Rojo tenía una deuda pendiente con la Wehrmacht alemana; los soldados de Hitler incendiaron, saquearon, violaron y asesinaron a conciencia cuando invadieron Rusia, en 1941. Así que el desafuero soviético fue excusado por muchas personas como un lógico acto de venganza. Los comisarios políticos estalinistas explotaron la sed de revancha de los soldados e impartieron consignas de odio que embravecieran a sus tropas: "Matad alemanes, odiad Alemania y todo lo alemán, matad cerdos fascistas", etcétera. Así que, inflamados de odio, los alemanes y las alemanas carecían de valor para ellos: los superhombres se tornaron infrahumanos.
La crueldad de los rusos con los civiles y, principalmente, aquellas violaciones en masa fueron la razón de que los alemanes prefirieran ser vencidos por los americanos o los ingleses antes que caer en manos de los soviéticos. El ejército americano o el inglés —salvo en casos aislados— jamás cayó en semejantes desmanes. Los rusos, en general más primitivos, incultos y abotargados por la ideología estalinista, excesivamente limitados en su visión del mundo, empobrecidos mayoritariamente por el comunismo, reprimidos sexualmente en un Estado que despreciaba el erotismo, se comportaban en la rica y civilizada Alemania como bestias desatadas; en cambio, los soldados de los ejércitos americano y británico, educados en Estados de arraigada tradición democrática, en los que la vida humana —al menos teóricamente— se valoraba por encima de cualquier otro bien, se comportaban con mayor fiabilidad en lo que se refiere al respeto físico del enemigo vencido. Esta es la idea que hoy prevalece entre los más prestigiosos historiadores; pero claro, no hay que olvidar que los americanos e ingleses mataban desde el aire con sus innumerables racimos de bombas incendiarias. De ahí que, como puede leerse en Una mujer en Berlín, el libro objeto de esta reseña, muchas alemanas hubieran acuñado un cáustico lema: "Mejor un ruso en la barriga que un americano en la cabeza"; esto es, mejor pasar por el trauma de la violación y vivir con semejante deshonra que perecer entre las ruinas de la propia casa con toda la familia.
Este extraordinario testimonio, rescatado en Alemania por Hans Magnus Enzesberger para su serie de obras curiosasDie andere Bibliothek (La otra biblioteca), es el diario de una sobreviviente, de una mujer alemana, soltera, de 33 años, culta e inteligente, cosmopolita y curiosa, a la que el destino pilló en la capital del Reich mientras trabajaba en una editorial. Desde el 20 de abril hasta el 22 de junio de 1945 anotó casi a diario sus peripecias y las de sus conocidos y vecinos durante los días que siguieron a la conquista de Berlín por los rusos. El relato es muy fluido, de enorme intensidad y tensión dramática. Los primeros días, escondidos en el sótano, y luego, ya habitando en sus pisos destrozados, sin luz eléctrica ni agua corriente, un pequeño grupo de berlineses (quedaban aún vivos alrededor de cuatro millones de civiles, escondidos o dispersos entre las ruinas), compuesto por un puñado de atemorizados varones y una decena de mujeres de diversas edades, tiene que soportar la presencia de los vencedores rusos, pesados moscardones que contemplan a toda mujer como botín de guerra.
Según este relato, los soldados soviéticos, ya saciados de sangre, después de intensos meses de desmanes y batallas, no se muestran especialmente agresivos con los cavernícolas civiles a su llegada a un Berlín despanzurrado, pero sí extraordinariamente lascivos en lo que respecta a las alemanas. Además del hambre y la muerte de sus allegados, las mujeres tienen que cargar también con la violación. El "aquí te pillo aquí te violo" —la expresión es de la autora— es algo a lo que se exponen casi en cuanto salen a la luz e incluso por las noches en los pisos de puertas débiles y mal atrancadas; de ahí que la mayor parte de ellas prefiera permanecer escondida en lúgubres nichos o elevadas buhardillas. Aunque hay otras formas de violación más sutiles y la brutalidad del principio va adoptando formas más llevaderas: al cabo de unos días los rusos toman "novias" y se "enamoran" de una mujer concreta a la que convierten en su amante obligada. Ésta gana el favor del enemigo y gracias a ello puede proteger a sus conocidos así como recibir alimentos. Si las elegidas no ceden, ponen en peligro a todos cuantos se refugian junto a ellas.
Finalmente, como la violación resulta ser una especie de plaga colectiva que sólo las afecta a ellas, las mujeres terminan por sobrellevar su desgracia con resignación. Ello las une y las solidariza entre sí y su unidad excluye a los derrotados varones alemanes, impotentes ante la vehemencia de los rusos. De manera que, en semejantes circunstancias, fue el "sexo débil" el que tuvo que transformarse en fuerte: "Una y otra vez voy notando en estos días cómo se transforma mi percepción de los hombres, la percepción que tenemos todas las mujeres en relación con los hombres. Nos dan pena, nos parecen tan pobres, tan débiles, el sexo debilucho".
La autora de Una mujer en Berlín tampoco escapa al destino femenino común. En cuanto llegan los rusos, varios soldados la someten en repetidas ocasiones a "eso" (así se refieren las mujeres a un asunto que al principio tratan con pudor y del que terminarán hablando abiertamente con todo el que pueda escucharlas). Como tiene algunas nociones de ruso —la despabilada joven había viajado también a Rusia por motivos de trabajo— también las aprovecha: así que con sus chapurreos hace de intermediaria entre los vecinos y los vencedores, evita alguno que otro abuso mortal y logra ganarse algo de respeto. También ella se busca un protector, uno que sea fuerte entre la horda y la defienda de las violaciones indiscriminadas. Así que, como tantas mujeres, terminará convertida en presa voluntaria y en botín exclusivo de algunos oficiales que la tratan con menos desprecio del habitual. "Cama por comida" y "cama por protección" fueron tratos comunes entre vencedores y vencidas. Y es que, a la larga, el hambre pesaría más que la humillación. Pero las mujeres terminan por hacer de la necesidad, virtud. Los antiguos principios, la moral, el pudor, todo lo han deshecho las bombas, unas situaciones extremas propiciadas por la muerte desquiciadora modifican y acuñan la nueva ética ocasional de las sobrevivientes.
Por lo demás, las mujeres sobreviven y olvidan; y, a su modo, algunas hasta se mofan y se aprovechan de los vencedores. La autora nos deja unas descripciones impagables de la necedad y la zafiedad de los rusos, simples bestias planas y aniñadas. De "hombría" carecen totalmente. Más bien parecen torpes chiquillos sueltos en una tienda de juguetes. Berlín entero es una cueva de Alí Babá que esconde tesoros sin cuento: mujeres, ropa, relojes... Estos últimos los lucen a pares o a docenas mientras se pavonean enseñándolos a todo el mundo e incluso se los roban entre sí. Poco a poco, después de que los oficiales o los soldados de mayor rango hayan dejado muy claros cuáles son sus respectivos "cotos de cama" —otra acertada expresión de la autora—, la protagonista comienza una vida algo más segura. Los días pasan y sus oficiales la mantienen, asegurando también la supervivencia de sus vecinos. Finalmente, después de casi un mes de incertidumbres y penalidades, la situación en el Berlín conquistado se hace menos peligrosa. Un atisbo de normalidad asoma entre las ruinas. Se llama a los cavernícolas a la limpieza de escombros, y las mujeres y chicas jóvenes pueden volver a salir a las calles con relativa seguridad. Hasta se establecen controles sanitarios para revisar y asesorar a las violadas. Y muchas de ellas hacen chistes respecto de las situaciones más traumáticas. Un acre humor negro alivia las consecuencias de la desgracia y da paso, en definitiva, a la excitación de los sobrevivientes, fruto de la vida que continúa y que, de manera consciente o inconsciente, pugnará por sepultar en lo más hondo de la memoria las negras nubes del pasado.
Precisamente este tipo de humor e ironía consiguen que unos hechos tan incómodos, una historia desagradable y tan triste como ésta atrape al lector y termine seduciéndolo: como siempre, será la fortaleza humana la que venza a la necedad, la valentía del individuo aislado la que quede por encima del colectivismo abstruso.
Una mujer en Berlín no agradó en Alemania cuando se publicó por primera vez en 1957 (poco antes, en 1954, había aparecido en versión inglesa, y, enseguida, el libro fue traducido a varios idiomas más, entre ellos el español). Los hombres alemanes se sintieron incómodos, y también muchas mujeres. El relato aireaba aquello que era mejor mantener oculto, por pudor y vergüenza. Los varones habían hecho la guerra —su guerra— y todo el mundo había salido perdiendo, las mujeres de aquella manera. La credibilidad y el culto a la jactanciosa "virilidad" de los machos alemanes quedaban seriamente dañadas. Pero no sólo eso, al entender de muchos lectores, es la "virilidad" de todos los varones en general la que después del relato no levanta cabeza. Frente a los hombres, inconscientes y guerreros, se alza más poderoso el pragmatismo y hasta el sentido común de las mujeres: éstas demostraron poseer más capacidad de resistencia, ser quizás más "aptas para la vida" en circunstancias no convencionales. "Anónima" afirma en determinado momento: "Tengo la sensación de que estoy bien pertrechada para la vida". Esa sensación podían tenerla también la mayoría de las mujeres que supieron sobrevivir a aquella tragedia. Pero la opinión pública, hipócrita casi siempre, no se lo perdonaba a la autora, e incluso se le reprochó su "desvergüenza" y frivolidad al tratar del tema tabú. Lo mismo hicieron muchos hombres al regresar de la guerra y enfrentarse con sus hembras violadas: prefirieron ignorar los hechos y el sufrimiento de sus mujeres, no saber, no sentir, no pensar. Era mejor olvidar por el bien de todos,
y de repente aquel libro se empeñaba en recordar.
Hay que elogiar la estupenda traducción, que capta tan notablemente la cantidad de matices de un relato escueto e irónico, tan sencillo y natural como el abierto y sereno carácter de la valiente autora.
Plastic Bag (Bolsa de plástico) es un cortometraje del año 2009 dirigido por el estadounidense Ramin Bahrani (suponemos inspirado en la famosa escena de la bolsa mecida por el viento de 'American Beauty'), narrado por el alemán Werner Herzog y con banda sonora de los islandeses Sigur Ros, que nos cuenta la épica historia de una bolsa de plástico (ese elemento tan característico de las actuales civilizaciones humanas) improntada de su Creadora, su primera usuaria, a la que buscará hasta su destino final. Y es precisamente ese final, que a nuestro juicio debería haber sido algo menos lírico y más ecologista, lo que menos nos gusta del corto. Pero es una muestra de buen cine con pocos pero valiosos recursos, inspiración, talento, trabajo y una cámara.
"¿Qué queda de ETA? Un andamiaje oxidado que a ver quién acierta a desmontarlo. Y un mal recuerdo."
El pasado domingo Jordi Évole despedía la temporada de Salvados con la emisión de un reportaje en el que hablaba con el ex-etarra Iñaki Rekarte, en una entrevista sobria y desmitificadora, llena de miradas, silencios y verdades a corazón abierto de una persona en busca de redención que quiso abandonar el odio que había dominado su existencia. Un documento histórico y necesario para comprender mejor un conflicto que ha marcado una época terrible de nuestro país y a una parte de los contradictorios seres humanos que en él participaron, perdiendo su vida, su libertad o una gran parte de su alma.
Cuando se producen los 70 años del campo de concentración y trabajo austriaco de Mauthasen-Gusen, queremos homenajear a los españoles (y muchas personas de otras nacionalidades) que trabajaron en él en condiciones esclavas que ocasionaron la muerte a miles de ellos. Sin embargo, la estancia en este campo también supuso el nacimiento de una solidaridad entre los prisioneros españoles que se ayudaron a sobrevivir en las espantosas condiciones de trabajo, alimentación y cuidados médicos que sufrían. Cuando el 5 de mayo de 1945 el campo fue liberado por tropas estadounidenses, estos se encontraron con una enorme pancarta en la que se podía leer "Los españoles antifascistas saludan a las fuerzas liberadoras". Entre ellos estaba el catalán Francisco Boix, un fotógrafo que logró documentar (y ocultar) con miles de imágenes las ejecuciones, maltratos y padecimientos los maltratos y padecimientos de los internados en este campo de muerte y que posteriormente servirían para juzgar a muchos de los criminales de guerras nazis que negaban su participación en los hechos relatados. Inolvidable momento cuando en esos juicios Boixse levantó para acusar con vehemencia a altos jerarcas nazis, como Ernst Kaltenbrunner y Albert Speer, el arquitecto de Hitler. En los documentales que seguidamente ofrecemos podremos asistir a la historia de estos compatriotas y de los supervivientes actuales, que trabajan para recordar lo que en Mauthausen ocurrió para que no caiga en el olvido.
Mauthausen, el deber de recordar
Documental histórico sobre la vida de los republicanos españoles en el campo de exterminio nazi. Más de 7.000 republicanos españoles perecieron en Mauthausen antes de su liberación el 5 de mayo de 1945 por las tropas aliadas. Los pocos supervivientes se juramentaron para que aquella masacre no quedara impune.
Francisco Boix, un fotógrafo en el infierno Francisco Boix, es el único español que declaró contra importantes miembros del gobierno nazi en el Proceso de Nuremberg. El documental nos narra la vida de este fotógrafo, que al exiliarse tras la Guerra Civil Española, acabó en el campo de concentración de Mauthausen. Destinado en el laboratorio fotográfico del campo, consiguió sacar los negativos de unas 2.000 fotos que posteriormente servirían de prueba acusatoria en el famoso Juicio. Francisco Boix, un fotógrafo en el infierno está dirigido por Llorenç Soler, un acreditado director de más de 30 documentales. Sus films han sido premiados en diversos festivales internacionales.
Españoles en Mauthausen
Nueva Tribuna 03 mayo 2015 La liberación de Europa, no significó para los republicanos el final de la guerra. La mayoría no pudieron volver a España. El franquismo y los franquistas se lo impidieron. Encontraron asilo en otros países decentes. Murieron 7.000 españoles. Franco se desentendió de los presos, cuando Hitler le informó que tenía españoles en sus campos. Para el devoto nacionalcatólico no eran españoles. La Comisión Constitucional del Congreso de los Diputados, a propuesta del Grupo Socialista, ha aprobado una proposición no de ley, en la que se insta al gobierno a homenajear a los españoles de Mauthausen; campo de concentración y exterminio nazi de cuya liberación, el día 5, se cumplen 70 años. Murieron 7.000 españoles. Franco se desentendió de los presos, cuando Hitler le informó que tenía españoles en sus campos. Para el devoto nacionalcatólico no eran españoles.
Tuve la oportunidad de intervenir en el Abrazo del Oso, sobre los «Españoles en Mauthausen», programa en memoria de cuantos sufrieron cautiverio, tortura y muerte por la libertad, la democracia y la justicia social. Se habló del cautiverio, tortura y muerte, de cientos de miles de personas, entre ellos muchos españoles. Entonces habían pasado 68 años desde que se liberó el macabro campo de exterminio por las fuerzas estadounidenses, en el que miles de españoles republicanos murieron, por haberse empeñado en defender la libertad en España y fuera de ella. Dos años después siento la misma emoción cuando hablo o escribo sobre ellos. Cuando terminó la guerra en España, huyendo de Franco y de la sangrienta represión fascista, cerca de quinientos mil republicanos cruzaron las fronteras hacia Europa. La Francia colaboracionista los recibió mal y fueron internados en campos de refugiados en las peores condiciones. La derrota francesa llevó a miles de ellos a caer prisioneros del Tercer Reich, por defender la libertad y luchar contra el nazismo. Todos estos hombres y mujeres, víctimas de la guerra, sufrieron el régimen cruel de la dictadura nazi. El gobierno de Franco nunca les reconoció como ciudadanos españoles.
Poco se habla de lo que no se quiere hablar. La pérdida de memoria, voluntaria o no, destruye neuronas o las transforma, y de forma paulatina se pierde la esencia propia, el sentido del ser y de la historia. Por el campo de Mauthausen pasaron 7.532 españoles, entre los años 1940 y 1945. Republicanos huidos por la frontera francesa en los últimos meses de la guerra civil, los que formaron parte del ejército francés o de la resistencia. También mujeres y niños que procedían de los campos de refugiados del sur de Francia. 2.335 salieron vivos. 9 millones de personas fueron asesinadas durante la guerra en los campos nazis, como el complejo Mauthausen-Gusen. Unos 80.000 sobrevivieron. Después de tanto sufrimiento, de aquellos españoles, sólo quedan 25 con vida.
La dictadura franquista consiguió, durante casi cuarenta años, ocultar aspectos esenciales de la verdadera historia. Años después, en democracia, no se han hecho todos los esfuerzos necesarios, para dar a conocer la tragedia de los hombres y mujeres que la sufrieron. Ahora parece que hay movimiento para estudiar y reconocer jurídicamente a los republicanos deportados en los campos nazis. El texto aprobado por el Congreso, explica que los españoles llegaron a Mauthausen, por la decisión de exterminarlos, adoptada por las autoridades españolas, nazis y del gobierno de Vichy, dejando de ser considerados prisioneros de guerra y pasando a ser apátridas. Fueron «los únicos supervivientes del campo que no fueron recibidos en su país como héroes». El dictador les negó todo. El gobierno francés, país donde terminaron residiendo muchos de ellos, ha concedido la Legión de Honor a todos los deportados españoles. Mientras el mundo les condecoraba, en España olvido. Fueron héroes que lucharon por la libertad y víctimas del totalitarismo.
Setenta años después, el ministro de Educación y Cultura, avanza que el gobierno está dispuesto a estudiar el reconocimiento jurídico y material de los republicanos deportados en los campos nazis. Muchos años han pasado, mucho sufrimiento y demasiados muertos. Bienvenida sea la necesidad de una restitución no sólo simbólica o moral, sino jurídica y material. El diputado Joan Tardá ha recordado que el Estado, aún «no ha reconocido ni dilucidado sus responsabilidades» ni ha pedido «perdón a las víctimas». El régimen de Franco conocía la existencia de esos campos y lo que ocurría en ellos. Los socialistas explican en el texto aprobado, que el campo de Mauthausen-Gussen, era popularmente conocido como «el campo de los españoles» por la notable presencia de los mismos entre los prisioneros.
Los que abandonaron España en febrero de 1939, provenían de todas las condiciones sociales, habían perdido toda esperanza de construir una sociedad moderna y democrática. Su sed de libertad y espíritu de lucha, les llevó a todos los rincones de Europa en malos momentos. De su convicción y valor dieron muestra en la «resistencia francesa», en el ejército o en la «Legión Extranjera». Los primeros vehículos blindados de la División Leclerc que liberaron París, iban conducidos por republicanos españoles. El tributo pagado por la búsqueda de libertad fue muy costoso. Después de 70 años, los representantes del pueblo español, se lo reconocen.
El 6 de agosto de 1940, 470 presos españoles, llegaron en vagones de carga a Mauthausen. Eran los primeros republicanos deportados a los campos de concentración, de trabajo y de exterminio, considerados como enemigos y apátridas. Les marcados con triángulo azul y una «S» de Spanier en el centro. Allí conocieron lo que nunca podían haber imaginado que existía. No eran las únicas víctimas. A su alrededor, miles de prisioneros padecían su mismo destino.
Los trabajos forzados en Mauthausen se realizaban en la cantera de granito. Una larga escalera separaba el tajo de los barracones. Los presos, cargados con grandes piedras, subían la escalera diez o doce veces al día, golpeados por los «kapos». El 26 de agosto de 1940, murió el primer español. Se guardó el primer minuto de silencio de los muchos que se producirían durante el cautiverio de cinco años. Con el paso del tiempo, algunos pasaron a desempeñar trabajos «especializados»: albañiles, peluqueros, administrativos, sastres, intérpretes o fotógrafos. Accedían a más información y disponían de más autonomía para sostener la organización clandestina. Cuando en 1942 comenzaron a llegar prisioneros de la resistencia francesa y del frente ruso, los españoles eran veteranos expertos y buenos estrategas para la supervivencia. El 5 de mayo de 1945, cuando la 11ª División Acorazada del Ejército norteamericano entró en Mauthausen, banderas republicanas habían sustituido a las banderas nazis, y en la puerta del campo, una gran pancarta decía: «Los españoles antifascistas saludan a las fuerzas libertadoras». Habían muerto en los campos de concentración cuatro mil cuatrocientos cuarenta españoles, según la base de datos del ministerio de Justicia. Sin ánimo de ser exhaustivo ni de regodeo en la miseria y la barbarie, tenemos que recordar. En Mauthausen, los métodos de exterminio incluían: celdas de castigo, sin comida ni bebida, en las que morían en pocos días; flagelación; trabajos forzados en las canteras —20 kilos de carga, 186 escalones—, agotamiento, hambre, enfermedades, castigos y crueldad extrema; duchas heladas; tiroteos masivos; experimentos médicos, con desangrados hasta la muerte; ahorcamientos, fusilamientos y cámaras de gas.
La liberación de Europa, no significó para los republicanos el final de la guerra. La mayoría no pudieron volver a España. El franquismo y los franquistas se lo impidieron. Encontraron asilo en otros países decentes. Ahora, por justicia, el Estado español tiene que pedir perdón y depurar «sus responsabilidades», por las penurias a las que tantos españoles fueron sometidos; así como reparar las consecuencias derivadas del exilio y deportaciones de aquellos luchadores por la libertad. Destrucción y miseria; odio y exterminio, sufrimiento y muertes provocadas; hoy se sigue produciendo en muchos lugares del planeta. La mayoría de los gobiernos no hacen lo suficiente para evitarlo. La ciudadanía tampoco. Lo que ha sucedido en la historia y lo que hoy sucede, muestra lo que da de sí el ser humano.