Nos acaba de golpear el pecho una noticia terrible que nos ha sumido en la tristeza y la indignación más absolutas. Según denuncia Lobo Marley el pequeño lobezno que fue rescatado de los restos de un incendio en la zamorana comarca de Aliste, en la zona de Latedo, ha sido encontrado muerto y semienterrado, con múltiples señales de haber sido muerto a golpes. Quizás sea porque esta vez le poníamos cara al normalmente anónimo animal silvestre víctima de la crueldad humana, porque podíamos ver en sus ojos y su expresión temerosa el producto de la traumática experiencia que le acababa de ocurrir.
Su rescate por agentes medioambientales hizo que se visibilizara su causa ante la opinión pública, levantándose numerosas voces a su favor de su reintegración a su medio natural en cuanto sanaran las quemaduras de sus patas y así poder reunirse con su familia lupina, que aullaba su ausencia a la noche zamorana en los días posteriores, buscando recuperar al vástago perdido. De esta forma, las peticiones de las organizaciones ecologistas con el respaldo de la sociedad civil favorecieron en la puesta en libertad del ya célebre lobezno de Robledo, controlado mediante un GPS para hacerle un seguimiento que podría haber dado valiosísimos datos que ayudaran a la mejor comprensión de su especie en la península.
Pensábamos que esta vez el encuentro del animal salvaje con el ser humano sería compasivo, sabio y generoso y no se repetirían errores y crímenes anteriores como con el aquel ya totémico lobo Marley que dio nombre a nuestra organización. Pero no, vete tú a saber qué tíomierda tuvo que ver en este pobre animal una amenaza para buscarle con perros en la zona donde se le estaba reintroduciendo y tras encontrarle, matarle a palos, destruir a sangre fría su vida y su almita salvaje.
En fin, en SosVox hay una petición para hacer fuerza y que este crimen no quede impune, para que el Seprona y la Guardia Civil lo investiguen rigurosamente y se haga justicia sobre el malnacido lobicida. Pero pase lo que pase, se aclare o no su muerte, como dice Mauricio Antón, vicepresidente de Lobo Marley, "... su trágica historia muestra la faceta más siniestra de la relación de nuestra sociedad con la naturaleza salvaje". Así es.
P.D. Si algún lector quiere hacerse miembro de Lobo Marley (Ciudadanos por el lobo y el mundo Rural) cuesta sólo 30 euros al año. Porque nos jugamos la supervivencia de un animal maravilloso, fundamental en nuestros ecosistemas, vital en la psique de todos los que amamos su indómita presencia en algún lugar de nuestros valles y montañas.
La tragedia del lobezno de Latedo
El pasado mes de julio la zona de Latedo, en la Raya zamorana, fue devastada por uno de esos terribles incendios que asolan nuestra naturaleza cada verano. Entre las víctimas se encontraba un lobezno, de poco más de dos meses, al que el fuego separó de su familia y que fue encontrado por unos agentes medioambientales, vagando sin rumbo, deshidratado, y con sus patas gravemente quemadas. Cualquiera que haya tenido un cachorrillo en su casa sabe lo dependientes que son los jóvenes cánidos de su núcleo familiar, la necesidad imperiosa que tienen de protección, cariño y seguridad. Podemos pues imaginar la pesadilla que tuvo que sufrir esta criatura, sola y perdida en un paisaje apocalíptico mientras sus zarpas abrasadas hacían que cada paso que daba fuese una tortura. Pero el cachorro fue rescatado por los agentes, y se lo llevó al Centro temático del Lobo en Robledo, donde sería curado de sus graves heridas en las almohadillas, mientras que en el monte carbonizado, su familia aullaba llamando a la cría perdida, como pudieron constatar los agentes forestales al día siguiente.
La historia tocó una fibra sensible en la sociedad, dentro y fuera de nuestras fronteras, pero entre tanto se abrió un debate sobre el futuro del lobezno. ¿Debería quedar cautivo de por vida en un centro donde se le exhibiría al público, o habría que devolverlo a la naturaleza? Desde Lobo Marley se dejó claro desde el primer minuto: había que hacer todos los esfuerzos para que el cachorro retornase a la naturaleza, donde tiene derecho a vivir en libertad, con los suyos, y donde tiene un papel ecológico fundamental que realizar. A final se impuso esta opción, gracias a la presión social, y tras un período de recuperación durante el cual se limitó en lo posible el contacto con seres humanos, el animal estaba aparentemente listo para ser liberado. Finalmente, la junta de Castilla y León decidió dotarlo de un GPS para poder seguir sus movimientos.
¿Conseguiría el lobezno reunirse con su familia? ¿Cómo se desenvolvería de vuelta en la naturaleza? La historia del retorno del cachorro a su medio natural prometía tener en vilo al personal de la Junta durante semanas y meses, a medida que los datos de su emisor de GPS informasen de sus idas y venidas por el monte... O eso cabía esperar. Pero lo que en realidad ocurrió fue un mazazo, un auténtico jarro de agua fría para quienes mantenemos la esperanza en que el sentido común se pueda imponer de vez en cuando. Este viernes nos enteramos de que el cachorro apareció muerto, aparentemente ejecutado de forma cruel por un ganadero local que acto seguido procedió a enterrar el animal. La necropsia que se ha realizado al cachorro parece indicar que recibió un impacto mortal en las costillas, y también se sospecha que pudo ser sujetado por perros.
Brevísimo fue el retorno del cachorro a la libertad, y trágicamente inútiles los esfuerzos de los agentes que rescataron al animal, de las personas que se ocuparon de curarlo... tiempo, entrega y recursos de todos tirados de nuevo a la basura por la ignorancia y la inquina que siguen rodeando a nuestro lobo ibérico y que, lejos de desaparecer, son alentadas por el oportunismo y por la inercia egoísta. Las circunstancias de la liberación del lobezno de Latedo no están claras a día de hoy, pero lo que sí está claro es que las personas que matan a nuestros lobos permanentemente y de manera ilegal e injustificable, actúan convencidas de su impunidad. Pero en este caso el criminal no pudo saber que su víctima llevaba un GPS porque no lo llevaba en un collar, sino que se lo habían colocado por debajo de la piel, y por eso pensó que enterrando al lobato se acababa la historia. Ahora las autoridades tienen la información a su disposición, pero ¿qué ocurrirá? Solo el tiempo lo dirá.
Se aclare o no la muerte del lobezno de Latedo, su trágica historia nos muestra la faceta más siniestra de la relación de nuestra sociedad con la naturaleza salvaje. El patrimonio natural, ese recurso que puede traer prosperidad al mundo rural y que es, al final, la única garantía de supervivencia de nuestra especie, está abandonado al capricho de unos, al rencor de otros y a la codicia otros más. ¿Cuánto tiempo más va a pasar antes de que la sociedad despierte y ponga remedio a esta lacra que es la destrucción impune de nuestro mayor tesoro compartido?
Esperemos que no mucho o puede que sea demasiado tarde.