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Vocabulario Fundamental. Viajes y Migraciones (13) Las personas del Aquarius, un año después

En junio pudimos ver en El Intermedio, uno de los programas televisivos indispensables del Juez Roy Bean, una entrevista de Gonzo a dos de los más de 600 migrantes y/o refugiados que el año pasado llegaron al puerto de Valencia en tres barcos de rescate, el más conocido el Aquarius siendo incluso recibidos por la vicepresidenta Carmen Calvo, lo que nos daba esperanza de que al fin tuviéramos unos gobernantes sensibles al tema de las migraciones forzadas, uno de los grandes dramas de nuestro tiempo. 


Un año después parece cada vez más claro que fue un acto más de postureo de nuestros políticos nacionales y europeos, que se pasan las responsabilidades los unos a los otros en el tema, mientras personas reales mueren o, las más afortunadas, son recibidos por ONG que poco pueden hacer más por ellos que atenderlos en su llegada e intentar ayudarles en sus procesos de solicitud de asilo. Mientras, sus vidas permanecen en suspenso. Ahora nos las cuentan. 


¿Cómo ha cambiado la situación de los migrantes que viajaron a bordo del Aquarius?: Responden dos refugiados

Mok Kamara y Emilu Sini viajaron como refugiados a bordo del Aquarius. ¿Cómo vivieron desde dentro el momento en el que supieron que ningún país quería acogerles?, ¿ha cambiado su situación desde que viven en España? Gonzo les entrevista en El Intermedio, para conocer a fondo sus historias.

laSexta.com / Madrid 19/06/2019 

Hace un año el Gobierno de Pedro Sánchez permitió desembarcar en puerto español al Aquarius, un barco que acogía a 629 migrantes y que ningún país europeo se prestó a recibir. Gonzo entrevista a dos de las personas que viajaron a bordo del Aquarius. ¿En qué situación se encontraban en las balsas de plástico en las que iban antes de que llegase el Aquarius?

"El agua empezó a entrar, había una mujer embarazada, nos vio un helicóptero y se comunicó con el Aquarius, que vino a rescatarnos", explica Mok Kamara. Después del viaje tan duro que recorrieron desde su país de origen, les tocaba hacer frente a una situación que no se esperaban: no había países europeos que quisieran recibir al Aquarius. ¿Cómo se sintieron en aquel momento?

"No olvidaré ese momento en mi vida. Éramos 600 personas en un solo barco... Italia nos rechazó, Malta y otros países. Cuando nos enteramos de que España nos aceptaría no podíamos estar más felices", relata Kamara.

Emily Sini explica que cuando llegó el bote de Salvamento les dijeron que ningún país se haría cargo de ellos: "Nos dijeron que lo mejor es que nos devolviesen a Libia. Yo le dije que si nos volvíamos a Libia, saltaría al agua, porque allí no tengo vida. El capitán se asustó", recuerda.

La acogida del Aquarius llevó a pensar que España comenzaría un cambio en la manera en la que trataría a los migrantes. Un año después, ¿piensan ellos que España trata bien a los migrantes africanos?

"Pedro Sánchez, cuando nos aceptó, nos prometió que nos iba a dar documentos. Cuando estábamos dentro del barco la gente decía que éramos afortunados, pero estamos decepcionados. Agradecemos a España lo que ha hecho, pero en otros países ya tienen papeles, nosotros no tenemos ningún permiso para estar aquí", critica Kamara.

De cara a un futuro, Sini asegura que no se quiere ir, pero necesita los documentos definitivos para quedarse aquí. Por su parte, Kamara insiste en que necesitan protección: "Vivir aquí es ilegal para nosotros, y eso es malísimo. En cualquier momento nos echan del país".

Y lanza un mensaje final al Gobierno: "Le rogamos, después de un año, que continúe con el proceso de asilo".

Vocabulario Fundamental. Odio (10) Me cagüen TTM

Me cagüen TTM


En una misma semana hemos asistido a la justificación de los autores de unos hechos y a la detención jaleada de los de otros similares, sin despeinarnos, y con la única diferencia de la tendencia ideológica que movía a cada uno de los actuantes. Esta situación no es nueva en España, lo que nos habla de una tendencia. Una tendencia peligrosa. Una tendencia ante la que hay que reaccionar. La doble moral que recorre nuestra opinión pública no es tal sino una prevalencia clara de una tendencia ideológica y política sobre otra, de un discurso político sobre otro, de un relato que se quiere supremacista sobre los demás. Los españoles ya no son iguales ante la ley según lo que piensen y cómo lo piensen. Tampoco la moral, cuyos límites no son los del Código Penal, es la misma según a quién se juzgue. Unos repugnan y son laminados y otros... otros son justificados y tolerados. La única diferencia es la tendencia ideológica en la que manifiestan su ignominia.


El ministro de Interior, Juan Ignacio Zoido. EFE


Voy a hablarles de seres por igual reprochables desde lo moral, y puede que desde lo penal, pero que han obtenido de sus acciones reacciones muy distintas. Unos eran servidores públicos y en un grupo de chat de 200 personas no sólo desearon la muerte de la alcaldesa Carmena, mostrándose además xenófobos, racistas y nazis, sino que amenazaron gravemente al compañero policía que les afeó la conducta y que finalmente les denunció. Otro era un chaval independentista de 20 años que festejó en su modesta cuenta de Twitter la muerte de Maza y dicen que amenazó con unas puñaladas al delegado del Gobierno en Cataluña, Millo. A los primeros salieron a defenderlos los sindicatos policiales y docenas de abnegados comentaristas que han estado dispuestos a tragar con el anzuelo de una supuesta privacidad del foro sin tener que contener las arcadas. Al segundo le ha dedicado hasta un tuit el propio ministro del Interior, orgulloso porque una detención haya acabado con el historial de este peligroso individuo. Les juro que hay intelectos dispuestos en este país a defender que las acciones no son iguales y los resultados no son distintos pero yo no escribo para ellos.

Es un ejemplo perfecto por su proximidad en el tiempo, su enorme semejanza y su ampliamente diferente acogida por parte de la opinión pública y de los gobernantes. Nadie ha detenido a los policías fascistas y xenófobos, se ha preferido poner escolta al amenazado. No se ha dudado en aplaudir una detención del joven nacionalista que dudosamente se hubiera podido acercar a un escoltado delegado gubernamental. Ambos casos igualmente repulsivos humanamente hablando.

La utilización espuria e ideológica de los denominados delitos de odio, de los delitos apologéticos y, en general, de toda esa carga penal sobre la opinión y su expresión que ya pesa en España está cobrando niveles no sólo inaceptables sino directamente inasumibles. Estamos tocando fondo y no respecto al odio sino respecto a la intolerancia de la libertad de expresión. Peligroso. Inaceptable. Perturbador. Hablan de odio pero es un odio de vía única. Odian los independentistas y los izquierdistas radicales. Odian los titiriteros terroristas y aquellos que no aman a algunas policías y a lo que representan. Odian los rojos de mierda. Mientras, utilizan su libertad de expresión para mostrar su diferencia los xenófobos, los fascistas, los franquistas, los de la aporofobia. Esta es la España que ha construido el Partido Popular con sus reformas penales y con su estilo de gobernar. Unos titiriteros acaban siendo terroristas a la par que descojonarse de los que aún tienen a sus víctimas de la injusticia del fascismo en frías fosas comunes, no es sino una crítica política.

Los discursos del odio están de moda. Odio. Odias. A la trena con él porque me critica o me insulta. Me está odiando. Los discursos del odio son perfectos para poner a prueba el músculo de un sistema democrático y de la libertad de expresión que rige en el mismo. La forma en que se producen, la acogida social que tienen o las barreras que se instalen para la libertad de expresión, hablan claramente de las convicciones de fondo que fundamentan el sistema y permiten realizar una diagnosis sobre la calidad de la democracia en cuyo seno se producen.

Sobre los hate speech -expresión originaria de este concepto- los teóricos han explicado muy bien cómo las democracias liberales se dividen en dos clases en función del tipo de respuesta que articulen frente a ellos. Por un lado, hablan de las democracias tolerantes, cuyo mayor ejemplo sería la norteamericana, en las cuáles la fuerza de la libertad de expresión es máxima. En líneas generales, la Primera Enmienda de los Estados Unidos es de tal fortaleza que predomina siempre que no se trate de una llamada directa por la palabra para la comisión de un delito concreto. Un país en el que se permite quemar la bandera o manifestarse a un grupo nazi en un barrio judío en aras a la sacrosanta libertad de expresión.

Un país que condenó al secretario del Partido Comunista por conspiración aunque respaldando la fórmula por la cual los tribunales “deberían preguntarse siempre hasta qué punto la gravedad del mal justificaba coartar la libertad de expresión hasta lo necesario para evitar que aquel llegara a producirse, pero sólo tras haber considerado si la producción de los efectos dañinos es plausible” (United States contra Dennis, 1951) Y aquí cabría preguntarse ¿era posible la independencia catalana? ¿fue alguna vez plausible?

Por otra parte, se constata la existencia de unas democracias intransigentes, en el más puro estilo europeo, en las que se tiende a restringir la libertad de expresión de las ideas que podrían socavar los propios principios de la democracia. Robert Post, uno de los más destacados defensores de la desregulación de los discursos del odio, considera que la gran tragedia europea del siglo XX puede estar en el origen de esta diferencia aunque, en el caso español, no parece ser la causa de una tendencia a tolerar lo que asoma que huele a nazismo, franquismo y fascismo y a reprimir a sus antagónicas. La expresión discursos del odio es, como poco, equívoca, imprecisa y maleable y según Vives puede que pretenda cubrir la falta de legitimidad para castigar unas expresiones que no nos gustan pero que deberían quedar amparadas por la libertad de expresión.

La situación se agrava cada día más. Hay humoristas encausados y tuiteros a los que se piden años de cárcel en la Audiencia Nacional. Miles de ciudadanos se mesan los cabellos al descubrir que hay gente que se alegra de la muerte de otros en el país en el que no había labriego que no se ciscara en todos los muertos del de enfrente por un quítame allí esas pajas. Me cagüen TTM ha sido casi un grito de guerra rural. Polvo, sudor y hierro, la Inquisición cabalga.

Estupor y Temblores (58) Catástrofe consumada

Mi amigo Ignacio López Calvo (con esta imagen de arriba) e Iñaki Gabilondo nos ofrecen sus reflexiones tras el referendum (o lo que sea) que ayer se realizó en Cataluña y la lamentable actuación policial que intentó impedirlo en algunos lugares y que sólo sirvió para ahondar más en la brecha emocional de muchos catalanes con España. Como dice El Mundo Today "cientos de catalanes ingresados con la Marca España en varias zonas del cuerpo".

Viendo cómo se han desarrollado los acontecimientos no podemos por menos que estremecernos por este enorme desatino, que se suma a una larga lista de errores en más de una década por parte del ahora partido en el poder, el corrupto hasta la médula Partido Popular. No incluyo aquí a los propios independentistas ya que no me representan y lo que han hecho es (además de aprobar la ley del referendum laminando indecentemente a la oposición) manipular el descontento y las emociones de la gente para recoger para su provecho el fruto de las acciones e inacciones de un gobierno y un partido colaboradores necesarios, esenciales, en el auge y consolidación del soberanismo catalán. Algo por otra parte reconocido por los propios independentistas de siempre, que han visto engrosadas exponencialmente sus filas a fuerza de crisis, victimismos y los infinitos escándalos peperos. 

Soberanismo que, con la absurda y violenta actuación de la policía en estos días, ha conseguido sumar otro suculento agravio y que no se hable de que esta votación no haya superado ni en número de votantes ni de síes a la independencia respecto aquel 9N, quedándose -según su propio recuento- en poco más de dos millones de votos favorables a la independencia de un total de 5,3 millones de posibles sufragios, aprox. un 37% del total. Con este resultado sería un fraude manifiesto y una irresponsable temeridad una declaración unilateral de independencia como ya ha apuntado Puigdemont, un error histórico que nos condenaría a un escenario de ruptura que destruiría la sociedad catalana y ahondaría definitivamente la brecha emocional entre España y Cataluña.


La gestión de la cuestión catalana por parte de Mariano Rajoy y el PP ha sido dañina y contraproducente, aferrada a una totémica legalidad de un partido que las ha roto todas. Comenzó con la recogida de firmas contra el Estatut y siguió con el recurso del mismo ante el Tribunal Constitucional, que acabaría cercenando lo que los catalanes previamente habían acordado. Después, ya en el Gobierno y con mayoría absoluta, su negativa tajante al pacto fiscal y el rechazo a cualquier diálogo con contumaz cerrazón, lo que ha hecho que el independentismo sumara decenas de miles de nuevos conversos cada año. 

Y ahora, cuando el 1-O se acercaba, la vieja táctica de Rajoy de esperar hasta que el problema desapareciera por si solo no ha funcionado, como era de prever. Porque hay dos millones de personas (el 37% del censo electoral, concretamente) que se han asociado y organizado para ir a una carretera a cogerse de la mano y manifestando que se han estado manifestando durante estos años siguen y seguirán estando ahí, nos guste o no nos guste. Y tendría que haberse comunicado con ellos para intentar desactivarles políticamente, no ningunearlos durante años o echándoles encima jueces y policías. Porque esto sólo ha conseguido darles más pretextos para reafirmarse en sus victimismos, más argumentos con los que convencer a muchos indecisos. 

La declaración de Rajoy en la tarde del domingo, la misma mierda de siempre, volvía a demostrar su necedad política, su lejanía de la realidad y su nulo sentido como estadista. Estos y aquellos supuestos grandes patriotas son los que van a destruir su país, nuestro país. Ahora, con cada bando blandiendo sus banderas y sus agravios, sus prejuicios y su falta de empatía, sólo nos queda asistir, cada día más impotentes, más avergonzados y tristes, cómo se suceden los acontecimientos mientras España y Cataluña se siguen desgarrando cada día un poco más. 

La voz de Gabilondo (65) Catástrofe consumada


Vocabulario Fundamental. Periodismo y Periodistas (38) Periodismo es contarlo todo

Periodismo es contarlo todo


Con apenas dos semanas de diferencia la APM (Asociación de la Prensa de Madrid) ha hecho públicos dos comunicados. El primero criticaba el control que el gobierno mantiene sobre RTVE, la fabricación de mentiras y de noticias sesgadas. El segundo denunciaba las amenazas e insultos que responsables de Podemos ejercían sobre una docena de periodistas a través de mensajes y redes sociales. No deja de ser curioso que mientras el primer comunicado fue obviado en TVE, del segundo se hicieron eco tanto el Telediario como Los Desayunos. Difícil encontrar mejor ejemplo de esa manipulación y censura selectiva que los profesionales de Televisión Española y Radio Nacional denunciamos hace unos días masivamente en el Congreso de los Diputados.

Hoy ya es evidente que el principal criterio editorial de TVE depende de un doble rasero; si la noticia afecta a la oposición abrirá los informativos y si perjudica al Gobierno o al partido que lo sustenta con suerte irá en un breve, salvo en los casos más notables, en los que ni siquiera el tipex de la actual dirección puede borrarlos de la agenda informativa.

Esta actitud se ha ido recrudeciendo en los últimos tiempos y ha llegado a niveles casi tóxicos. Desde el Consejo de Informativos hemos documentado en estos cuatro años abundantes y sonrojantes ejemplos de manipulación con los que no voy a aburrirles porque pueden encontrarlos en la web www.consejoinformativostve.es.

Simplemente les recordaré, a modo de corolario, que tan solo el pasado fin de semana los telediarios han semiocultado la multitudinaria manifestación en Murcia contra el presidente autonómico Pedro Antonio Sánchez por casos de corrupción (causa de una posible crisis del pacto entre PP y Ciudadanos) y censurado la gala del carnaval de Tenerife porque según el señor obispo atentaba contra la moral y las buenas costumbres, como en tiempos pretéritos... e imperfectos. No es de extrañar que hace un par de años decidiesen censurar también a dos patriotas como Mortadelo y Filemón por ponerse a investigar la trama Gürtel en el número especial 200 de la inmortal publicación. Tal vez al genial Ibáñez se le ocurra un día de estos investigar el caso de La Invasión de los Ladrones de Cuerpos en TVE.

Quizás en este periodo de deseable cambio que se adivina sea de nuevo conveniente recordar que el presidente de RTVE presume en Las Cortes de ser fiel hincha del PP, que el director de TVE ha amparado la censura de noticias que perjudicaban a la líder del partido del gobierno en Cataluña (a la que había servido como jefe de prensa), o que parte de los cargos directivos, orgánicos y de edición han sido encomendados a antiguos responsables de comunicación del PP o de medios afines.

Si algo hace daño a la imagen de una televisión o de una radio pública es que se la asocie con una extensión más del poder político. Desprenderse de esa etiqueta gubernamental fue una de las grandes conquistas logradas con la llegada de Carmen Cafarell a la entonces dirección general de RTVE en 2004 y de Fran Llorente a la dirección de informativos. Recuperar ese espíritu es tarea de todos los profesionales de esta casa.

Lo mismo se puede decir del ejercicio de este oficio. El tono bufandero que lamentablemente se ha incrustado en el periodismo deportivo en los últimos años se ha extendido también a la información política. Solo se puede dignificar el periodismo desde la distancia y la mirada crítica hacia todos los partidos políticos sin excepción, y esa batalla por la independencia nos atañe principalmente a nosotros.

Por ello uno no puede dejar de solidarizarse con esa docena de compañeros que se han sentido vejados, insultados y amenazados por responsables de comunicación de Podemos, como denuncia la APM. Una actitud intolerable ante la que solo cabe la denuncia pública. No es la primera vez que responsables de Podemos actúan de esta forma, aunque no son los únicos a los que hay que decir "¡Basta!". Ejemplos de presiones más coercitivas salpican a otros partidos, con la diferencia de que esas amenazas suelen ser mucho más efectivas si el partido en cuestión ocupa el gobierno central o autonómico y de él depende por tanto el control de los medios públicos, la concesión de licencias o la contratación de publicidad institucional. No creo que ese sea aún el caso de Podemos pero sí del poder político (y económico) que en los últimos tiempos ha costado el puesto de trabajo a periodistas, directores y subdirectores de medios privados y públicos.

Por ello algunos están diciendo "¡Basta!" también a las presiones y amenazas con las que la dirección de informativos de TVE trata de someter a compañeros de la redacción, a veces en reuniones a puerta cerrada, con el agravante de que en varias ocasiones esas amenazas se han acabado transformando en purgas o traslados forzosos, como ya hemos denunciado. De igual forma aquí agradeceríamos un posicionamiento firme de la APM.

Porque a fin de cuentas periodismo es contarlo todo, en este caso las amenazas de unos… y de otros. También en la televisión pública.

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* Xabier Fortes es vicepresidente del Consejo de Informativos de TVE.

Vocabulario Fundamental. Corrupción y Fraude (31) Yak-42, catorce años de mentiras de Estado

Yak-42, trece años de mentiras de Estado

El periodista aragonés Ramón J. Campo, que siguió durante años junto a las víctimas y sobre el terreno la tragedia del avión fletado por Defensa, reconstruye el relato de los hechos que incriminan a Federico Trillo y al Gobierno del PP


Francisco Cardona y su esposa, Amparo Gil, salieron la tarde del 25 de mayo de 2003 desde Alboraya (Valencia) hacia la Base de Zaragoza para recoger a su hijo, el sargento Francisco Cardona Gil, que venía desde Manás (Kirguizistán), después de haber trabajado dos meses como mecánico de los aviones Hércules que participaban en la operación Libertad Duradera. Cuando estaban a mitad de camino, a las 18.30, recibieron una llamada al móvil. Amparo habló con su hijo, aunque nunca sospechó que sería la última vez: “No sé lo que pasa, pero saldremos con retraso. Embarcamos a las doce de la noche que son las ocho de la tarde en España. Ya nos veremos cuando llegue a Zaragoza. No os llamaré más”. Nunca lo pudo hacer.

Zaragoza era el lugar de destino del avión Yakovlev-42D matrícula UR-42352 que había despegado a las 20.00 del viernes desde Kabul, la capital de Afganistán. A bordo iban 53 militares españoles que habían concluido su misión en la Fuerza Internacional de Asistencia y Seguridad de Afganistán (ISAF). El Yak-42 debía hacer escala en Kirguizistán para recoger a nueve integrantes del Ala 31, integrados en el destacamento Géminis, y desde allí volar a Zaragoza tras hacer una parada para repostar combustible en Trabzon (Turquía).

Amparo Gil se despidió de Francisco, y el matrimonio siguió su rumbo hacia la capital aragonesa. Ellos fueron los únicos padres que durmieron esa noche en la instalación militar, donde ya habían estado dos meses antes, el 13 de abril, “Domingo de Ramos”, recuerda el padre, para despedirlo, junto a su novia, al partir a una nueva misión en Afganistán. “Él ya había ido a Manás hacía un año, pero hizo el viaje de ida y vuelta en un Hércules. Esta vez se marchó en uno ruso, pero no sé si fue un Ilyushin, un Yakovlev o un Tupolev”, recuerda Francisco Cardona.

A las 7.00, la pareja se despertó en el segundo piso del pabellón, y después de asearse, bajaron a desayunar a la cafetería porque habían quedado con un amigo de su hijo para ir a buscarlo. Un camarero y un sargento eran las únicas personas que había en el bar. Ambos susurraron un comentario que despertó las sospechas del padre: “Venía el valenciano que hacía paellas”, dijeron. Francisco les interrumpió para inquirirles si sabían cuando llegaba el avión de Afganistán. “Creo que hablan de mi hijo”, les dijo. “No sabemos nada”, le contestaron. Pero el sargento y el camarero ya conocían la tragedia.

Al ir a pagar la consumición, Francisco se giró hacia la televisión encendida, que ya daba la noticia a las 7.20, con un gráfico de situación de la zona del siniestro. “Un avión con 62 militares españoles se ha estrellado en Turquía y no hay supervivientes”. “Lo primero que pensé es que era otro avión porque yo desconocía que hacía escala en Turquía”, explica el padre. “Llamé enseguida a su amigo para ver si él sabía algo y me dijo que iba a buscarnos con el coronel. Entonces, pensé lo peor”. Se encontraron en el vestíbulo del pabellón y allí, sin más preámbulo, el coronel Manuel Mestre, jefe del Ala 31, les dijo de sopetón: “Lo siento mucho. Traigo malas noticias. Su hijo ha fallecido en un accidente”.

Ambos rompieron a llorar y el padre desató su furia y dolor contra todo lo que encontró por medio: “Empecé a dar patadas a los sofás, a gritar desesperado... Sentí rabia, impotencia...”, recuerda. Así pasaron casi dos horas. Solos en la Base, con el único consuelo de los compañeros del sargento Cardona que se acercaban a darles el pésame. Llamaron a su hijo Ignacio, otro militar que trabaja en Madrid, como cocinero del Jefe de Estado Mayor de la Armada, y a varios amigos de Alboraya para darles la mala noticia. Hasta las 9.30 no vieron llegar a otras familias de los militares del Yak, que iniciaron un triste cortejo para confirmar de forma oficial que los suyos estaban en la lista de pasajeros muertos.

Con esta escena empecé mi libro ‘Yak-42, honor y verdad. Crónica de una catástrofe’ (Península, 2004), un intento de describir la peor tragedia de la historia del Ejército español en tiempos de paz, quizá la mayor vergüenza de los 35 años de democracia y uno de los episodios más siniestros de mentiras y manipulaciones cometido por el Gobierno del PP.

La mitad de los 62 militares españoles muertos no fueron identificados por el Gobierno de José Maria Aznar, que se apresuró a entregar los cuerpos por miedo al escándalo a los dos días del accidente, el 28 de mayo, después de un funeral tétrico en la Base de Torrejón, que retransmitió TVE con los micrófonos tapados para que no se escucharan los gritos de protesta de las familias ante los políticos que asistieron. También estuvieron los Reyes Juan Carlos y Sofía, que reconocieron más tarde que fue el acto más duro en sus años de reinado.

Una asociación ejemplar

La mayoría de familiares de las víctimas no eran militares como los fallecidos, y muchos se rebelaron contra la injusticia desde el mismo 26 de mayo de 2003. Intercambiaron sus teléfonos en el mismo funeral, y Alfonso Agulló (hermano de un fallecido) repartió octavillas. Poco después, el 14 de junio, en una reunión celebrada en Zaragoza, decidieron formar una asociación. Desde entonces, han batallado con sus armas (ayudados por un despacho jurídico dirigido por Leopoldo Gay, junto a la letrada turca Belkis Baysal), contra el ministerio de Defensa en busca de la verdad. Y finalmente, vencieron. La asociación ha sido un ejemplo decisivo para evitar que la Administración pueda volver a realizar sin ningún tipo de vigilancia la contratación de aviones baratos --rusos y ucranianos, sobre todo--. El despliegue y transporte de tropas en Afganistán, a 6.000 kilómetros de distancia, se hizo sin controlar previamente la seguridad de los aviones, pese a que aquella fue la operación logística más importante del Ejército español en misiones internacionales.

A los pocos días del accidente, el ministro de Defensa, Federico Trillo, suprimió los contratos de los aviones rusos y ucranianos a través de la agencia Namsa de la OTAN invocando la “alarma social” generada, a pesar de la posición del ministerio, que defendía que eran unas aeronaves muy seguras e insistía en que la causa del siniestro pudo ser meteorológica. Poco más tarde, Trillo tuvo que asumir que el ministerio había recibido doce quejas previas, realizadas por militares españoles, sobre la seguridad de estos aviones; la investigación demostró que los pilotos del aparato de bajo coste no conocían el aeropuerto de Trabzon (Turquía); que tenían restos de alcohol en la sangre, que giraron hacia el monte Pilav --un viraje prohibido en cualquier plan de vuelo: “Precaución. No está autorizado a realizar maniobras de aproximación al sur del aeropuerto”, decía la carta aeronáutica--, y que habían superado las 22 horas de viaje, por encima del tiempo legal.

De los 62 fallecidos, 21 eran componentes de unidades del Ejército del Aire de Zaragoza (nueve del Ala 31 y doce del Escuadrón de Apoyo al despliegue aéreo). Además, otros cinco militares del Ejército de Tierra habían nacido en Aragón. Yo era --todavía soy-- periodista del Heraldo de Aragón. Así que me tocó la mitad de la tragedia en nuestra propia casa. Al llegar a la redacción aquella mañana, un trabajador del departamento de administración me preguntó si conocíamos el listado de los fallecidos porque el marido de una compañera podía estar entre ellos. Así era, el brigada José Manuel Pazos Vidal era uno de los fallecidos. Fue una puñalada. El militar había pasado ocho años en misiones durante la guerra de Bosnia-Herzegovina apoyando a los F-18 que vigilaban el espacio aéreo de la ONU y la OTAN. Su viuda, que tenía dos hijos, me contó la última conversación con su marido, y fue el preludio de la avalancha de información: “Me ha dicho que volvían en un avión ruso, como esos a los que se les abren las puertas. Y le dije que se agarrara bien el cinturón”.

Ese fue nuestro primer titular del día siguiente. Tres semanas antes del accidente, un Ilyushin 76 de fabricación soviética (uno de los modelos elegidos por el Gobierno español junto al Yakovlev-42 y el Tupolev-154 para trasladar a las tropas españolas a Afganistán) sufrió un accidente en el Congo al abrirse en pleno vuelo la puerta trasera y perder a decenas de pasajeros.

Encuentros secretos

Estas denuncias de los militares, y la noticia de que la caja negra estaba averiada, se fueron desvelando en los primeros días entre Heraldo de Aragón y El País. Pero en el ministerio de Defensa sabían que lo peor estaba por llegar. El teniente coronel Javier Marino González, miembro del CISET (Centro de Inteligencia y Seguridad del Ejército del Aire) había advertido un mes antes del accidente mortal del peligro de utilizar estos aviones. “Se están corriendo altos riesgos al transportar personal en aviones de carga fletados en países de la antigua URSS: su mantenimiento es, como mínimo, muy dudoso”.

Los encuentros con los militares se producían a escondidas y en lugares secretos porque teníamos la sensación (que fue real) de que estábamos siendo seguidos. Las citas eran como la película El tercer hombre. Ya en esos primeros días supimos que Defensa había trasladado 30 muertos sin identificar. Pero no podíamos contar la información. Hoy se puede contar que hubo muchos compañeros de los fallecidos que se jugaron su trabajo en esos encuentros cinematográficos, compartiendo la información con nosotros y con las familias de los fallecidos. Una orden remitida por el Jefe de Estado Mayor del Aire, Eduardo González-Gallarza, a todas las unidades, prohibía a los militares no autorizados hacer declaraciones sobre el accidente del Yak-42. “Como descubra al que os está contando todo lo vais a tener que poner de portero en el Heraldo”, me advirtió un día el coronel Mestre, del Ala 31. ¿Pero es verdad o mentira lo que publicamos?, le pregunté. “Lo malo es que casi todo es verdad”, reconoció.

Viaje a Trabzon

Francisco Cardona convenció al equipo de fútbol de Villarreal para que le llevaran a Trabzon (Turquía), donde les había tocado jugar una eliminatoria de la UEFA contra el Trabzonsport, en octubre de 2003. Varios familiares levantinos viajaron en ese mismo vuelo y, pocas horas depués de aterrizar, entendieron que los turcos podían ser su solución. Los periodistas estaban más interesados en los familiares de los militares muertos que en los futbolistas. Un imán de la ciudad turca les entregó varias chapas identificativas de las víctimas, que según Defensa, habían servido para identificar a los 62 militares en un tiempo récord de un día y medio.

Así nació la sospecha sobre la gran mentira urdida por el ministro de Defensa, Federico Trillo con su gabinete, y que acabarían pagando, a finales de 2009, el general Vicente Navarro, jefe del equipo médico español, (la “cabeza de turco”, como lo calificó su familia en la esquela que se publicó al morir después del juicio), condenado por la Audiencia Nacional por falsedad documental, y los comandantes médicos José Ramón Ramírez y Miguel Ángel Sáez, que fueron indultados por el Gobierno del PP en 2012.

La visita de la abogada turca

Seis años antes de llegar a aquella vista oral, las familias recibieron en un hotel de Madrid en diciembre de 2003 a la abogada turca Belkis Baysal, que iba a explicarles la posibilidad de plantear un pleito en Turquía. Baysal se dio cuenta de que las madres de los fallecidos tenían la inquietud de si les habían dado a sus muertos o no. La abogada me contó a la salida de esa reunión que volvía a su país con el corazón en un puño. Su único objetivo era lograr que la Fiscalía le facilitara la información de los trabajos realizados por los forenses turcos y el equipo médico español. El 13 de diciembre de 2003, unos 300 familiares se manifestaron por las calles de Madrid pidiendo que Defensa diera explicaciones. El cartel que portaban decía: “Volvemos en una tartana”. Entonces no tuvieron ni apoyo mediático. Estaban solos, y las velas que encendieron esa noche junto a las verjas del Ministerio de Defensa fueron retiradas por la policía en cinco minutos.

El Gobierno de José María Aznar estaba a punto de lograr su objetivo: que no se supiera nada de la tragedia antes de las elecciones del 14 de marzo. A finales de febrero recibí una llamada de un portavoz de las familias para mantener una reunión de urgencia en Madrid. Había regresado la letrada Belkis Baysal con un acta judicial de la Fiscalía de Macka. Propuse que el encuentro fuera en una cafetería de la estación de Atocha; me dijeron que era un buen lugar para no ser escuchados. Éramos conscientes de que nuestras conversaciones telefónicas estaban pinchadas por los servicios secretos (el ruido era bastante notorio) y hasta los saludábamos al final. Creíamos que estábamos muy cerca del final, aquel 28 de febrero de 2004.

El encuentro en Atocha, vigilado

Nos sentamos en la cafetería de Atocha, al lado del jardín, con tres familiares de la Asociación, Miguel González, un colega de El País, y una traductora turca. Cuando iba a comenzar la lectura del documento judicial de Turquía pude ver cómo un fotógrafo nos inmortalizaba desde las escaleras del AVE. No sabían lo que decíamos, o quizá sí, pero sí quiénes estábamos reunidos.

Uno por uno, la intérprete leyó que dos generales españoles (Vicente Navarro y José Antonio Beltrán) firmaron un documento oficial con los forenses turcos en el que asumían que se llevaban 30 cadáveres que no estaban identificados. Estaban carbonizados o llevaban anillos (cinco de ellos) y ni se detuvieron a reconocerlos. La traductora tuvo que detenerse varias veces por la dureza del documento.

Llegamos a un acuerdo: lo primero, por respeto y dignidad, era comunicárselo a todos los familiares de las víctimas. Al día siguiente, el 2 de marzo, publicaríamos la información junto a la versión del general Vicente Navarro. Empecé a mandar SMS a mi compañera Pilar Estopiñá para decirle que nuestra sospecha, desde el mismo 26 de mayo de 2003, se confirmaba, por desgracia, punto por punto. Lo triste era que el brigada Pazos, el marido de nuestra compañera de administración, estaba entre los no identificados, aunque llevaba su anillo de boda. Tampoco habían reconocido a Francisco Cardona y lo intercambiaron por otro fallecido...

Las cartas de Defensa

La reacción del ministerio de Defensa fue el envío de cinco cartas firmadas por el secretario general de Política de Defensa, Javier Jiménez Ugarte, a las familias. En ellas se nos acusaba de hacer “una campaña sensacionalista” y lo negaban todo. “El Gobierno lamenta profundamente que un asunto tan doloroso y delicado sea objeto de un tratamiento tan escasamente riguroso y tan poco respetuoso con la memoria e intimidad de los afectados”, dijo el Gobierno en una nota de prensa. Acusaron a la abogada turca por haber obtenido el acta, que “formaba parte de un sumario calificado de secreto por la Fiscalía de Macka”. Cuaquier cosa menos asumir los 30 palmarios errores en las identificaciones de los cadáveres, que acabarían siendo confirmadas por los forenses de Turquía gracias a la pruebas de ADN que guardaron de los fallecidos y a las que hicieron a sus familiares en mayo de 2004.

Para entonces, el Gobierno de Aznar --ahora Rajoy-- y Trillo había perdido las elecciones ante el PSOE. España había vivido el peor atentado de su historia, el del 11-M, donde se aplicó la misma política de la mentira oficial; en este caso, sobre la autoría del mismo. Sin embargo, en la identificación de los 192 fallecidos ese día, los forenses civiles advirtieron de que no iban a repetirse los errores cometidos en el accidente del Yak.

El 31 de mayo de 2005, T5 emitió el documental Yak-42, producido por Iberrota Films, en el que colaboré, tras presentar el libro en Madrid. El documental dirigido por Tania Estévez consiguió una audiencia del 30%. Desde entonces nunca más se ha vuelto a ver. Está metido en un cajón. La ministra Dolores Cospedal recibirá el martes 10 de enero a las familias del Yak, después de que un dictamen del Consejo de Estado haya establecido que el ministerio de Defensa no fue diligente en la protección de sus militares, y que el accidente hubiera sido evitable. Es una gran oportunidad para que el Gobierno del PP reconozca, trece años después: “Yak-42, honor y verdad”.

Ramón J. Campo (@RamJCampo) es autor del documental Juego de Espías y de los libros Canfranc. El oro y los nazis (Mira Editores, 2012), La estación espía (Península, 2006), Yak-42, honor y verdad (Península, 2004) y El oro de Canfranc (Biblioteca aragonesa de cultura, 2002).

Absurdeces, bocachanclismos y otros extravíos (35) Presidente en propia puerta

Presidente en propia puerta

"Cuanto peor, mejor", debería de ser la frase de cabecera del presidente del Gobierno

Manuel Jabois El País 29 Oct. 2016

El 20 de diciembre de 2015, después de que el PP perdiese 63 escaños y casi 2,5 millones de votos, Mariano Rajoy decidió que iba a ser presidente del Gobierno. Confiaba en el fracaso de la izquierda mucho más que la izquierda en el triunfo propio. Comunicó a sus colaboradores que veía “improbable” un pacto contra él. Le salvarían Cataluña y Ciudadanos. En Cataluña había un proceso soberanista que impedía al PSOE alcanzar acuerdos con CiU y Esquerra; rechazarían su abstención porque, como dijeron los socialistas, no se puede gobernar un país con la ayuda de quienes quieren romperlo. Ciudadanos, mientras tanto, si pactaba con el PSOE sería con un objetivo no de gobierno, como se escenificó con fotos y documentos, sino para alejar a los socialistas de Podemos. O sea, bloquear España.


Mariano Rajoy, este sábado, en el Congreso. Pool Reuters

¿Qué podía hacer el PSOE? Nada. Eso dijo Rajoy en su partido: que se muevan ellos. Adelantaba de alguna manera su intención de renunciar ante el Rey a formar Gobierno. Él sólo tenía que esperar. No se iba a marchar nunca; llegado el caso, podría repetir las elecciones doscientas veces. Así, cuando se le decretó cadáver político y en el PP empezaron a ponerse nerviosos (aquel inolvidable “Rajoy debe mirarse al espejo” que Juan Vicente Herrera dijo a Alsina en Onda Cero), Rajoy movió sus fichas al único lugar en el que podían hacerle presidente: la izquierda política española.

Desde el año 2011, cuando prometió en un mitin en A Coruña la “felicidad” para todos los españoles, hasta ahora pasaron las suficientes cosas para que el presidente del Gobierno dimitiese o, en su defecto, perdiese las elecciones. “Mantendré mis compromisos electorales”, dijo en su investidura sobre la promesa de no subir impuestos. “El mayor esfuerzo no puede recaer en los ciudadanos, tiene que provenir de las Administraciones”. Era el 21 de diciembre. El 31 aprobó el mayor recorte en gasto público de la historia en España: 8.900 millones de euros y subió los impuestos hasta un 7% en el tramo más alto. Estas medidas no las anunció Rajoy; lo hizo su equipo económico. Y que no aprobó sólo el PP: lo hizo con el apoyo de CiU.

El 29 de mayo de 2012 Rajoy dijo que no habría rescate europeo a la banca española. El 11 de junio el Gobierno pidió el rescate: 100.000 millones para inyectar en unas entidades hundidas, intervenidas o gestionadas por muchos que terminaron en el banquillo tras asegurarse indemnizaciones millonarias. De Guindos dio la cara. Dijo que no era un rescate, sino “un préstamo en condiciones muy favorables”. No afectaría a la sociedad española, anunció.

—Si no afecta, ¿por qué no se pidió antes? —le preguntó un periodista.

—A usted no le toca preguntar —respondió.

Días después el Gobierno retiró la financiación a 400 medicamentos y entró en vigor el copago. El 30 de noviembre EL PAÍS informó: “Mariano Rajoy cruzó este viernes la última línea roja que él mismo se impuso, el último gran compromiso electoral que le quedaba por incumplir: las pensiones”. Tampoco salió Rajoy; lo hizo Fátima Báñez para contar que el Consejo de Ministros había decidido no pagar a los más de 8,1 millones pensionistas por la desviación de la inflación en 2012. Lo que suponía, en la práctica, una bajada. Al año siguiente se volvieron a subir los impuestos.

A la situación económica y el rechazo ciudadano le sucedían los escándalos de corrupción en Valencia, en la Comunidad de Madrid y en Génova, donde en 2013 cayó el tesorero, al que se le encontraron con 22 millones de euros en Suiza y apoyado en privado por el presidente, y se hizo pública la contabilidad b del PP; la reforma de la sede del partido del Gobierno se había pagado con dinero negro. Entre medias, apareció desde Cataluña en la esfera ideológica del PP un partido, Ciudadanos, con una razón de ser: la regeneración del centro-derecha español, que consistía en no permitir “nunca” que gobernase Rajoy. “Ni apoyo ni abstención”, dijo Albert Rivera hace cuatro meses.

Tras dos años de crisis del sistema, por fin empezaron a moverse las cosas. Se fue el líder del PSOE que había reclamado la dimisión de Rajoy, Alfredo Pérez Rubalcaba. Abdicó el rey, Juan Carlos I. Dimitió el ministro Gallardón, su leal oposición, tras tumbarle Rajoy una reforma del aborto encargada por Rajoy. Aguirre, la desleal oposición, se fue a por la Alcaldía de Madrid para situarse de nuevo como alternativa de Rajoy; Aguirre perdió. De sus viejos competidores ante Aznar, sólo queda él y uno de ellos, el ministro del milagro económico, se enfrenta a penas de prisión.

El 20 de diciembre de 2015 Rajoy decidió que iba a ser presidente. Pero entonces ni siquiera él sabía que para conseguirlo iba a cobrarse su segunda cabeza en el PSOE sin mover un dedo: se encargaría el propio PSOE de fulminar a su secretario general, y lo haría para convertir en presidente del Gobierno… a Mariano Rajoy. Que había obtenido previamente el sí de Ciudadanos, el partido del “ni apoyo ni abstención” (nada dijo de la euforia). Que tiene ahora en Podemos su mayor oposición, el partido que tuvo en sus manos el futuro de Rajoy con el resultado conocido ayer.

Sigue gobernando el PP, un partido con conciencia de sí mismo mucho más que del país. Y dentro del PP vuelve a gobernar una suerte de familia, una estructura evanescente, poco definida, marcada por el carácter de Rajoy. Ha estado en el Gobierno Aznar, se sospecha que está en el Gobierno Rajoy, y a su alrededor se está derrumbando un mundo, propio y ajeno, del cual sólo emerge él como superviviente de unos años, los noventa, revisados históricamente en el banquillo. Que es a dónde tendrán que ir los historiadores dentro de doscientos años para entender el fenómeno actual: a los sumarios judiciales, al libro de los milagros y la biografía insólita de un hombre que los ha vencido a todos, incluso a sí mismo.

Vocabulario Fundamental. Corrupción y Fraude (30) La corrupción portátil

La corrupción portátil


La regeneración de Ciudadanos, esa de nosotros no estamos aquí para que sigan gobernando los mismos y no apoyaremos a Rajoy como presidente, ha ido mutando discretamente en una regeneración lingüística. No se trataba tanto de desbrozar la política como de desbrozar la RAE. Y el fantástico moonwalkejecutado después de las últimas elecciones, ese paso de baile en el que Michael Jackson parece caminar hacia delante mientras se dirige hacia atrás, ha depositado a Albert Rivera en su última posición de fortaleza: separar al PP de la corrupción. Como era de esperar, ha optado por lo más sencillo: mover la corrupción. Si Mahoma no se va de la montaña, movamos la montaña; total, Mahoma está encima de ella.


Así que corrupción ya no es lo que era antes, sino algo mucho más delicado, casi un jarroncito chino, que azarosamente se acomoda al Partido Popular. Es un paso trascendente para que el PP y Ciudadanos lleguen a un acuerdo, al fin y al cabo la distorsión de la realidad ha sido el mejor programa de Gobierno de los últimos cuatro años. Cuando las palabras significan lo que el poder dice que significan, y hasta los números tienen sensibilidades distintas según su uso, el Gobierno es inatacable.

Por eso estas negociaciones de absorción ideológica están siendo tan excitantes. El maestro instruye al alumno en contorsionismo y no será porque el alumno no haya llegado aprendido; toda la campaña de Rivera ha sido un ejercicio de ambigüedad amparado en una palabra: regeneración, que ni siquiera es lo que era antes. Teniendo en cuenta dónde han acabado sus pocas afirmaciones contundentes, casi mejor la indefinición. Si Rajoy ha ganado dos elecciones sin moverse, a veces hasta desaparecer entre las cortinas de palacio para que el Rey no lo encuentre, lo último que podía esperar Ciudadanos es cambiar un espíritu, el de la corrupción, tan arraigado en el PP que hasta con todos los tesoreros imputados y las siglas en el banquillo es capaz Rajoy, en cada último escándalo, decir “hasta aquí hemos llegado”. Cuando llevan allí, en ese lugar exacto, desde los noventa.

En eso anda metido Ciudadanos, en la negociación con un partido que convierte en “concesión” que la persecución de sospechosos de corrupción alcance comunidades y Ayuntamientos. Una red de trampas tan burdas como fabricar una fecha de terceras elecciones y responsabilizar al PSOE de ella. Nada que no vaya a tener éxito, como está demostrado. Si no hay nada peor para un paranoico que tener razón una vez, tampoco se va a apear el PP de la victoria: la amenaza del apocalipsis, el inmovilismo, el bertinismo social y, respecto a la corrupción, el estamos poco casados. De ahí el esfuerzo de Ciudadanos en el pacto de Tu cara me suena: aparentar un trasplante de corazón cuando en realidad le están poniendo bótox.

Absurdeces, bocachanclismos y otros extravíos (33) 26J, España se ventosea


Los resultados del 26-J sólo pueden definirse como una auténtica hecatombe, en consonancia con la corriente llamada liberal que siguen la práctica totalidad de los países de la UE, apuntalada por el populismo xenófobo de extrema derecha que crece como la espuma, y que taimado, desde el disimulo, aparece de vez en cuando como en ese voto del Brexit para crear barreras que eviten la contaminación del forastero. Hoy se analizan los resultados como las cuentas de las empresas. Se estudian una vez más las diferentes estrategias llevadas por los partidos en campaña porque este juego, por encima de todo, va de ganar. Se establece la guerra de las marcas, creándose una perversión en la rivalidad, una lucha en la competencia que deja los intereses del ciudadano al margen.

La cara de los representantes de Unidos Podemos cuando salieron a la palestra evidenciaba, como luego ratificaron en su discurso, una gran decepción ante la imposibilidad de liderar el cambio inmediato que urgía en este país. No es de extrañar el batacazo moral porque los sondeos de forma unánime les daban muchos más escaños. El último del diario El País vaticinaba 93, es decir 22 escaños más de los que han obtenido. Se han debido quedar pasmados. También Ciudadanos han sido perdedores en esa noche, pero en este caso eran muchos los que pensaban que su pacto con el PSOE les iba a pasar factura y que algunos votantes se volverían a la marca matriz.

Por otro lado eran muchos los analistas que creían que al PSOE le iba a pasar factura su pacto con Ciudadanos, y así ha sido aunque no lo parece porque estas eran elecciones matrioska, o huevo Kinder, había un plebiscito dentro de un plebiscito. Se jugaban dos partidos a la vez en la misma cancha. De hecho, sus rostros al salir a atender a los militantes y a los medios de comunicación tras el recuento de votos, reflejaban una sensación de victoria que no se explica sino por su particular duelo con Unidos Podemos, del que han salido claros vencedores.


Paradójica alegría en las filas del PSOE mientras el resultado se presentaba escalofriante. Triste. Lo nuestro va bien, parecían querer decir con sus gestos los que rodeaban al líder. No nos van a hacer un ERE. A pesar de haber obtenido un resultado peor aún que el del 20-D, que a su vez era el peor desde 1977, bajando tanto en votos como en escaños, celebraban el triunfo de su pulso personal contra los que deberían ser sus aliados naturales que, de hecho, les proponen pactar una y otra vez, y a los que hacen oídos sordos. Salvar la marca parece ser su prioridad, que España se salva sola. Ya cosecharemos los restos que dejen los que nos preceden.

Tuvo Pedro Sánchez palabras de reconocimiento hacia Rajoy por su victoria y no desaprovechó para cargar de nuevo, también en esa noche, contra los que ha convertido, por desgracia para los más desfavorecidos, en su principal rival, que ya no es la derecha de este país, sino la que él considera su competencia directa: Unidos Podemos. A Pablo Iglesias, que le llamó, no se le pone. Dijo, sin embargo, que había hablado con Rajoy para felicitarle. O sea, que cobertura tenía. Pues nada, si esa es la cuestión habrá que felicitarles porque, en efecto, han ganado su pelea, que no es la nuestra. También ha ganado su pulso personal contra Susana Díaz ya que en Andalucía, donde gobiernan con el apoyo de Ciudadanos, han pasado a ser la segunda fuerza, con lo que la candidata natural a la Secretaría General del partido tendrá que rebajar los humos. En fin, es un extraño triunfo, la sensación debe ser parecida a la que se tiene cuando se alcanza la victoria después de haber dejado el terreno calcinado. Nada hay que recoger.¿Qué va a hacer ahora? ¿Querrá Rivera reanudar sus idílicas relaciones cuando se recupere del palo que se ha llevado?

Por otro lado, los auténticos vencedores, el PP, salen legitimados con el apoyo de las urnas. Partidarios de la absolución de los pecados, siempre entienden las elecciones como una amnistía. Según su particular ideario, el pueblo, con su voto, perdona los pecados de la cofradía del hurto. Ahora toca arreglar los asuntillos con la Justicia de la manera más eficaz posible y recolocar los cargos que pueden echar un cable en los lugares estratégicos, tal y como tienen por costumbre. Si la Policía va bien y la Fiscalía va bien, la Justicia va bien.

No tienen asegurado el Gobierno, a pesar de celebrar el resultado como si de una mayoría absoluta se tratara. Cuando se les pase la resaca electoral tendrán que enfrentarse a la antipática realidad de los números que, de nuevo, no dan. Pero sin duda, su gran victoria ha sido comprobar el retorno de los hijos pródigos que les castigaron la vez anterior, pero que entienden cumplida la penitencia y regresan a la casa común de la derecha de la que salieron contra su voluntad.

Este partido tan peculiar que en cualquier país de nuestro entorno sería marginal, por la gran acumulación de delitos de corrupción acumulados y el aberrante uso que hacen de las instituciones en favor propio y contra sus rivales, ha vuelto a ganar las elecciones.Es el triunfo de la inmoralidad al servicio de una corrupción que amenaza con volverse sistémica y endémica. Ya circulan chistes en el sentido de que les han faltado un par de casos de corrupción para alcanzar la mayoría absoluta, porque su electorado entiende esta picaresca choricera como una anécdota, un pecadillo menor, una tara insignificante en comparación con la debacle que supondría el triunfo de los bolivarianos populistas que nos traerían a Maduro a festejar la victoria.

Por suerte para ellos, también cuentan con los medios de comunicación y el principal partido de centro izquierda para evitar esta expansión de los extremistas, cuya escalada al poder ha quedado frenada por el voto de los llamados moderados, que nos traerán más leyes mordaza, más corrupción, más privatizaciones y más desmantelamiento de la cosa pública en beneficio de sus colegas empresarios, fuentes de riqueza infinita que manan hacia dentro, creando inmensos lagos de opulencia perfectamente embalsados y canalizados en trasvases a paraísos fiscales donde descansan los recursos de nuestros servicios públicos, contumaces fabricadores de déficit público.

El escenario es desolador y también comprobar que el mundo de las ideas no tiene cabida en este juego. Las estrategias de las marcas se imponen a las necesidades de los ciudadanos. La amoralidad de los corruptos cala como lluvia fina en sus adeptos, defensores y votantes, que acaban siendo un reflejo de sus líderes, con todas sus consecuencias. Consecuencias que pagan los ciudadanos honrados que se niegan a arrojar sus principios en la hoguera de lo pragmático, y se ven obligados a presenciar y padecer este lamentable espectáculo del todo vale, a reconocer la decadencia del país en el que habitan, y a aprender a coexistir con aquellos que con su voto les obligan a vivir en un estercolero.

La voz de Gabilondo (65) España, estatua de sal