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Vocabulario Fundamental. Odio (10) Me cagüen TTM

Me cagüen TTM


En una misma semana hemos asistido a la justificación de los autores de unos hechos y a la detención jaleada de los de otros similares, sin despeinarnos, y con la única diferencia de la tendencia ideológica que movía a cada uno de los actuantes. Esta situación no es nueva en España, lo que nos habla de una tendencia. Una tendencia peligrosa. Una tendencia ante la que hay que reaccionar. La doble moral que recorre nuestra opinión pública no es tal sino una prevalencia clara de una tendencia ideológica y política sobre otra, de un discurso político sobre otro, de un relato que se quiere supremacista sobre los demás. Los españoles ya no son iguales ante la ley según lo que piensen y cómo lo piensen. Tampoco la moral, cuyos límites no son los del Código Penal, es la misma según a quién se juzgue. Unos repugnan y son laminados y otros... otros son justificados y tolerados. La única diferencia es la tendencia ideológica en la que manifiestan su ignominia.


El ministro de Interior, Juan Ignacio Zoido. EFE


Voy a hablarles de seres por igual reprochables desde lo moral, y puede que desde lo penal, pero que han obtenido de sus acciones reacciones muy distintas. Unos eran servidores públicos y en un grupo de chat de 200 personas no sólo desearon la muerte de la alcaldesa Carmena, mostrándose además xenófobos, racistas y nazis, sino que amenazaron gravemente al compañero policía que les afeó la conducta y que finalmente les denunció. Otro era un chaval independentista de 20 años que festejó en su modesta cuenta de Twitter la muerte de Maza y dicen que amenazó con unas puñaladas al delegado del Gobierno en Cataluña, Millo. A los primeros salieron a defenderlos los sindicatos policiales y docenas de abnegados comentaristas que han estado dispuestos a tragar con el anzuelo de una supuesta privacidad del foro sin tener que contener las arcadas. Al segundo le ha dedicado hasta un tuit el propio ministro del Interior, orgulloso porque una detención haya acabado con el historial de este peligroso individuo. Les juro que hay intelectos dispuestos en este país a defender que las acciones no son iguales y los resultados no son distintos pero yo no escribo para ellos.

Es un ejemplo perfecto por su proximidad en el tiempo, su enorme semejanza y su ampliamente diferente acogida por parte de la opinión pública y de los gobernantes. Nadie ha detenido a los policías fascistas y xenófobos, se ha preferido poner escolta al amenazado. No se ha dudado en aplaudir una detención del joven nacionalista que dudosamente se hubiera podido acercar a un escoltado delegado gubernamental. Ambos casos igualmente repulsivos humanamente hablando.

La utilización espuria e ideológica de los denominados delitos de odio, de los delitos apologéticos y, en general, de toda esa carga penal sobre la opinión y su expresión que ya pesa en España está cobrando niveles no sólo inaceptables sino directamente inasumibles. Estamos tocando fondo y no respecto al odio sino respecto a la intolerancia de la libertad de expresión. Peligroso. Inaceptable. Perturbador. Hablan de odio pero es un odio de vía única. Odian los independentistas y los izquierdistas radicales. Odian los titiriteros terroristas y aquellos que no aman a algunas policías y a lo que representan. Odian los rojos de mierda. Mientras, utilizan su libertad de expresión para mostrar su diferencia los xenófobos, los fascistas, los franquistas, los de la aporofobia. Esta es la España que ha construido el Partido Popular con sus reformas penales y con su estilo de gobernar. Unos titiriteros acaban siendo terroristas a la par que descojonarse de los que aún tienen a sus víctimas de la injusticia del fascismo en frías fosas comunes, no es sino una crítica política.

Los discursos del odio están de moda. Odio. Odias. A la trena con él porque me critica o me insulta. Me está odiando. Los discursos del odio son perfectos para poner a prueba el músculo de un sistema democrático y de la libertad de expresión que rige en el mismo. La forma en que se producen, la acogida social que tienen o las barreras que se instalen para la libertad de expresión, hablan claramente de las convicciones de fondo que fundamentan el sistema y permiten realizar una diagnosis sobre la calidad de la democracia en cuyo seno se producen.

Sobre los hate speech -expresión originaria de este concepto- los teóricos han explicado muy bien cómo las democracias liberales se dividen en dos clases en función del tipo de respuesta que articulen frente a ellos. Por un lado, hablan de las democracias tolerantes, cuyo mayor ejemplo sería la norteamericana, en las cuáles la fuerza de la libertad de expresión es máxima. En líneas generales, la Primera Enmienda de los Estados Unidos es de tal fortaleza que predomina siempre que no se trate de una llamada directa por la palabra para la comisión de un delito concreto. Un país en el que se permite quemar la bandera o manifestarse a un grupo nazi en un barrio judío en aras a la sacrosanta libertad de expresión.

Un país que condenó al secretario del Partido Comunista por conspiración aunque respaldando la fórmula por la cual los tribunales “deberían preguntarse siempre hasta qué punto la gravedad del mal justificaba coartar la libertad de expresión hasta lo necesario para evitar que aquel llegara a producirse, pero sólo tras haber considerado si la producción de los efectos dañinos es plausible” (United States contra Dennis, 1951) Y aquí cabría preguntarse ¿era posible la independencia catalana? ¿fue alguna vez plausible?

Por otra parte, se constata la existencia de unas democracias intransigentes, en el más puro estilo europeo, en las que se tiende a restringir la libertad de expresión de las ideas que podrían socavar los propios principios de la democracia. Robert Post, uno de los más destacados defensores de la desregulación de los discursos del odio, considera que la gran tragedia europea del siglo XX puede estar en el origen de esta diferencia aunque, en el caso español, no parece ser la causa de una tendencia a tolerar lo que asoma que huele a nazismo, franquismo y fascismo y a reprimir a sus antagónicas. La expresión discursos del odio es, como poco, equívoca, imprecisa y maleable y según Vives puede que pretenda cubrir la falta de legitimidad para castigar unas expresiones que no nos gustan pero que deberían quedar amparadas por la libertad de expresión.

La situación se agrava cada día más. Hay humoristas encausados y tuiteros a los que se piden años de cárcel en la Audiencia Nacional. Miles de ciudadanos se mesan los cabellos al descubrir que hay gente que se alegra de la muerte de otros en el país en el que no había labriego que no se ciscara en todos los muertos del de enfrente por un quítame allí esas pajas. Me cagüen TTM ha sido casi un grito de guerra rural. Polvo, sudor y hierro, la Inquisición cabalga.

Vocabulario Fundamental. Odio (9) El odio según José Antonio Guardiola


Si algo he perseguido a la hora de elaborar el reportaje "La llama del odio", que emitimos En Portada a las 23:20 en La 2 de TVE, es que el ciudadano, gracias a la televisión pública, sepa reconocer los mensajes destinados a generar odio en las sociedades y a la vez conozca las herramientas para frenarlo, para evitar el contagio. Hoy, más que nunca, esos mensajes afloran en los aparatejos con pantalla de colores que llevamos en nuestros bolsos o bolsillos.


"La llama del odio" es un proyecto global, con una guión compartido con Alicia Gomez Montano, la realización de Teresa Mora y el montaje de Javier Mula. Y la colaboración, entre otros, de Yolanda Alvarez, Carlos Franganillo, Luis Pérez Lopez, Marisa Rodríguez, Miguel Angel Garcia Tve, Almudena Ariza, Elena Ochoa Ruiz, Aurora Mínguez y Oscar Mijallo. (José Antonio Guardiola)

La llama del odio

El discurso del odio siempre ha existido, pero las nuevas tecnologías han reforzado su impacto. Se ha rodado en Estados Unidos, Polonia, Francia, Alemania, Rusia, Israel, territorios ocupados y España.


Frank La Rue, director de Comunicación de la Unesco, detalla las cinco condiciones para determinar el discurso del odio.

En Portada 25.10.2017 José Antonio Guardiola

“La verdad pasó a ser un elemento menos necesario para la población”. La frase es de Frank La Rue, director de comunicación de la Unesco. La Rue es un guatemalteco dedicado últimamente a estudiar los límites de la libertad de expresión después de haber luchado en los 80 -desde el periodismo- contra los dictadores de su país.

Y le añadió La Rue a Marisa Rodríguez, corresponsal de TVE en París: “Muchas personas prefieren enterarse de la vida a través de lo que comparten con sus familiares, amigos. Eso se vuelve para ellos en símbolo de la verdad, la noticia del día. Sea efectivamente cierto o no. Porque no hay procesos de verificación.”



Creo que el reportaje La llama del odio habrá cumplido su objetivo como servicio público si todos nos paramos a pensar que ante falsas informaciones es recomendable volver a la tradición, aquélla que te dirige a un medio prestigioso para confirmar si ese titular escabroso y poco creíble es cierto o no.



Si no lo hacemos, si damos por rigurosos algunos de los mensajes que nos llegan a nuestro teléfono móvil a través de la redes sociales, estaremos contribuyendo a crear una sociedad débil ante los discursos de odio… Y todo lo que la historia nos enseña que puede venir después.

Vocabulario Fundamental. Odio (8) La Internacional del odio




La Internacional del odio

InfoLibre - Ramón Lobo 20.08.2017


Los ataques de Las Ramblas y Cambrils impactan y conmueven especialmente, más allá de la empatía con las víctimas, porque consiguen que todos nos sintamos vulnerables. El terror low cost emplea herramientas difíciles de detectar, como el alquiler de vehículos, que reducen casi a cero los espacios de seguridad mental. ¿Quién no ha caminado por un bulevar, la acera de un puente o una calle peatonal?

La mayoría de los atentados yihadistas en Europa los han cometido ciudadanos europeos. Las propuestas de cerrar las fronteras son inútiles. Es un hagamos algo porque no sabemos qué hacer. Son inútiles porque los terroristas no vienen de fuera, están dentro, han nacido aquí. Son belgas, franceses, británicos, españoles. No viajan en patera ni saltan vallas, porque entran por los aeropuertos con su pasaporte, como usted y como yo.


Cuesta manejar la idea de la existencia de un enemigo invisible como los miembros de la célula de Ripoll porque multiplica nuestra vulnerabilidad. Para manejar ese sentimiento, tendemos a acotarlo en una raza, una religión, una nacionalidad. De ahí nacen la islamofobia y el racismo. El objetivo del terror es aterrorizar, generar un pánico indiscriminado que anule la capacidad colectiva de pensar. Toda reacción desde las tripas representa una victoria porque nos iguala. Logra que todos, víctimas y verdugos, estemos juntos en un mismo espacio emocional. De ahí la importancia del No tinc por. No solo es una declaración –no tenemos miedo–, es un grito que refuerza la pertenencia, nos ayuda a sentir que no estamos solos. Somos parte de una comunidad que no se rinde, que está dispuesta a la resistencia.

Antes de seguir, una pregunta: ¿qué es terrorismo?



Despreciar al enemigo, considerarlo bárbaro o tonto, es el camino más fácil hacia la derrota. Para vencer es necesario aceptar que nos enfrentamos a personas inteligentes que tienen un plan y unas razones. Atacan a nuestros civiles porque sienten que nosotros bombardeamos a los suyos. Atentan porque sienten que atentamos contra sus países. Es necesario enfrentar su narrativa con otra narrativa. No bastan las declaraciones pomposas, por lo general, huecas. Nos movemos en una guerra de percepciones. La de la seguridad, la del miedo. La percepción de que todos somos objetivo. Es un campo propenso para la manipulación política.

Les recomiendo el artículo “As Vehicle Attacks Rise, an Ordinary Object Becomes an Instrument of Fear”, de Amanda Taub en The New York Times. Cita el trabajo de Marc Hetherington y Elizabeth Suhay, dos expertos en Ciencia Política. Sostienen que cuando las personas más propensas a confiar en el otro se sienten en riesgo de sufrir un ataque, suelen ser las más dispuestas a sacrificar parte de sus libertades a cambio de seguridad. Recuerdan que en EEUU mueren entre 30.000 y 40.000 personas al año en accidentes de automóvil, muchos más que los muertos por terrorismo en todo el mundo. Pero nadie se siente amenazado al subirse a un coche. No percibimos el accidente de tráfico como un riesgo inminente. Pero nuestra cabeza no funciona igual con los atentados.



El miedo nos empuja a dividir el mundo entre "ellos" y "nosotros", a levantar muros físicos y muros de prejuicios. La primera victoria de los terroristas es que no sepamos diferenciar entre asesinos y víctimas. Un estudio del think thank Chatham House, citado por Taub, revela que más de un 50% de los europeos están de acuerdo con prohibir la inmigración procedente de países musulmanes. Igual que Donald Trump. El virus de la intolerancia también está entre nosotros, no solo afecta a los yihadistas.

Por qué nos atacan

Para el universo salafista, del que surgen Al Qaeda y Estado Islámico, España pertenece a la coalición que libra una guerra contra el islam. José María Aznar nos puso en el mapa con su foto en las Azores. Es increíble que el hombrecillo insufrible tenga la indecencia de seguir dando consejos en lugar de pedir perdón e irse de una vez a su casa. España ha tenido tropas en Irak y en Afganistán, y mantiene instructores en Irak. Somos parte de "los cruzados", como nos llaman.

Las empresas europeas del sector vendieron en 2016 armas por valor de 80.000 millones de euros. De esa cantidad, 25.000 millones proceden de ventas a Arabia Saudí, que apenas tiene 30 millones de habitantes. España vendió a Riad por valor de 116 millones de euros, de los que 34,7 fueron en municiones. Arabia Saudí es uno de nuestros grandes socios no importa quién esté en la Moncloa. Gran parte de esas armas y municiones sirven para matar personas en Yemen y Siria. No somos inocentes.

Francia y Reino Unido participan, junto a EEUU, en misiones de bombardeo en Siria. Por muy inteligentes que sean las bombas que lanzan, mueren civiles. Tan civiles como los nuestros.

Nuestros aliados en Oriente Próximo

Nuestro principal aliado en la zona es nuestro principal problema: Arabia Saudí. Le compramos petróleo y le vendemos armas sin preguntar demasiado. Parece un buen negocio. Arabia Saudí gasta miles de millones en extender por el mundo su versión rigorista del islam, el wahabismo, que empezó como una corriente herética dentro del islam suní, pero si tienes mucho dinero te puedes comprar que deje de serlo. El año que el ISIS conquistó Raqqa, su ‘capital’ en Siria, utilizó libros de texto saudíes para las escuelas. Están en la misma frecuencia ideológica.





Riad financia a miles de asociaciones políticas y organizaciones religiosas. De ese universo surgen los grupos armados y gran parte del terrorismo actual. Esa red tenía dos objetivos, extender el wahabismo y la hegemonía saudí en la región frente a Irán, el país de referencia de la otra gran corriente del islam, el chiísmo, y alejar lo más posible a los grupos más radicales. No funciona porque la monarquía saudí también es un objetivo de los más radicales.

Durante el mandato de Barack Obama se produjo un importante cambio estratégico. Tras la firma del pacto nuclear con Irán, este país obtuvo de Occidente el reconocimiento indirecto de aliado potencial. No puede ser automático porque aún pesan décadas de odio y animosidad. Pero la tendencia era reconocer que Irán es el país que mejor defiende nuestros intereses en la zona. Es la vanguardia, junto a los kurdos, de la lucha contra el ISIS en Irak y Siria. Irán y Arabia Saudí son enemigos mortales. Si nos acercamos a uno, nos alejamos del otro. Nadie trabaja los puentes.


La llegada de Trump a la Casa Blanca ha devuelto el protagonismo a los saudíes. Y la confianza como para lanzarse contra Qatar, al que ha impuesto sanciones y un embargo. Qatar tampoco es inocente en la financiación del salafismo y de grupos armados en Siria y Libia. El problema no es ese, sino que Doha apoya a los Hermanos Musulmanes, rivales del wahabismo. Además, Qatar comparte una gran reserva de gas con Irán y también algunas ideas sobre el mapa de la región, algo que irrita a Riad. En la partida por la hegemonía en el mundo árabe suní, Doha se mueve según sus propios intereses.

La Internacional del Odio

No es una guerra contra nuestro estilo de vida y nuestras libertades, como dicen algunos políticos especializados en el disparate. De los 72.000 muertos en atentados yihadistas entre los años 2000 y 2014, más 63.000 son musulmanes. Un tercio de los 86 muertos en el atentado de Niza eran musulmanes. Entre las víctimas de Barcelona, muertos o heridos, hay musulmanes. ¿Contra qué tipo de valores atentan los yihadistas cuando matan musulmanes?




Los delitos no los cometen las religiones, las razas, los sexos o las nacionalidades. Los delitos los cometen las personas. El motor del yihadismo es el odio, como lo es en los supremacistas blancos de EEUU, los neonazis y toda esa caterva de movimientos fascistas que agitan el rechazo del otro.

Lo llamo la Internacional del Odio porque están en la misma frecuencia ideológica y moral. Como lo están muchos de los tuiteros, políticos y periodistas que han tuiteado basura en las redes sociales. ¿Cómo vencer al odio con más odio? Muchos han quedado retratados.

Buscan mezclar terroristas con refugiados sirios, a los que hemos cerrado la puerta. Estos refugiados huyen de atentados como el de Barcelona o los del 11M. Solo existe una diferencia: los suyos son diarios. Más de la mitad de la población siria se ha visto forzada a dejar sus casas por la violencia de una guerra en la que tenemos mucha responsabilidad.

Tres lecturas necesarias:

- Siria, el país de las almas rotas, de Mónica García Prieto y Javier Espinosa. 

- La semilla de odio, de la invasión de Irak al surgimiento del ISIS, de los mismos autores.

Oriente Medio, Oriente roto, de Mikel Ayestaran.

Cuál puede ser la respuesta

No existen las soluciones mágicas. No existe una solución militar. Haber derrotado al ISIS en Mosul, y estar más o menos cerca de conseguirlo en Raqqa, no garantiza nada. Se trasladará a otra zona de Siria. Por si toda falla han activado el plan B: el ISIS busca la manera de asentarse en Afganistán en competencia con los talibanes.

Detenciones de yihadistas en EspañaUna hipotética pérdida total del territorio les dejaría sin una pieza esencial en la construcción de la narrativa del Califato, que es el principal atractivo del ISIS, y la principal diferencia con Al Qaeda. Su alternativa sería potenciar la vía del terrorismo masivo, como el que ya practicó en sus orígenes en Irak.



Puede dar la impresión de que el ISIS está más débil, pero no es lo que dicen los datos. En 2017 llevamos 3.950 muertos en atentados yihadistas: Afganistán (849), Irak (647), Siria (602). A cola de la lista, la Unión Europea (50), sin contar los de Barcelona y Cambrils. No somos el objetivo por mucho que se empeñen los supremacistas españoles.

Es necesaria una respuesta policial, anticiparse como se ha hecho en España desde 2004. Ha tenido éxito hasta el jueves. La seguridad total no existe.


Detenciones de yihadistas en España


Es necesario buscar la implicación de las comunidades musulmanas europeas. Los atentados de París y Bruselas pusieron de manifiesto la paupérrima cooperación entre las policías de un mismo país y entre las del resto de la UE. Esa cooperación y la de los servicios secretos es clave. Debería haber una especie de FBI europeo. No puede ser que la gran mayoría de los imanes que predican en Europa estén formados en países extranjeros no democráticos


¿Qué tipo de valores de tolerancia pueden predicar los que han sido educados en la intolerancia? Arabia Saudí es el principal controlador de esas mezquitas legales, como la de la M30. Hay que pactar con las comunidades musulmanas que los imanes se eduquen en Europa, en nuestros valores, para que puedan enseñar convivencia. La investigación de Ripoll ya tiene su imán salafista en el centro de la radicalización. Estos son los que vienen de fuera. Y están las mezquitas clandestinas.

¿Perseguimos a todos los imanes que predican el odio? ¿Haríamos los mismo con el arzobispo de Alcalá y otros que atacan derechos, leyes y personas?



Hay que trabajar en la educación y en el apoyo de los jóvenes sin empleo ni esperanza de tenerlo. Si nuestro gobierno no se preocupa de los jóvenes blancos, católicos o excatólicos.¿cómo pedir ayudas específicas para vivienda y empleo en las comunidades magrebíes?

Es necesaria un política de integración mutua, que las dos partes recorran la mitad del puente para que el encuentro sea posible. Los minutos de silencio ayudan a vencer el miedo, a sentir la pertenencia de la que hablaba al principio. Pero ayudan más cinco minutos de acción política más allá del postureo, la propaganda y los prejuicios.

Ciclo de cine europeo (39) Vocabulario Fundamental. Odio (7) La Haine: el odio según Mathieu Kassovitz


"Esta la historia de un hombre que cae de un edificio de 50 pisos. Para tranquilizarse mientras cae al vacío, no para de decirse: hasta ahora todo va bien, hasta ahora todo va bien, hasta ahora todo va bien..."

Así comienza la película que hoy publicamos en otra entrada de nuestro ciclo de cine europeo así como otro post de nuestro vocabulario fundamental sobre el odio. En 1995 el director y actor francés Mathieu Kassovitz mostraba la guerra de clases en las degradadas banlieues (barrios periféricos) parisinas con una película despiadada que sacudió las conciencias de la acomodada sociedad francesa, que ignoraba sistemáticamente las demandas de sus ciudadanos más desfavorecidos.

Kassovitz y el excelente elenco de actores de este film  (entre ellos el siempre brillante Vincent Cassel en el papel del siempre irascible Vinz) mostraban un desolador retrato de los suburbios urbanos de los 90’ pero bien podría describir la realidad actual, a la que habría que añadir el siniestro componente del terrorismo yihadista, tan presente en nuestros días y que por aquel entonces aún no se había manifestado. Los conflictos sociales, la desigualdad, el paro y la falta de oportunidades, todos ellos son los vectores que alimentan el odio y la rabia latentes que llevan décadas germinando y que convulsionan la sociedad gala en estallidos de violencia cada vez más frecuentes.

'La Haine' relata 19 horas desesperadas en la vida de tres amigos en un deprimida banlieu a las afueras de Paris. Vinz, Saïd y Hubert, un judío, un negro y un árabe que, enfrentados a una vida sin futuro, poco más tienen que hacer que vagabundear por su barrio, malgastando las horas de sus días, rumiando su frustración, mostrando su hostilidad contra todo el que se cruza en su camino.

Tras una revuelta popular que desemboca en enfrentamientos con la policía y que dejado el barrio y sus corazones envueltos en llamas, Abdel, un buen amigo suyo, ha sufrido una fuerte paliza de la policía y está en coma. Vinz, que ha encontrado una pistola perdida tirada en el suelo, quiere venganza. Mientras tanto, Hubert no para de decir que "la haine attire la haine!", el odio lleva al odio...

Tanta vigencia sigue teniendo esta película (ya un clásico indiscutible del cine francés), que en 2005 a los diez años de su primera proyección, se presentó el documental 'Les dix ans de La Haine' (Los diez años de La Haine) dirigido por Benjamin Geffroy. Centrado en entrevistas al director, productor y actores de la película que retrataban el inquietante contexto social que se vivía en Francia una década antes y cómo pensaron mostrarlo en la película, así como las dificultades del rodaje y cómo consiguieron superarlas. Aquí mismo se lo ofrecemos:





En 2015 y quizá espoleado por los atentados en la revista Charlie Hebdo, Kassovitz mostró su deseo de rodar una secuela de este film; suponemos que todo lo que ha sucedido después no habrá hecho más que reafirmarle en su idea. Porque entonces como ahora, en la sociedad francesa sigue existiendo una tensa realidad que avisa que 'hasta ahora todo va bien, hasta ahora todo va bien... pero lo importante no es la caída, sino el aterrizaje'. Y quién sabe cuán lejos, o no, estemos de tocar fondo. Aquí tienen, 'La Haine', disfrutenla. 

Vocabulario Fundamental. Odio (6) 'Paths of hate', odio a muerte entre las nubes




'Paths of hate' es un sobresaliente corto de animación dirigido por el polaco Damian Nenow en 2010 que como el propio director explica ".. habla sobre los demonios que duermen en el interior del alma humana y que una vez que despiertan empujan al ser humano a un abismo de odio, furia y rabia sin control." En un trepidante combate aéreo dos pilotos luchan en sus aviones (un Spitfire inglés y un Messerschmitt Bf-109 alemán) a muerte y odio eterno en un combate que singulariza los horrores de las guerras que han acompañado al ser humano desde su nacimiento como especie. Tras él una atinada crítica de este corto escrita por Nacho Villalba en la web Cine Maldito.





Paths of Hate (Damian Nenow)

Nacho Villalba en Cine Maldito

No hay nada especialmente novedoso en el discurso de Paths of hate (2010): su exiguo cuerpo dramático (la persecución sin cuartel de dos aviones de combate en medio de una guerra indeterminada) sirve para trazar otra reflexión sobre lo absurdo de la violencia y la facultad deshumanizadora del odio, que su director, el polaco Damian Nenow, escenifica de forma literal amparándose en el genero fantástico. De repente los soldados dejan de ser soldados y se transfiguran en cuerpos demoniacos animados por su odio al otro, llevando el relato a territorios puramente metafóricos donde el rojo sangre del cielo y de la ira resulta más expresivo que todas las pancartas del mundo. Esto, que podría interpretarse como una redundancia, contribuye a cargar de intensidad narrativa un cortometraje más preocupado por la transmisión del mensaje que por el mensaje en sí.

Lo valioso de Paths of hate, pues, reside en su asombrosa animación. Exprimiendo al máximo las posibilidades del CGI, Nenow logra extraer un dinamismo hipnótico de todas las figuras que aparecen en pantalla, haciendo que líneas y colores dancen armónicamente y cargando de elocuencia expresiva elementos mínimos o insignificantes (una foto, un crucifijo, una gota de sangre), llevando a cabo un proceso de depuración estilística que acaba cristalizando en una suerte de elaborado y sofisticadísimo minimalismo, cercano en su obsesión por el detalle a la estética del anime, pero manteniendo de fondo un toque abstracto y límpido que le aporta personalidad. Más allá de sus enérgicos y estilizados acercamientos a la violencia, la cinta destaca por la elegancia casi placentera con la que dicha violencia acaba plasmándose en la pantalla, cuajando momentos de gran belleza digitalizada que nunca se siente excesivamente artificial (esto no es un videojuego, para entendernos).

En su superficie aceitada y en su habilidad para planificar escenas de acción francamente complejas, reside la fuerza galvánica de un cortometraje (premiado en festivales tan prestigiosos como el de Annecy) que atrapa por la cualidad fascinadora de sus formas, mientras deja que en su fondo palpite un grito de rabia contra la condición autodestructiva del hombre que, no por conocida, resulta menos poderosa. Si disculpamos su escasa originalidad y su pequeñez conceptual, podremos extraer placeres intensos (básicamente estéticos) de este contundente ejercicio de animación arty para tiempos nihilistas y oscuros como los nuestros. Porque su conclusión no puede ser más descorazonadora: lo único que nos mueve es el odio, y en él nos acabamos consumiendo, en él desaparecemos.