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Estupor y Temblores (45) 'Cartel Land', de Matthew Heineman



En este blog ya hemos tratado con anterioridad algunos de los grandes problemas de la política y la sociedad mexicana en otras escabrosas entradas de nuestra etiqueta 'México lindo y querido'. Hoy publicamos 'Cartel Land', una premiada producción mexicano-estadounidense dirigida por Matthew Heineman en 2015 y producida por Kathryn Bigelow (la creadora de 'The Hurt Locker' aquí llamada 'En tierra hostil'), que nos muestra una inquietante visión de dos grupos de vigilantes en la frontera México-USA y su enemigo común, los criminales cárteles de la droga mexicanos. 

En el estado mexicano de Michoacán, el doctor José Mireles, un médico de una pequeña ciudad conocido como El Doctor, dirige a las Autodefensas, una revuelta ciudadana contra el violento cártel de la droga de los Caballeros Templarios. Mientras tanto, en el valle Altar de Arizona, Tim 'Nailer' Foley, un veterano de EE.UU., encabeza un grupo paramilitar, Arizona Border Recon, cuyo objetivo es evitar que la guerra de la droga de México -y de paso los inmigrantes ilegales- se filtren por la porosa frontera entre ambos países. 

El cineasta estadounidense se infiltra en el corazón de la oscuridad de la noche michoacana mientras Nailer, El Doctor y el cártel compiten por imponer su propia justicia donde las instituciones de ambos estados no lo han conseguido. 

Esta película provoca preguntas profundas sobre cómo la corrupción, la anarquía, la ruptura del orden y la dejación de funciones por parte de los estados parece no dejar a una sociedad civil desesperada más remedio que tomar las armas por sí misma para combatir la violencia que sufren con más violencia, para al menos no ser humillados, intimidados o asesinados sin ofrecer resistencia, como hasta ahora había estado ocurriendo. 

Cartel Land - Tierra de cárteles, los dos crímenes

Por Erick Estrada - Cinegarag

“No queremos convertirnos en los criminales que estamos persiguiendo”, dice el doctor Manuel Mireles, líder indiscutible de las Autodefensas en el estado de Michoacán, México, al comienzo de Tierra de cárteles, el durísimo documental que presenta Matthew Heineman, cine fotógrafo, documentalista, editor y guionista no de este sino de otros cuatro proyectos en los que ha participado.

Con una carrera tan aparentemente corta, sorprende un poco la calidad de las imágenes con que presenta primero a los miembros de un cártel (que suponemos son Caballeros Templarios) cocinando meta anfetaminas en pleno bosque michoacano, después a los primeros miembros de las Autodefensas y más tarde a los Arizona Border Recon, un grupo de vigilantes en el desierto de Arizona que de cazar inmigrantes ilegales pasaron a enfrentar a los miembros de los cárteles que circulan por la zona en la que habitan. Un desconcertante (por real) juego de espejos.

Ahí la sorpresa se desvanece. Ver la presentación de estos tres capítulos y la cercanía con que se habla con todos estos personajes denota un trabajo previo de investigación gigantesco, profundo, largo y a conciencia. Ello explica el enfoque triangular de este problema que hoy se ha vuelto internacional y, de paso, la calidad de esas imágenes que circulan por toda la película que a pesar de ello no glorifican un gramo de cualquier cosa que se atraviesa en la lente de Heineman. Nadie se salva, ni siquiera nosotros.

Dato extra: en el cuerpo de productores ejecutivos encontramos el nombre de Kathryn Bigelow y de nuevo los estándares suben. Resulta casi obvio que con su toque la tecnología al servicio del documental es de punta (recordemos las texturas hiper realistas en The Hurt Locker y comparemos con la inserción total de las cámaras en las acciones de esta película) y que ella misma fue un apoyo seguro y concreto para el enfoque casi objetivo del documental que quiere (o quiere hacernos creer que quiere) mostrar todos los lados posibles de los involucrados en el problema (Mireles es captado en todo momento lo que hace imposible perderse sus pecados), desde los miembros de los cárteles hasta los habitantes de un pueblo que en algún momento rechazarán la participación de las Autodefensas argumentando usurpación de las funciones del ejército y el Estado mexicano que, a pesar de ello (y la película lo subraya con una elegancia abrumadora) brillan por su ausencia y muestran una debilidad escandalosa.

Y sin embargo, la película no se ensaña en ello.

La problemática de la justicia por mano propia que cientos de veces ha empujado ejecuciones sin juicio y mucho menos defensa. La tambaleante tabla en la que surfean los derechos humanos cuando el Estado (monopolizador legítimo de la violencia) se vuelve flaco y deja los huecos para que otros otorguen la seguridad que él es incapaz de concretar. La reacción esquizofrénica de un ejército que obedece las órdenes de un Poder Ejecutivo que ni propone ni dibuja un plan. Todas las preguntas desfilan en esta autodescripción (porque la cámara de Heineman pareciera ser solamente un testigo) de lo que ocurrió (y ocurre) en Michoacán mientras, con una puntualidad escalofriante ciertos toques de genialidad intensifican el amargor de esta brutal narración: vemos por ejemplo el primer aniversario de las Autodefensas anotado aquí como el comienzo de su propio declive, celebración que se llevó a cabo el mismo día que Enrique Peña Nieto apareció (por encargo) en la portada de la revista Time con el encabezado “Saving Mexico” coincidencia que, aunque no se menciona en Tierra de cárteles hay que tener presente para captar ese amargor, esa brutalidad.

¿Brutal? Sí, gráficamente hay imágenes brutales, desgarradoras. En Tierra de cárteles hay momentos de tensión casi inhumana en el que las de por sí fantasmales fronteras descritas arriba se mudan de planeta, en las que la razón deja espacio a tormentas de sangre que apenas vislumbramos pero que se sabe existen y existieron -esos gritos detrás de las paredes en los interrogatorios que las Autodefensas llevan a cabo en sus cuarteles centrales-.

Pero más brutal aún son las interrogantes que con toda la intención (y maña) del mundo el documental acomoda hacia su desenlace (que no conclusión): detectados en su narración el cruce de un machismo turbio y serpenteante en las acciones y reacciones de maleantes y vigilantes (que les autojustifica mucha de su violencia y dispara su prepotencia y brutalidad); la corrupción en la que nada el país (en mucho producto de una pésima distribución de la riqueza desde hace cientos de años); y en medio la infiltración del narco mexicano en política, economía y seguridad; mucho más brutal resulta ver la división de las Autodefensas michoacanas en busca de un beneficio más personal y el tácito abandono en el que cayó su líder Manuel Mireles quien, ahora encarcelado debe también preguntarse de qué lado están esos criminales a los que perseguía y en los que no quería que su gente se convirtiera: en el lado de los cárteles o en el lado del Estado mexicano que de la peor de las maneras encarceló a un líder que probablemente hacía demasiado ruido, un ruido que opacaba los discursos oficiales que niegan tanto la existencia de la pobreza como el tamaño del narcotráfico en México, dos cosas que las Autodefensas (ahora incorporadas a ese Estado) colocaron de nuevo en la mesa.

Ciclo de cine clásico USA (24) 'Touch of evil', de Orson Welles

Lo anunciábamos al publicar el documental sobre Orson Welles y aquí está una de sus grandes obras maestras, 'Sed de mal' (Touch of evil, 1958), un film noir de deslumbrante reparto (con un Welles casi irreconocible creando un villano inolvidable y una fantasmagórica y hermosísima Marlene Dietrich) y una compleja trama sobre el poder y la corrupción. Atención a su expresionista atmósfera y al espectacular plano secuencia de apertura, un prodigio de dominio de la técnica y puesta en escena, y sin duda uno de los mejores comienzos de la historia del cine.

Sinopsis: Un agente de la policía de narcóticos (Heston) llega a la frontera mexicana con su esposa justo en el momento en que explota una bomba. Inmediatamente se hace cargo de la investigación contando con la colaboración de Quinlan (Welles), el jefe de la policía local, muy conocido en la zona por sus métodos expeditivos y poco ortodoxos. Una lucha feroz se desata entre los dos hombres, pues cada uno de ellos tiene pruebas contra el otro.


'Sed de mal', toque de genialidad

Existen varias versiones de cómo esta película terminó haciéndose realidad. (...) En realidad, Charlton Heston, que era una estrella emergente a mediados de los cincuenta, quería como compañero de reparto a Orson Welles, y se lo impuso a la Universal. Una vez convencidos, también les propuso que fuera él quien la dirigiera, propiciando su regreso a Estados Unidos, después de filmar tres películas en Europa. Welles cogió una mala novela de policías corruptos, escribió el guión en pocas semanas, y se propuso un regreso triunfal a Hollywood que nunca tuvo lugar, porque como dijera Jonathan Swift: “Cuando aparece un gran genio en el mundo se le puede reconocer por esta señal: todos los necios se conjuran contra él.”

De modo que Welles aceptó dirigir, escribir y co-protagonizar una película en la que Heston interpretaría a un improbable mexicano, y por la que sólo percibiría un salario como actor. Todo para regresar a la industria que él sabía era la única del mundo que le proporcionaría la posibilidad de hacer realidad su inconmensurable temperamento visual. Pero una vez terminada la película, la Universal la encontró indeciblemente desagradable y confusa, la mutiló de la forma más abyecta posible, y la estrenó como un producto de baja calidad, sin apenas promoción, y echando pestes de ella. Increíble, pero cierto. Y aún más increíble la reacción de los críticos americanos, pues lo más suave que dijeron de ella fue que era absurda, hasta llegar a basura pretenciosa. Así las cosas, no es de extrañar la decadencia salvaje del cine norteamericano. Pero, en cualquier caso, ningún crítico ha podido jamás hundir una gran película (del mismo modo que ningún crítico ha podido jamás “salvar” una mala película), y desde luego no pudieron con la que, en opinión de quien esto escribe, es el filme más grande que filmó Welles en Estados Unidos, a pesar de lo caro que le resultó ser profeta en su tierra.

Cuando uno revisa los filmes noir inmediatamente posteriores o anteriores a este, es algo así como situar a Bach entre grupos de música pop actuales. Al lado del genio de Welles, los logros de algunos directores de gran talento quedan completamente eclipsados. Los Wilder, Ray, Preminger, Garnett, Huston, Siodmak, LeRoy, Wellman, Walsh, Fuller, Kubrick y otros, quedan como meros artesanos, casi aprendices, al lado del coloso que dirige ‘Sed de mal’ (‘Touch of Evil’, 1958), y sólo grandes nombres como Fritz Lang, Howard Hawks o Jacques Tourneur pueden comparársele en su genio. En su inclinación apasionada a los caracteres grandiosos, en su desmesurado mundo barroco, Welles cambia el cine para siempre, y los directores de “filme noir” contemporáneos quedan anticuados cuando se observan las imágenes de esta película, que convierte al cine en algo mucho más formidable de lo que los directores “clásicos” pudieron siquiera soñar, y quizá por eso Welles fue sistemáticamente despreciado en su país. Es el problema de poseer un sentido visual y una personalidad tan extraordinarios.

Falstaff Quinlan

Lo cierto es que no resulta fácil escribir un comentario acerca de esta supuesta “basura”, porque siendo en cierta forma la cima del cine negro, también se aleja de sus constantes en ciertos pasajes para erigirse en cine de vanguardia absoluto, en una aventura abstracta, en expresionismo dinámico. Un brutal acontecimiento catalizador, la voladura de un coche en plena frontera entre México y Estados Unidos, es el disparador de una investigación a cargo del capitán norteamericano Quinlan (Welles), y de sus hombres, observados por el policía mexicano Vargas (Heston). La trama posterior, el modo en que Vargas descubre lo podrido que está el capitán Quinlan, el destapar sus prácticas, el salvar a su mujer Susie (nunca estuvo tan sensual Janet Leigh), todo eso es lo de menos. No es más que una excusa para que Welles exponga su visión, una vez más, del abuso de poder, de la soledad del hombre, de la violencia y la sordidez como nunca antes, y posiblemente después, se había visto en el cine norteamericano.

Todo comienza, bien lo sabrán la mayoría de los lectores de esta página, con uno de los planos más famosos de la entera historia del cine. No es exactamente un plano secuencia, porque no toda la secuencia está resuelta con él, pero sí es una muy larga, de asombrosa dificultad técnica, con una grúa alucinante y docenas de extras alrededor de Heston y Leigh, orquestados como si de una sinfonía se tratase. Según Welles, esta clase de planos sólo son posibles en el cine norteamericano, gracias a los excelentes técnicos que trabajan allí. Esto es un poco cuestionable, pero lo que cabe duda es que el gran Rusell Metty (según John Baxter ninguneado por Kubrick en ‘Espartaco’, aunque ganara su único Oscar por esa película) está a la altura del Gregg Toland de ‘Ciudadano Kane’ (‘Citizen Kane’, 1941) en pericia técnica y en ambición estética. Metty, secundado por Welles, lleva hasta las últimas consecuencias los claroscuros del expresionismo alemán. Sus sombras y profundidades de campo es lo más lejos que se puede llegar sin caer en la parodia.

Con los personajes envueltos en sombras excepto en las escasas escenas diurnas al aire libre (en los interiores, aunque sea de día, todo son enormes contrastes de luz), Welles dirige a los actores con mano maestra, en un amanerado juego visual, pues los actores asemejan bailarines coreografiados por una sensibilidad experta. Al mismo tiempo, el uso de la cámara es increíblemente expresivo. Lo admirable es que tanto movimiento de cámara y tanto movimiento de actores no produce una confusión visual y sí una tremenda inquietud, que va enervando al espectador progresivamente, desquiciado por unos diálogos magistrales que se suceden con la velocidad de un tiroteo. La rivalidad natural entre Quinlan y Vargas desvela el profundo racismo del primero, para convertirse en una de las críticas más feroces contra la policía de esa frontera de que hay noticia. La política, los tejemanejes de los poderosos, el cinismo de la justicia, pero también el tesón y la perserverancia de los hombres honestos, que jamás se rinden.


La presentación de Quinlan es absolutamente brutal, parecido a un Falstaff moderno (personaje shakesperiano favorito de Welles): pendenciero, vanidoso, compulsivo, hasta cruel, pero con el corazón roto. Llegaremos a odiar a Quinlan, mientras es imposible dejar de pasmarse con el fenomenal talento interpretativo del actor. Welles sólo contaba cuarenta y tres años cuando hizo esta película, pero quizá su escarpada carrera le envejeció más que la caracterización. A su lado Heston está muy bien, muy sólido y muy creíble, aunque jamás nos creemos que sea mexicano, y mucho menos cuando chapurrea español. El resto del reparto debería estudiarse en las escuelas de casting: Joseph Calleia, Akim Tamiroff, Joanna Moore, Ray Collins, Valentin de Vargas, Mort Mills... todos ellos configuran un collage de rostros salvajes, casi demenciales. La pura imagen de la corrupción y la infamia. Y el remate final es la aparición fantasmagórica de una enigmática Marlene Dietrich en un papel antológico, en el que se limita a mirar con sus ojos insondables, y a soltar nada más que un par de frases misteriosas sobre Quinlan, cual adivinadora de otro mundo.

Ya la mera utilización de la cámara para los coches en movimiento, convierte en antiguallas de arqueología las retroproyecciones que aún se seguirían utilizando durante algunos años. Y posiblemente nunca se utilizaron las grúas de un modo tan dramático (ni los contrapicados, ni los planos inclinados), exprimiendo así las últimas gotas dramáticas de cada secuencia. Claro que la grúa habría sido menos espectacular sin los escenarios diseñados por Robert Clatworthy y Alexander Golitzen, que hacen de la frontera y de cada calle un personaje más, en un barroquismo grandioso, bañado por las sombradas de Metty, vestido de la cadenciosa y delirante música del legendario Mancini, con los bailarines-actores haciéndolo vibrar, en un todo del que no se puede extraer ningún elemento sin que sufran los demás, y que hay que gozar vinculando continuamente sus hallazgos hasta la extenuación, en un obra maestra imperecedera del arte del siglo XX.



Vocabulario Fundamental. Agua (14) Las crisis del agua

En Portada nos lleva a México, China, Brasil, Estados Unidos e Israel para conocer cómo gestionan algunas de las grandes megalópolis mundiales sus recursos hídricos en estos tiempos en los que el cambio climático (Sao Paulo, Los Angeles...) está poniendo en graves problemas el abastecimiento de agua potable para millones de personas. 

En Portada. "Las crisis del agua"

Este recurso imprescindible para la vida es uno de los bienes más maltratados
Abordamos los desafíos para garantizar, a corto plazo, el acceso al agua
Solo es 3% del agua que nos rodea es dulce y disponible para el consumo. 
A día de hoy, más de mil millones de personas no tienen acceso a agua potable

Solo es 3% del agua que nos rodea es dulce y disponible para el consumo. A día de hoy, más de mil millones de personas no tienen acceso a agua potable


Asia, el continente más poblado del planeta pasa sed. Sao Paulo, -sede de uno de los grandes centros financieros del mundo y la mayor ciudad de Brasil, el país con mayores reservas hídricas del mundo-, pasa sed. En muchos países de África la principal ocupación de las mujeres es la búsqueda diaria del agua. En Oriente Medio, comunidades como Israel y Palestina han hecho del agua un campo de batalla. En México se riega con aguas negras mal recicladas... Esta semana en En Portada analizamos los desafíos del planeta para garantizar, a corto plazo, su bien más preciado.

Coger y acarrear el agua tras largas caminatas forma parte de la cotidianeidad de los africanos, generalmente de las mujeres y niñas

La importancia de cuidar el elixir de la vida

El agua, partícula imprescindible para los seres vivos y para el desarrollo humano, es uno de los bienes más maltratados. Todo el mundo la necesita, pero casi nadie aplica las medidas básicas para cuidar y conservar el elixir de la vida. Vivimos rodeados de agua, pero menos de un 3% es dulce y disponible para el consumo. La concentración de la población mundial en grandes megalópolis y el cambio climático, con su influencia en los ciclos de lluvia y en la agricultura, obligarán a revisar, más pronto que tarde, las políticas del agua.

La voz de los expertos

Expertos como el Profesor Pedro Arrojo; Víctor Viñuales, Director Ejecutivo de Ecología y Desarrollo, o Josefina Maestu, Directora de la Oficina de Naciones Unidas de apoyo al Decenio “El agua, fuente de vida” 2005-2015, explican para En Portada los riesgos que corre un planeta que descuida su principal elemento. El profesor Arrojo, asegura que “la crisis del agua es triple: de sostenibilidad, de pobreza y de mala gobernanza por parte de los gobiernos”. Víctor Viñuales afirma que “la mala gestión del agua es un problema civilizatorio y la muestra del fracaso de quienes fuimos capaces de ir al planeta Marte pero no de proveer de agua a millones de seres humanos”.

Acceso a agua potable y saneamiento

El acceso universal al agua y su saneamiento, son dos de los grandes objetivos. Pero mientras el primero se va cumpliendo, aunque sea lentamente; el segundo, está lejos de alcanzarse. Y lo que está en juego es el futuro de millones de seres humanos, pendientes de un pacto con la naturaleza al que le falta la firma.


Estupor y Temblores (42) Iguala, la noche más oscura de México

México vive tiempos sombríos. La violencia ha llenado de luto una nación donde cualquiera puede ser la próxima víctima. Un equipo de 'En Portada' ha viajado hasta allí y nos muestra un retrato doloroso del México más violento

La noche más oscura de México

En Portada viaja al Estado de Guerrero, el corazón de la violencia en México
Da voz a supervivientes y familiares de los 43 estudiantes de Ayotzinapa
Un equipo recorre los cerros de Iguala donde yacen cientos de desaparecidos

Que la narcopolítica se había incrustado en el corazón de las instituciones mexicanas, es un secreto a voces. Que las cifras de violencia son insostenibles, también. Que México se ha convertido en uno de los principales productores de heroína y que su principal mercado son los Estados Unidos, es un dato conocido. Que la revuelta ciudadana contra la violencia no es nueva, también. Sin embargo, ha sido la desaparición de 43 estudiantes de la Escuela Rural de Magisterio de Ayotzinapa, el acelerador que ha situado a México en un tiempo nuevo. Nada volverá a ser igual después de Ayotzinapa: los mexicanos se sienten inseguros y exigen respuestas propias de un Estado de derecho. Cómo acabar con la impunidad se ha convertido en el principal tema de conversación de México, un país con el orgullo herido y avergonzado de su imagen exterior.
Los cerros de Iguala son un inmenso cementerio. Espoleados por la repercusión de Ayotzinapa, familiares de miles de desaparecidos, 23.000 desde el 2007, reclaman al gobierno respuestas propias de un Estado de Derecho.

Flecos de la Revolución

En México hay 17 escuelas rurales de magisterio. Fueron uno de los logros de la Revolución y sus principios de justicia e igualdad. Por las aulas de las escuelas rurales, pasan los hijos de los campesinos que quieren ser maestros. Estudian en régimen de internado y reciben una educación crítica que irrita profundamente a las autoridades federales. Esa es la extracción social de los 43 estudiantes secuestrados: 43 semillas de maestros desaparecidos en la noche más triste de Iguala.

El 27 de enero, cuatro meses después de la desaparición de los estudiantes, la Procuraduría General de la República dio a conocer el resultado de su investigación: la “verdad histórica”, según sus palabras. De acuerdo con esta versión, los estudiantes fueron secuestrados por policías municipales a las órdenes de los Guerreros Unidos, -el principal grupo de narcotraficantes del Estado de Guerrero-, tras ser confundidos con integrantes de una banda rival. Después fueron eliminados y calcinados a alta temperatura, tan elevada que la investigación forense no ha podido determinar, -excepto en un caso-, que las cenizas recogidas en el basurero de Cocula, sean los restos de los desgraciados muchachos.

Pero ni las familias ni las organizaciones de derechos humanos, se dan por satisfechas. El Informe de la Fiscalía se ha hecho a partir de las declaraciones de los detenidos, pero no hay certeza científica del homicidio, dada la imposibilidad de extraer el ADN de las cenizas. Los padres se agarran a este hecho, como la última posibilidad de que los muchachos puedan seguir retenidos y con vida. Han decidido continuar con su lucha: son campesinos, pero no tienen nada que perder y su determinación es más fuerte que su pobreza.


23.000 despariciones forzadas


El número de desaparecidos en México crece de año en año: 23.000 desde el 2007. En la mayoría de los casos, se trata de desapariciones involuntarias o forzadas: de secuestros promovidos por criminales vinculados al narcotráfico, que se deshacen de sus víctimas y que han convertido al país en un inmenso cementerio. Tal y como recuerda Human Rights Watch en uno de sus informes -y con la excepción de las detenciones que ha habido tras la desaparición de los estudiantes-, en México no hay un solo criminal consignado por el delito de desaparición forzada.

Un emocionante retrato del México más dolorido

La guerra contra las drogas en México, de la que Felipe Calderón hizo el eje de su presidencia, ha sido un gran fracaso y lejos de combatir el crimen, ha disparado las cifras. En apenas una década se han producido más de 100.000 asesinatos. Según la OMS cuando la tasa es mayor de 10 asesinatos por cada 100.000 personas, se considera epidémica. En México es de 16,7 aunque en algunos estados como Guerrero ha llegado a superar el 60%. La guerra contra las drogas ha provocado en México un número de muertos superior a los soldados norteamericanos que fallecieron a lo largo de 10 años de guerra en Vietnam.


El equipo de En Portada ha visto de cerca el dolor, la extorsión y la muerte. Subir a los cerros de Iguala acompañando a los familiares de otros desaparecidos es una experiencia tan dramática como inolvidable. Entre la vegetación hay restos de ropa y enseres personales. Pertenecen a los desaparecidos, cuyos restos no están lejos. Los familiares y las llamadas policías comunitarias, formadas por vecinos voluntarios, han aprendido a localizar las fosas y las marcan, esperando que las autoridades desentierren a las víctimas. El drama de los 43 estudiantes ha espoleado el deseo de centenares de familias, que reivindican la detención de los culpables y enterrar con dignidad a sus seres queridos. De todo esto trata el próximo En Portada. Víctimas de la extorsión, familiares de desaparecidos y testimonios, como los de Elena Poniatowska, Javier Sicilia, Luis Hernández Navarro (Jefe de Opinión de “La Jornada”) ; Javier Hernández Valencia, (Alto Comisionado de la ONU) y otros muchos, nos ayudan a hacer el retrato preciso y doloroso del México más violento.