Este 2019 se han quemado más de diez millones de hectáreas, sólo en Siberia. El pasado verano, la tundra siberiana ardió, favorecida por las inusualmente altas temperaturas estivales, las escasas precipitaciones y las condiciones favorables del viento. Los incendios aumentaron en zonas escasamente pobladas y cubrieron las ciudades y los paisajes circundantes con humos tóxicos que afectaron a la salud de sus habitantes y redundaron en el cambio de las condiciones atmosféricas. Dirigido por Vladimir Vasak en 2019 para la productora ARTE, este reportaje nos muestra cómo, a golpe de fuego y devastación, también Rusiatomó conciencia de las consecuencias de la emergencia climática que acosa el mundo.
Es posible hallarlo dentro del aparato digestivo de tortugas marinas, ballenas, peces. Pero también, el plástico está presente en el interior de los organismos más diminutos que forman la base de la cadena trófica marina. Ahora, un equipo de realizadores e investigadores logró capturar, por primera vez, a un grupo de copépodos (un tipo de zooplancton que se nutre de algas en el océano) alimentándose de partículas plásticas. Las imágenes, grabadas a través de un microscopio, forman parte de un video creado por Five Films en colaboración con el Laboratorio Marino de Plymouth, en Reino Unido, que trata de crear conciencia sobre cómo la contaminación está afectando incluso a las criaturas más pequeñas del mar.
Las imágenes muestran cómo el movimiento de las patas del copépodo atrae a las pelotitas de poliestireno. Lo que vemos, ocurre dentro de una gota de agua, explicó Verity White, directora del video de Five Films.
Del mar al plato
Cada año, ocho millones de toneladas de residuos plásticos llegan hasta el mar. Con el tiempo los plásticos más grandes se descomponen en trozos muy pequeños.
Según constató Mathew Cole, investigador del equipo de Plymouth, varios tipos de zooplancton consumen estos microplásticos, incluyendo larvas de cangrejo y de ostras. En algunos casos, el plancton excreta a las pocas horas el plástico ingerido. Pero en ocasiones, cuando no tienen acceso a comida, el plástico puede permanecer dentro del tracto intestinal por hasta siete días.
Esto reduce el ritmo al que consumen algas, lo cual complica su reproducción y supervivencia. Si otros organismos más grandes consumen este plancton, las partículas tóxicas pueden entrar a la cadena alimentaria. El corto ganó recientemente el premio Atkins CIWEM para películas sobre el medio ambiente.
Impactante video que muestra el dolor extremo que siente una tortuga olivácea recogida por los biólogos Nathan Robinson y Christine Figgener localizada en aguas de Costa Rica, en el proceso la que se le ha incrustado un objeto plástico en uno de sus orificios nasales, complicando gravemente su respiración y su vida. Los dos científicos, con ayuda de miembros locales de su equipo de preservación marina, tratan de extraer el objeto con unos alicates, y sólo entonces se dan cuenta de lo largo que es y lo profundamente que está incrustado en el interior de su cabeza. El dolor que sufre el desdichado animal es bien visible y más allá de la sangre que obviamente acaba por brotar, podemos imaginar su terrible sufrimiento desde el funesto día que se encontró con este dañino fragmento de civilización humana. Un objeto absurdo entre los miles de millones de toneladas de basuras y residuos de todo tipo que son vertidos diariamente en ríos y mares directamente desde nuestros pueblos y ciudades que son arrastrados por mareas y corrientes, que van agrupándose en crecientes islas de objetos artificiales semejantes a las formaciones de algas de los que se alimentan o encuentran cobijo muchas especies marinas, y pasan a formar parte de loscolosales vórtices de basura y residuos que existen en los grandes océanos de la Tierra, minicontinentes con toda clase de contaminantes que se van fragmentando cada vez más y disolviéndose lentamente el agua, emitiendo sustancias químicas venenosas, afectando cada vez a más especies que los consumen por error según se van disgregando y convirtiendo en trillones de tóxicos fragmentitos artificiales de tamaño microscópico, del tamaño del plancton que sustenta la vida en los océanos, que comprometen a toda la cadena trófica de los distintos ecosistemas marinos de los océanos de todo el planeta.
Observar los ocho minutos que dura la extracción del objeto puede resultar angustioso también para nosotros al empatizar con ese ser desdichado, pero también nos hará ser conscientes del letal impacto que provocan nuestros irresponsables actos de consumo. Como dice el propio Nathan Robinson: "Hay una solución y está en nuestras propias decisiones. Por favor, decid no a todos los productos de plástico de un solo uso. Cada pajita de plástico, cada bolsa de plástico, o cada botella de plástico que termina en los océanos podría significar la diferencia entre la vida o la muerte para un alto número de animales marinos". Amén a ello. Desde este blog agradecemos sinceramente el loable gesto de los rescatadores y deseamos pronta recuperación, suerte y larga vida a este valiente quelónido cuyo sufrimiento silente nos ha resonado tan dentro.
Plastic Bag (Bolsa de plástico) es un cortometraje del año 2009 dirigido por el estadounidense Ramin Bahrani (suponemos inspirado en la famosa escena de la bolsa mecida por el viento de 'American Beauty'), narrado por el alemán Werner Herzog y con banda sonora de los islandeses Sigur Ros, que nos cuenta la épica historia de una bolsa de plástico (ese elemento tan característico de las actuales civilizaciones humanas) improntada de su Creadora, su primera usuaria, a la que buscará hasta su destino final. Y es precisamente ese final, que a nuestro juicio debería haber sido algo menos lírico y más ecologista, lo que menos nos gusta del corto. Pero es una muestra de buen cine con pocos pero valiosos recursos, inspiración, talento, trabajo y una cámara.
La rápida industrialización y el crecimiento económico de China en los últimos treinta años (y sobre todo desde que en 1992 Deng Xiaoping hizo que el gigante asiático abrazara de facto el capitalismo con aquella célebre frase de 'Enriquecerse es glorioso') está causando un enorme deterioro medioambiental en amplias zonas del país que sus propios ciudadanos -y todo el planeta- están sufriendo. La enorme demanda de energía para cubrir las crecientes necesidades de la industria, la construcción y el parque automovilístico chinos y los altos niveles de corrupción e ineficiencia tanto de las grandes corporaciones energéticas como de los minoristas chinos, está abocando al país a unos niveles de contaminación y destrucción de la Naturaleza cuyas nefastas consecuencias ya se están empezando a notar. Todo ello está recogido en el documental 'Under the Dome' (Bajo la Cúpula) que seguidamente ofrecemos y en el que la periodista china Chai Jing (que costeó la producción de su bolsillo) encadena gráficos, videos y entrevistas para radiografiar el colapso medioambiental que han causado estas tres décadas de industrialización y urbanización desbocadas. Chai Jing relaciona la contaminación con el incremento de enfermedades denunciando, entre otras cosas, los obstáculos que interponen las grandes petroleras estatales chinas a la hora de intentar encontrar soluciones o la impotencia de los funcionarios para sancionar o detener a los infractores. Es un trabajo ameno pero profundo que suma conferencia científica, periodismo de investigación y recuerdos personales. Sin embargo, tras ser visto por más de 200 millones de personas en todo el país asiático, este documental se ha convertido en un espejismo tras una orden de los censores, desapareciendo de los principales portales del país como si nunca hubiera existido. Parece que inicialmente el Gobierno y la prensa estatal habían reaccionado con entusiasmo, el nuevo ministro de Protección Medioambiental, Chen Jining, lo había alabado públicamente y medios oficiales como el Global Times consideraron 'antipatriótico' criticar las conclusiones del vídeo. Pero el entusiasmo con que los espectadores acogieron el documental y la intensidad del debate público que generó —Weibo, el Twitter chino, acumulaba más de 280 millones de mensajes relacionados con Bajo la cúpula— empezó a generar casi de inmediato nerviosismo entre los funcionarios chinos.
Así pues, parece que la implacable censura ahora intenta silenciarlo como se han silenciado otros hechos que el régimen ha encontrado inadecuados. Esto es China, no lo olvidemos, una dictadura liberticida y lo que el documental subraya es el fracaso de las medidas del Partido Comunista y lo lejos que está de "ganar la guerra contra la contaminación" como declararon el presidente, Xi Jinping y el primer ministro Li Keqiang.
Hace tiempo abordamos el problema de la obsolescencia programada con el galardonado documental 'Comprar, tirar, comprar', que popularizaba un término que, en la práctica, la mayoría de los consumidores habíamos sufrido en primera persona. El que más y el que menos, ya había comprobado que nuestros productos tecnológicos tenían una vida limitada, pero, además, el documental dirigido por la realizadora Cosima Dannoritzer nos abría los ojos a las graves consecuencias ambientales de este constante usar y tirar: estábamos convirtiendo a países como Ghana en el basurero electrónico del primer mundo. Hoy publicamos su secuela, el reportaje "La tragedia electrónica", con el que Dannoritzer trata de cerrar el círculo centrando esta vez su investigación en los residuos electrónicos que los países desarrollados generan, su reciclaje ilegal y su tráfico desde Europa y EE.UU hasta vertederos de Ghana y China. Un negocio tóxico a escala planetaria.
La tragedia electrónica
Dirección: Cosima Dannoritzer
Producción: Media 3.14 y Yuzu Productions en coproducción con Arte France, Al Jazeera English, Televisión Española, Televisió de Catalunya. 2014
Colaboración: Lichtpunt (Bélgica), RTS (Suiza), SVT (Suecia), TG4 (Irlanda) y YLE (Finlandia)
Imagen radiográfica de un contenedor de residuos electrónicos interceptado por la aduana en Hong Kong
RTVE.es / DOCUMENTOS TV 28.05.2014
Cada año, en los países desarrollados se producen hasta 50 millones de toneladas de residuos electrónicos, el 75% de los cuales desaparece de los circuitos oficiales de reciclaje. Su destino habitual son vertederos africanos o asiáticos donde contaminan el agua, la tierra y el aire y envenenan a miles de personas. Un dato que no debería extrañarnos que siguiera creciendo, ya que, solo en 2013, se vendieron 50 millones de televisores de pantalla plana, 300 millones de ordenadores y 2.000 millones de teléfonos móviles y smartphones en todo el mundo.
El periodista Mike Anane en el vertedero de Agbogbloshie en Accra, Ghana
Retorno a Agbogbloshie
La tragedia electrónica arranca en el vertedero Agbogbloshie, en Ghana, uno de los escenarios visualmente más impactantes de Comprar tirar comprar, y con uno de los personajes que más llamaron la atención de los espectadores aquel enero de 2011: el periodista ambiental Mike Anane, al que conocimos realizando un inventario de algunos de los residuos que llegaban a su país para averiguar cuáles fueron sus propietarios en origen.
Cosima Dannoritzer elige este escenario como punto de partida de La tragedia electrónica, aclarándonos que tres años después la situación no ha mejorado, sino todo todo lo contrario. La cantidad de residuos electrónicos que llegan a África se ha duplicado en los últimos tiempos y se calcula que el tráfico ilegal de esta basura mueve ya más dinero que el negocio de la droga.
Centenares de carcasas de teléfonos móviles en un taller de reciclaje en Guiyu, China.
Un documental con vocación internacional
La secuela de Comprar, tirar, comprar inicia en Ghana un viaje de investigación por Europa, China, África y EEUU, poniendo en tela de juicio la debilidad del sistema europeo de reciclaje, la ausencia de compromiso legal en EE.UU, país que no firmó la convención de Basilea, que prohibe la exportación de residuos; denunciando la existencia de ciudades chinas literalmente inundadas de residuos reciclados sin ningún tipo de respeto por el Medioambiente o la salud, y evidenciando la incapacidad de las autoridades portuarias europeas y asiáticas para controlar el gigantesco volumen de basura electrónica que cruza los mares a diario.
Robo de residuos electrónicos en un punto limpio cerca de Barcelona El documental también alerta de las consecuencias para la seguridad que conlleva la aparición en el mercado de microprocesadores reciclados ilegalmente en Asia y que son utilizados en tecnología estratégica y decisiva en nuestra vida diaria, como el transporte o la electromedicina.
El rodaje en España
El documental habla de un problema a escala global pero también nos muestra el funcionamiento de los circuitos de reciclaje oficiales en entornos locales. Parte de su metraje ha sido rodado en España, donde el equipo encabezado por Dannoritzer ha acompañado a Belén Ramos, responsable de Medioambiente de la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU) en la realización de un estudio de seguimiento de residuos electrónicos para averiguar su destino final.
Solo el 25% de ellos terminaron procesados en plantas autorizadas. El resto acabó en chatarrerías, descampados o almacenes. Eso sí, ninguno de los elementos de la muestra salió del país.
El papel del consumidor
Visto el volumen de residuos, la falta de recursos para controlar su tráfico y la ineficacia de algunas leyes, La tragedia electrónica concluye el relato apelando a la responsabilidad del consumidor que, consciente de lo que le pasa a un producto cuando acaba su vida útil, quizá debería redefinir su papel; utilizando sus aparatos durante más tiempo antes de que el planeta se convierta en un enorme vertedero con una larga y tóxica vida por delante.