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Vocabulario Fundamental. Memoria (30) La destrucción de la memoria


"Parte de la guerra y el conflicto siempre ha sido el daño colateral. Muchos edificios han caído al estar en camino de los objetivos militares, pero, [...] en esta guerra, los edificios no se destruyen porque obstaculizan un objetivo. Los edificios son el objetivo". Cómo explica elocuentemente el narrador de The Destruction of Memory, la destrucción de la cultura de los edificios, libros, y con frecuencia, el arte, es una consecuencia accidental de la guerra. Como podemos ver por las acciones de ISIS en Irak y Siria hoy, la destrucción de bienes culturales es parte de una estrategia consciente para atacar y destruir la memoria colectiva, la historia y la identidad de un pueblo. "Una de las maneras de deshacerse de la historia es removiendo todas las huellas físicas de la historia", explica en la cinta Daniel Libeskind, arquitecto del Museo Judío de Berlín. "Hacer creer que nunca nada pasó ahí".

La guerra contra la cultura ha ido creciendo de forma constante en el último siglo. En los albores del siglo XX, las herramientas de guerra y su poder destructivo comenzaron a acelerar su ritmo de crecimiento. La capacidad para destruir un monumento, un edificio o una ciudad aumentó, haciéndolo más fácil. ¿Cómo podemos detener su paso y salvar la historia que configura nuestra identidad? Los ataques intencionados contra bienes culturales de los países en guerra son constantes. En Siria e Irak, la cuna de la civilización, milenios de cultura han sido destruidos por grupos terroristas como el tristemente célebre DAESH o ISIS. Ciudades como Homs, Palmira o Alepo han sido reducidas a paisajes apocalípticos.

Vocabulario Fundamental. Animales (55) Los animales en la Segunda Guerra Mundial



En este verano en el que se ha conmemorado el 80 aniversario del comienzo de la Segunda Guerra Mundial, la gran contienda bélica del pasado siglo, un conflicto épico que cambió el mundo en que vivimos, nada se ha dicho de los animales que de forma masiva en ella participaron, en todos los frentes y para todos los contendientes, esclavizados al servicio de los hombres.

A pesar de los avances en la mecanización respecto a la primera gran guerra del siglo los animales volvieron a ser esenciales para el esfuerzo de guerra de todos los contendientes. Obligados a realizar las peores tareas y en las peores condiciones, reventando por el esfuerzo o por los proyectiles, millones de caballos, de mulas, de perros, de primates y muchas otras especies se dejaron la salud y la vida en el infierno bélico creado por los hombres, por no hablar de la infinidad de animales salvajes que fueron inmolados junto a su habitats naturales en la pocas veces descrita destrucción de la Naturaleza en las guerras.

Por todo ello en este blog queremos rendirles nuestro pequeño homenaje con este documental (divido en dos partes seguidas) dirigido en este 2019 por Jean-Christophe Rosé, que recorre los distintos frentes para mostrarnos su enorme contribución en este conflicto, a su pesar, claro. 


Estupor y Temblores (65) Europa 1945: la venganza de los vencedores, la paz salvaje

Cuando terminó la Segunda Guerra Mundial, la gente de la Europa liberada celebró su libertad de la tiranía nazi. Pero para millones de alemanes, el final del conflicto abrió un capítulo terrible en una de las mayores limpiezas étnicas de la historia europea. Sufrieron una tremenda violencia, especialmente aquellos alemanes que habían vivido pacíficamente durante siglos en los países vecinos. Dirigido en 2015 por el británico Peter Molley, 'La paz salvaje' (The savage peace) usa archivos de películas nunca vistos y testimonios de los testigos oculares para narrar una historia desgarradora de violencia contra civiles alemanes, que a veces eran un espejo de algunas de las peores crueldades de los ocupantes nazis durante los años de la guerra. Esta historia hasta ahora no había sido contada, 70 años después de que ocurriese. Como reconoció el escritor George Orwell "el trato a los alemanes derrotados fue un terrible crimen que ha quedado impune".

Debajo del documental hemos añadido una entrevista de Jacinto Antón a Keith Lowe, autor del muy recomendable libro 'Continente salvaje', un impactante texto que recorre la geografía de deportaciones, violaciones, pogroms, ejecuciones sumarias y represalias de todo tipo que no sólo hubo sobre los alemanes sino también sobre otras minorías o etnias en lugares como Prusia Oriental, Polonia, Checoslovaquia, Ucrania, Rumania etc Era un continente sin instituciones, sin ley ni orden ni fronteras ni moralidad, ni propiedad privada, en el que sólo la supervivencia y la venganza de los vencedores prevaleció, extendiéndose durante cinco largos años de conflictos de posguerra. De aquellos espantos nació la Europa moderna aunque, afortunadamente, el paso del tiempo fue disipando el odio para dar paso a la unidad y la solidaridad entre los pueblos que, al menos en teoría, es la Unión Europea de hoy. 



Callaron las armas y fue un infierno

Keith Lowe describe en ‘Continente salvaje’ el horror en Europa tras la II Guerra Mundial


Bajó el telón de la II Guerra Mundial, pero los cuatro jinetes del apocalipsis no dejaron de galopar. En Europa, en un mundo devastado por cinco años de contienda, la gente se las prometía muy felices al firmarse la paz y sin embargo lo que siguió fue un espanto. En un continente devuelto a una condición casi medieval, inmerso en un completo caos, con destrucciones sin cuento, las instituciones colapsadas y la sed de venganza a la orden del día, el desastre humano y moral era absoluto. 

A mostrar ese siniestro panorama que fue el envenenado legado de la contienda ha dedicado Keith Lowe (Londres, 1970), uno de los más destacados de la nueva generación de historiadores británicos, su libro Continente salvaje, Europa después de la Segunda Guerra Mundial(Galaxia Gutenberg), un libro que se lee con el corazón en un puño especialmente ante la suma de nuevos horrores y vejaciones que tuvieron que aguantar los supervivientes en una cruel nueva vuelta de tuerca de la historia sobre sus víctimas.

¿Fue peor la posguerra que la guerra? “No llegaría yo tan lejos como a afirmar eso”, responde Lowe. “En algunas áreas quizá, aunque en general no. Pero mientras en algunos lugares el fin de la guerra se celebraba con fiestas, en otros continuaba la violencia, e incluso eran parte de las celebraciones la muerte y la vergüenza de otros. Cientos de miles de personas fueron asesinadas o se las dejó morir después de la guerra”. El historiador recalca que es una falsa idea la de que en 1945 todo volvió a la normalidad. “Hizo falta una transición que estuvo llena en muchos sitios, cuanto más al Este peor, de injusticias, atropellos y crueldad, fue una época sin ley”.

Refugiados de la II Guerra Mundial

El libro muestra que las democracias podían ser muy vengativas. “No tanto como los regímenes totalitarios pero sí, la venganza forma parte de la naturaleza humana, es algo innato y difícil de controlar, y hubo una gran ola de venganza en toda Europa”. Continente salvaje presenta casos —menos conocidos que los de las acusadas de colaboracionismo en Francia rapadas (¡20.000!)— como el de las mujeres y niños marginados y privados de derechos en Noruega, las primeras por ser parejas de soldados alemanes y los segundos por ser el fruto de esas uniones. Lowe explica que el 10 % de las noruegas de entre 15 y 30 años tuvieron novios alemanes durante la guerra. Se tachaba a esas mujeres de traidoras a la nación, aunque ellas y otras en su mismo caso en otros países de Europa consideraban sus relaciones un asunto privado, como la actriz francesa Arletty que, cuenta el historiador, durante su juicio en París por su affaire con un oficial alemán exclamó: “Mi corazón pertenece a Francia, pero mi vagina es mía”.

En cuanto a los niños, Lowe apunta que los soldados alemanes engendraron entre uno y dos millones en la Europa ocupada. En 1945 un diario noruego consideraba a los del país escandinavo “una minoría bastarda peligrosa” susceptible de convertirse en el futuro en “una quinta columna entre la población noruega pura”.

Lo que ocurrió con los judíos fue terrible. “Sobre todo porque tenemos la idea de que el Holocausto generó una gran empatía con los judíos tras la guerra y ese no fue el caso. En muchos lugares se reavivó el antisemitismo. Los judíos supervivientes volvían a sus casas sin nada y tuvieron que luchar para recuperar sus propiedades. En ese conflicto, no hubo compasión con las víctimas". Lowe recoge casos como los de la judía holandesa superviviente de los campos a la que un conocido la recibió diciendo: "Tienes suerte de no haber estado aquí, ¡no sabes el hambre que hemos pasado!". 


En Hungría, Eslovaquia y Polonia hubo verdaderos pogromos. Al menos 500 judíos fueron asesinados en Polonia entre la rendición alemana y el verano de 1946”. Una de las tragedias que sobrevino con la paz fue la de la deportación forzosa de poblaciones desplazadas a lugares en los que les aguardaban duros castigos. “Los británicos y estadounidenses entregamos a los soviéticos a millares de refugiados y prisioneros de guerra procedentes de Europa oriental, como 70.000 cosacos y al ejército de Vlasov, sabiendo que les esperaba en muchos casos la muerte (los que caían en manos del Ejército Rojo tenían 90 veces más probabilidades de morir que los que apresaban los aliados occidentales)”.

A Lowe le cuesta decir qué es lo que le conmueve más de todos los dramas de su libro. "Pero con lo que tengo pesadillas es con lo que se hizo a los civiles alemanes en los campos de prisioneros. Algunos guardias trataron de imitar lo que habían hechos los nazis en nombre de la venganza. No digo que algunos alemanes no merecieran castigo pero eso no es excusa para la brutalidad que se ejerció sobre ellos, lo que les hicieron”. Lowe, que inauguró en Barcelona el proyecto Espacio de Humanidades. Mediterráneo y Europa, en el Palau Macaya de la Obra Social La Caixa, está de acuerdo en la comparación de la Europa de 1945 con la de la Guerra de los Treinta Años. “Todas las estructuras de la sociedad cayeron, las cosechas se perdieron, incluso las que pudieron recogerse no había manera de transportarlas, todo estaba destruido: el hambre fue peor que durante la guerra”.

Había huérfanos por todas partes, señala el historiador, cientos de miles sino millones que se habían quedado sobre todo sin padre. Y muchos niños perdidos; 35.000 solo en Berlín en verano del 45. "Los niños eran el futuro para construir una nueva sociedad pero muchos estaban profundamente traumatizados. Hay muchos testimonios de niños a los que aterrorizaba la simple visión de un hombre en uniforme. Toda una generación se quedó sin referentes masculinos, con los padres muertos o prisioneros durante largos años". Muchos pueblos se quedaron sin hombres, lo que tuvo un efecto traumático en toda una generación de mujeres. "Los hombres se convirtieron en un bien muy preciado". En la URSS había al final de la guerra 13 millones más de mujeres que de hombres.

Para el historiador lo más importante es que la nueva Europa, la nuestra, se forjó en medio de "esa época violenta y vengativa", y fue entonces cuando "muchas de nuestras aspiraciones, de nuestros prejuicios y rencores cobraron forma”.


Campanadas de la Historia (68) Manuel Otero, sangre española en Omaha Beach

Del blog de Toni Álvaro importamos su aproximación a Manuel Otero, el único español que participó en el célebre desembarco de Normandía (que ya tratamos hace cinco años en este blog), que abriría un nuevo frente en Europa y sería decisivo para el término de la IIGM y el destino de nuestro continente. Este bravo compatriota, ex-soldado republicano (aunque no creo que dejara de serlo) que tuvo que huir a Estados Unidos, se unió al ejército de ese país y acabó dejando su vida en esta playa normanda, luchando contra el fascismo como había hecho antes en España. Nuestro recuerdo, 75 años después de aquel Día D, es para él.

Manuel Otero Martínez

…soldadet, valor, valor,

que depèn de gent com tu la sort del món…



‘Los primeros valientes en traspasar el alambre de espinos fueron John P. Forde, de Brooklyn; Manuel Otero, de Nueva York; y David A. Arnold, de New Hampshire. Forde y Otero morirían al poco en el campo de minas’ Albert Papi.



6 de junio de 1944, hace 75 años, Día D, 7.40 horas, una segunda oleada del 16º Regimiento de la 1ª División de Infantería de Estados Unidos, desembarca en el sector G de la playa de Omaha. Un mal sitio para desembarcar. Lanchas bandeadas por la mala mar, tropa mareada que se encuentra con el agua al cuello a casi 100 metros de la playa y luego un trecho de playa de más de 100 metros plagados de obstáculos y bajo intenso fuego enemigo. Una escabechina.

Manuel Otero, de Nueva York, salva los primeros 100 metro de playa para abrir paso por las alambradas. Lo consigue, pasa por ese hueco y echa a correr buscando protección. Una mina lo despedaza. Manuel Otero, de Nueva York, es Manuel Otero Martínez, de Catasueiro, Concello de Outes, A Coruña, ha cumplido 28 años y ya no podrá tener un hijo

per, només veure'l, intuir
que l'estimo més del que m'estimo a mi…

Manuel Otero Martínez era un buen mecánico en la marina mercante al que el golpe de Estado fascista de julio del 36 sorprende en Santander. Alistado en el Ejército republicano caerá gravemente herido en Brunete. Casi al final de la guerra es hecho prisionero en Barcelona. Un hermano que ha combatido en el bando de los vencedores consigue traerlo de vuelta a casa.



Pero los vencedores se empeñan en demostrar su condición a todas horas y le hacen la vida imposible a Manuel, que busca una vida posible en Estados Unidos, a las afueras de Nueva York, donde monta un taller mecánico que le permite vivir y enviar dinero a su madre. Manuel Otero es trabajador, lo que no es suficiente para el gobierno para ponerle los papeles en regla. Si quiere la nacionalidad y vivir tranquilo, una temporada en el Ejército es la vía más rápida. Manuel se alista.



Otero, soldado curtido, ingresa en la Big Red One que prepara el desembarco de Normandía. Y llega el 6 de junio de 1944, hace 75 años, Día D, 7.40 horas, una segunda oleada del 16º Regimiento de la 1ª División de Infantería de Estados Unidos, desembarca en el sector G de la playa de Omaha. Un mal sitio para desembarcar. Manuel Otero se funde en el infinito.

Las gestiones familiares consiguen de nuevo el regreso de Manuel a casa, esta vez dentro de una caja de madera forrada de cinc. En el cementerio de la parroquia de Outes un grupo de soldados norteamericanos portan a hombros un féretro cubierto con la bandera de las barras y estrellas y le rinden honores por todo lo alto en presencia de un agregado de la embajada de Estados Unidos. Cinco años después, Dwight Eisenhower, el general del Día D, firmaba en Madrid con el general del golpe de Estado fascista de julio del 36 un pacto que acordaba instalar en territorio español cuatro bases militares a cambio de ayuda económica y militar. Las playas de Normandía quedaban muy lejos, anegadas por la sangre de los Manuel Otero del mundo.

Vocabulario Fundamental. Mujeres (21) Kurdistán, guerra de mujeres


El canal de televisión franco-alemán ARTE produjo en 2016 un documental titulado 'Kurdistán: chicas en la guerra’, dirigido por la francesa Mylene Sauloy. Se centra en la lucha militar e ideológica de las mujeres kurdas en Rohava, Shengal y Qandil, así como la historia del principio del movimiento de mujeres con el PKK. El documental siguen cómo bravas mujeres desde París a Sinjar tomaron las armas contra Daesh (Estado Islámico) para defender a su pueblo y han sido un elemento fundamental en la derrota de los yihadistas en la guerra siria. Un grupo de mujeres que se niegan a ser víctimas y se mantienen fuertes frente a otras mujeres que sí son víctimas.

In Memoriam, Neus Català

Un texto de Toni Álvaro y otro de Jacinto Antón (ambos autores muy recomendables) además de un reportaje de La2 nos ayudan a recordar y despedir a la también catalana Neus Catalá i Pallejá, una eterna luchadora que supo resistir y sobrevivir en las peores de las circunstancias que puede sufrir un ser humano, no sólo en los años que pasó en campos de trabajo y exterminio alemanes, particularmente Ravensbrück, donde intentaron suplantar, inutilmente, su identidad pétrea por un número 50446

Activista infatigable, luchó por los derechos de las mujeres, luchó por la República española, luchó en la Resistencia francesa, luchó por sus compañeros y por sobrevivir en los campos, donde se dedicó a sabotear maquinarias e inutilizar las municiones que se veían obligadas a fabricar, pero después de la guerra aún siguió luchando, para que no se olvidara lo que había pasado, para preservar la memoria de aquel horror. Una mujer formidable que se vengó de quienes quisieron acabar con ella viviendo 103 años, lúcida y digna hasta el final. Descansi en pau, Neus Catalá. 

Neus Catalá  (Toni Álvaro - Facebook)

Un grupo de 80 mujeres viajan hacinadas en un vagón que habitualmente transportaba a 4 caballos. Forman parte de un convoy con un millar de mujeres de distintas nacionalidades transportadas en las mismas condiciones. El tren se detiene. Una de las mujeres, menuda, decide abrir una de las minúsculas ventanas del vagón. Frente a ella ve otro tren, atestado de hombres que viajan en las mismas condiciones. Reconoce un rostro. Es su marido. Se miran, gritan sus nombres mientras el convoy de los hombres arranca. Es la última vez que se verán. Él morirá de extenuación en el campo de Bergen-Belsen, poco después de ser liberado.

El convoy de las mujeres finalizará su recorrido en Ravensbrück, de madrugada, a 22ºC bajo cero. Las mujeres son apeadas a golpes, insultos, culatazos, mientras los guardias azuzan a los perros. Las mujeres serán rapadas, desinfectadas, humilladas. Les dan un traje a rayas azules y calzado hecho con lona de camión grapada a una suela de madera. La mujer menuda que abrió la ventana del vagón intenta andar y mantener el equilibrio dentro de sus zapatos enormes, seis números más que su pie. Andando arriba y abajo por el barracón para habituarse al nuevo calzado realiza un bellísimo acto de resistencia: empieza a imitar los andares de Charlot, sus gestos. Las prisioneras del barracón prorrumpen en carcajadas y aplausos. La risa es una afirmación de la vida y una victoria sobre el horror.

La mujer menuda, Pulga la llamaban en la Resistencia, es Neus Català i Pallejà. Ganó una huelga con 14 años, consiguiendo equiparar salarios de hombres y mujeres; defendió la II República desde sus convicciones comunistas; pasó la frontera francesa a pie con 182 niños y niñas a su cuidado; ingresó en la Resistencia en funciones de enlace, llevando mensajes escondidos en su pelo y acogiendo maquis en su casa. Detenida por los alemanes y torturada en la prisión de Limoges sin delatar a nadie, será deportada a Ravensbrück primero y a Holleischen después, siempre bajo un cielo de plomo al que sobrevivirá.

Una mañana, terminada ya la II Guerra Mundial, Neus Català volvió a ponerse el traje a rayas de prisionera y fue a fotografiarse. Era una manera de constatar su renuncia al olvido, el firme compromiso a mantener encendido el recuerdo de todas aquellas mujeres masacradas en Ravensbrück.

Las olvidadas de los olvidados, republicanas españolas, mujeres de 40 nacionalidades gaseadas, muertas a palos, fusiladas, electrocutadas, esclavas de las grandes empresas alemanas (Mercedes Benz, Krupp, Siemens, IG Farbe...), madres de niños y niñas quemados vivos en los hornos crematorios, jóvenes polacas sometidas a atroces experimentos por el doctor Karl Gebhardt, presidente de la Cruz Roja alemana. Todas ellas, los nombres de las 92.000 mujeres asesinadas en Ravensbrück, a las que quisieron convertir en número y estadística, han vivido en la memoria de Neus Català. Ahora Neus Català debe vivir en la nuestra, solo la memoria nos salva del exterminio al que quieren condenarnos


La paloma de Ravensbrück


Con Neus Català aprendías lo que era la vida de verdad. Su mirada, ahora que se ha apagado, nos hacía más falta que nunca


Frente a los negros cuervos de Ravensbrück Neus Català alzó las alas de la humanidad y la esperanza. También las de la memoria. Sobrevivió al campo de concentración —“era también de exterminio”, sostenía siempre ella, y a ver quién se lo iba a negar si había estado allí y tenía ese carácter que cualquiera le llevaba la contraria—, y lo hizo sin perder la fe en la gente y en que el mundo era mucho más que aquel agujero negro inmundo al que la lanzaron.

Un largo día tuve el privilegio de acompañarla en una de las visitas que hizo al campo, al este de Berlín. La vi estremecerse en los barracones, en la plaza de recuento, junto al lago en el que las SS obligaban a trabajar a las deportadas hasta la extenuación y la muerte. Y le agarré la mano —más espantado que ella— ante los crematorios. Acabé el recorrido con temblor de piernas y lágrimas en los ojos. Pero Neus no dudó en dar una segunda vuelta por necesidades de un equipo de televisión. “Mi deber es testimoniar lo que pasó aquí”, me dijo antes de regresar a dar otra vuelta al molino del horror. Qué mujer. Recia y valiente. Siempre dispuesta a luchar contra el olvido y contra el regreso de los cuervos como había luchado contra los nazis y contra el hambre, la enfermedad y la agria desesperanza del campo.



No dudó en enfrentarse a Enric Marco, el impostor de Mauthausen, que la temía. Tan pequeña y tan íntegra y corajuda Neus. Hecha de tesón y hierro viejo, de principios y de valores de la mejor especie. No se fabrica ya gente como ella. Una tarde de invierno en su casa hablamos durante horas de su vida. Cómo pasó a Francia tras la Guerra Civil, cómo la detuvo la Gestapo cargada con armas para la Resistencia, los interrogatorios y Ravensbrück. Cayó la noche sin que ella encendiera las luces. Apenas nos veíamos de un lado al otro de la mesa. Y me dijo “te quedarás a cenar”. No era una pregunta. Sacó unas rodajas de fuet, un poco de pan y dos vasos de agua. Y siguió hablando mientras dábamos cuenta del frugal ágape y las presas rebañaban sus cuencos y gemían por media patata o los restos de la sopa aguada de col y tifus.


Con Neus aprendías lo que era la vida de verdad y lo que valía y lo que tenemos en cada mañana de estos tiempos que nos parecen problemáticos. Y a apretar los dientes. Su mirada, ahora que se ha apagado, nos hacía más falta que nunca. Era también poeta. De versos sencillos y directos que recogían el tuétano de su experiencia. Vuela libre vieja amiga, valerosa paloma a la que jamás darán alcance los cuervos de este mundo. Ojalá fuéramos capaces de seguir el ejemplo de tu compromiso y de tu coraje.

Vocabulario Fundamental. Infancia (36) Infancia en guerra 11 'Aquel no era yo', de Esteban Crespo

"Ser un soldado no es difícil: o te acostumbras o te matan. Lo más duro es conseguir vivir con tus recuerdos y volver a ser tú mismo después de hacer lo que has hecho"

Si ayer presentábamos 'Voice Over' y la retahíla de premios y nominaciones que ha cosechado desde su publicación hoy lo hacemos con "Aquel no era yo", otro de los cortos que compiten con éste en la nominación de los premios Goya, además de haber recibido 45 premios en 38 festivales que están en este enlace.

El cortometraje 'Aquel no era yo', escrito y dirigido por Esteban Crespo, cuenta la historia de un cruce en una carretera perdida en un país africano  indefinido en el que dos cooperantes médicos españoles y unos niños soldado africanos se encuentran, bajo los designios irracionales de las putas guerras. 

Kaney es un niño soldado de un país africano. Con él viven muchos otros niños soldado, acatando las órdenes del hombre que se ha convertido en su padre, el General del Ejército Rebelde (Babou Cham). Paula (Alejandra Lorente) es una cooperante española llegada a África siguiendo a su pareja, Juanjo (Gustavo Salmerón) con el objetivo de ayudar y de rescatar a los niños soldado que allí viven. En un puesto fronterizo, Paula y Kaney se encuentran y ése será el punto de partida de esta dramática historia, en un escenario de miedo, violencia, terror y redención. Dos de estos personajes, Paula y Kaney, cuyas vidas en principio no tendrían nada en común, llegarán a unirse irremediablemente tras un disparo. Un disparo que quita una vida pero proporciona otra.

Como dicen sus creadores: "'Aquel no era yo' nació por el deseo de mostrar la dureza de la realidad de los niños y niñas soldado y lo que muy pocas veces vemos, sus secuelas. Y por otro lado, por el deseo de homenajear la labor altruista y llena de ideales de las personas que arriesgan su vida por mejorar la de los demás."

Cómo dice un niño ex-soldado del conflicto de Sierra Leona: “Ser un soldado no es difícil: o te acostumbras o te matan. Lo más duro es conseguir vivir con tus recuerdos y volver a ser tú mismo después de haber hecho las cosas que has hecho”. Un corto claramente Bean-recomendable al que deseamos suerte y el reconocimiento que merece en los Goya. 

Si quieres firmar para pedir que España no venda armas a países en los que se utilizan niños soldado, este es el enlace

Estupor y Temblores (53) Relato de la explosión de tres coches bomba en Irak

Un artículo del fotógrafo Ricard G. Vilanova nos traslada al espanto de los atentados con coche-bomba (tres seguidos, en este caso) en la batalla contra DAESH en la ciudad iraquí de Mosul, la capital del autodenominado Estado Islámico en Irak, de hecho donde fue proclamado en junio de 2014 por su fundador Abu Bakr al-Baghdadi. Parece claro que el desorbitado terror del DAESH seguirá atormentando al país mesopotámico durante aún mucho tiempo. 

Relato de la explosión de tres coches bomba en Irak

Ricard García Vilanova 16 de marzo de 2017

Mosul, frente de batalla, febrero de 2017. Estalla el primer coche bomba. Una gran explosión seguida de una ráfaga de viento atraviesa varias paredes, rompe los cristales y derriba a las personas presentes en una habitación de un edificio cercano.

Una base provincial de la policía federal iraquí tras la explosión de un coche bomba de Estado Islámico en Mosul. Ricard G. Vilanova

La onda expansiva nada que tiene que ver con morteros o proyectiles de gran tamaño, porque la explosión se da en la superficie. Es un coche bomba con tanta carga explosiva —a diferencia de los usados en Sirte (Libia)— que ya ni siquiera queda rastro de lo que fue el vehículo: solo se adivina su esqueleto, sus huesos, las pequeñas piezas de chatarra en el suelo, y un enorme cráter: su tumba.

Los coches bomba son el arma más temida en Irak —al igual que lo fueron los kamikazes japoneses en la Segunda Guerra Mundial— porque su uso depende de un hombre que está dispuesto a morir. Contra eso, poco pueden hacer los ejércitos: solo intentar matar al suicida antes de que él mate. Este fue el primero de los tres coches bombas que vi, y que levantaron columnas de humo —en un barrio, en otro, como si fuera una campaña de bombardeos— por toda la ciudad de Mosul.

Civiles huyendo de Mosul se cruzan con el cadáver de un combatiente de Estado Islámico. Ricard G. Vilanova

El segundo ataque fue en plena calle. Unos desplazados escapaban de los combates en Mosul. Si se hubieran retrasado unos segundos en su paso por este lugar, habrían muerto. Todos. Tuvieron suerte. El vehículo entró por la misma calle que ellos abandonaban; y, de repente, un estallido, una bola de fuego incandescente y trozos de metal cayendo desde el cielo. Hombres tirados en el suelo, con miembros amputados; eso los que tuvieron fortuna, porque otros desaparecieron, no quedó nada de ellos. Gritos, desconcierto y un humvee envuelto en llamas. Armados con lanzagranadas, varios hombres empezaron a correr ante la aparición de un segundo coche que venía en nuestra dirección. Atravesaban las calles, entre disparos, con heridos a cuestas. Como testigos del último ataque, y antes de que se produjera el siguiente, quedaban solo un pequeño motor incendiado y un cráter.

Un miembro de las fuerzas de seguridad iraquíes, herido por la metralla a causa de la explosión de un coche bomba en Mosul. Ricard G. Vilanova

Hubo un aviso antes de la explosión del tercer coche bomba. Soldados iraquíes se parapetaron detrás de un vehículo militar con rifles kaláshnikov y lanzagranadas, con la vana esperanza de detener al suicida si decidía tomar ese camino: pero no lo deseaban, porque sabían que ellos también morirían, caras de angustia, silencio absoluto. A pocos metros, ahora sí, una detonación: otra bola de humo y fuego. Un humvee destrozado, carbonizado en un instante. Heridos que corrían entre las llamas para salvarse de otro coche bomba que se dirigía a la zona; un vehículo cercano que empezó a emitir llamas y estalló segundos después; de nuevo gritos, personas que perdieron extremidades, otras reducidas a la nada. Mosul, línea de frente; no hoy, sino cada día. Los combates, los francotiradores, los drones, los morteros… Ningún arma castiga como un solo coche bomba. Porque ataca a lo más íntimo de la gente de Mosul, que se levanta cada mañana sabiendo que puede ser su último día.

Niños que acaban de escapar de los combates en Mosul en un campo de desplazados improvisado.Ricard G. Vilanova

Los coches bomba son el terror cotidiano que sufren los civiles y los soldados en la ciudad de Mosul. A diferencia de un combate cuerpo a cuerpo, donde al menos puedes decidir algo de tu destino, en este tipo de situaciones solo existe la suerte, la lotería: por eso los que sobreviven abandonan la ciudad, antes de que sea demasiado tarde. El terror de Estado Islámico consiste en generar ese caos, en crear esa atmósfera de pérdida de control total. Tal y como dijo el general Sacker, de la Policía Federal de Irak, solo hay dos opciones para los soldados en su lucha contra Estado Islámico: “Matarlos o que se maten”. Solo hay algunos miembros de Estado Islámico que son capturados con vida, como el primo del califa, Abu Bakr al Bagdadi. “Nos han vencido en la ciudad; nos vamos a la montaña”, proclamó entonces el líder del grupo yihadista. 

Mosul solo es la antesala de algo peor que aún está por venir. En una ciudad se lucha calle a calle, se intenta encontrar al enemigo y aniquilarlo; en la inmensidad de las montañas esa tarea es mucho más difícil, como quedó patente en la búsqueda de Osama bin Laden en las montañas afganas de Tora Bora en 2001. Las palabras de Bagdadi son un mal presagio para el futuro de Irak. Mientras, la población de Mosul sufre las consecuencias del delirio de unos pocos.

Un mundo mejor es posible (39) Los Cascos Blancos sirios, de Oscar

Aprovechamos que el Oscar al Mejor Corto Documental ha premiado el documental 'The White Helmets' para publicar este film del realizador británico Orlando von Einsiedel (de quien ya publicamos otro excelente documental, 'Virunga') y Joanna Natasegara que muestra la heroica labor de este grupo de civiles voluntarios en el rescate de decenas de miles de sus compatriotas de los escombros producidos, en su inmensa mayoría, por los bombardeos del régimen de Basar al-Asad o la fuerza aérea rusa, uno de los grandes crímenes contra la Humanidad de nuestro tiempo.




“Salvar una vida es salvar a toda la humanidad”. Ese es el lema de los Cascos Blancos, un grupo de salvamento en Siria compuesto por civiles. La guerra que arrasa el país es una realidad para los sirios que no han podido huir y toda ayuda que puedan recibir es más que bienvenida. El documental está ambientado en Aleppo, Siria y Turquía a principios del año 2016 y sigue a tres voluntarios pertenecientes a Cascos blancos que son los primeros en llegar tras un bombardeo. Los tres hombres arriesgan hasta su propia vida para salvar a los ciudadanos que están perdidos, heridos o enterrados entre los escombros de la ciudad.


Vocabulario Fundamental. Puta guerra (28) 'Apocalipsis: la Primera Guerra mundial'



Hace un par de años publicamos un post dedicado a los orígenes y desarrollo de la Segunda Guerra Mundial con dos series documentales de la saga franco-canadiense 'Apocalipsis', que recurre a coloreadas y poco conocidas escenas de los dos grandes conflictos mundiales del pasado siglo para contar, desde el punto de vista bélico (táctico y estratégico) pero también a través de las personas que las vivieron, sobrevivieron o murieron, cómo se gestaron y se desarrollaron estas hecatombes humanas en las que murieron más de 70 millones de personas, cayeron dos imperios y comenzó a cincelarse a sangre y bombazos el mundo contemporáneo. 


Hoy volvemos a recurrir a la serie 'Apocalipsis' para mostrar, en cinco episodios, la primera de ellas, la Gran Guerra, ese conflicto que surgió inopinadamente, casi de la nada, con el asesinato de un príncipe austro-húngaro en Sarajevo por el nacionalista serbio Gavrilo Princip. A los 37 días que pasaron entre este magnicidio y el comienzo de la guerra también les dedicamos un post, con la excelente serie documental británica '37 days', que de esta forma introduce los cinco capítulos de 'Apocalypse: la 1ère Guerre Mondiale' (dirigidos por Isabelle Clarke y Daniel Costelle en 2014) con los que ya les dejamos. 

Sinopsis: ¿Pudo ser evitado el sacrificio de una generación entera? ¿Como un conflicto tan cruel fue posible? ¿Como, hombres y mujeres, pudieron afrontar este horror durante cuatro largos años? La serie responde a estas cuestiones fundamentales a través de un aporte estratégico y global, aunque también y en especial a través de una mirada intima y sensible. 'Apocalipsis: la I Guerra Mundial', la serie de Isabelle Clarke y Daniel Costelle realizada a partir de más de 500 horas de archivos cinematográficos, la mayoría inéditos y con imágenes coloreadas que nos llevan al campo de batalla pero también a la vida cotidiana de los civiles.




Capítulo 1 - Furia

El origen de la 'furia' que inundó el mundo y durante cuatro años provocó el choque de imperios y el hundimiento de países. Los soldados marcharán a la guerra en un acto de inconsciencia colectiva, con el empuje de pensar que será una campaña corta y gloriosa.




Capítulo 2 - Miedo

Millones de hombres vivieron atrapados por la maquinaria de una guerra que según sus dirigentes iba a ser breve y gloriosa, pero que se convirtió en una guerra de desgaste y miedo. El enfrentamiento de los ejércitos ruso y alemán en Tannenberg fue el más decisivo de toda la guerra. Es el momento de las grandes batallas, como la del Marne. Francia y Gran Bretaña reclaman la ayuda de sus colonias: canadienses, australianos, neozelandeses, senegaleses, marroquíes y argelinos entran en la guerra, el conflicto ya es mundial.












Capítulo 3 - Infierno

Europa entera está en llamas. Los combaten alcanzan una violencia desconocida hasta entonces. En Francia los alemanes lanzan una gran ofensiva en Verdún. Después vendrá la batalla del Somme, la más sangrienta desde el comienzo de la guerra.







Capítulo 4 - Rabia

Ya hay cinco millones de muertos. Crece la 'rabia' entre los soldados, que necesitan que esta masacre termine. El estado mayor alemán tomará una decisión que cambiará el curso de la guerra. Dentro de su guerra submarina, decidirá atacar a todos los barcos en el Atlántico, lo que incluirá los americanos. EEUU entra en la guerra.








Capítulo 5 - Liberación


En 1917, el estadounidense general Pershing desembarca en Francia en un nuevo golpe de efecto hacia la 'Liberación'. Con el refuerzo norteamericano, las fuerzas aliadas irán de victoria en victoria hasta la rendición alemana el 11 de noviembre de 1917. Europa comienza a cerrar sus heridas y a construir su futuro, pero la derrota alemana y la conferencia de Versalles . Pero las cicatrices tardarán apenas veinte años en abrirse de nuevo.


Vocabulario Fundamental. Puta guerra (27) 'Las huellas de la guerra': Naturaleza en la línea de fuego


El documental 'Las huellas de la guerra' (Natur unter Beschuss. Ökologische Folgen des Krieges) es una producción francesa de 2013 dirigida por el alemán Maximilian M. Mönch que analiza las consecuencias en el medio ambiente de las más de doscientas guerras que arrasaron nuestro planeta el siglo pasado. Porque ¿cuáles son los efectos de los conflictos bélicos en el medio ambiente? ¿Cuáles son las consecuencias ecológicas de las guerras del siglo XX?

Todo comenzó con La Primera Guerra Mundial, entre 1914 y 1918, el primer gran conflicto del siglo XX, la primera guerra industrializada, la primera en que se hacía un uso masivo de la artillería, la primera en el uso de armas químicas. Se multiplicaba así el daño causado al medioambiente donde se combatía. Y de ella nacieron las otras grandes catástrofes bélicas que desde entonces asolan el mundo, cada una más destructiva que la anterior. Desde entonces hasta hoy, la Naturaleza está en la línea de fuego y no sólo cuando se combate, las consecuencias fatales de los conflictos bélicos continúan tras ellas. Las huellas de la guerra están por todas partes y son terribles e inconfundibles.

Las huellas de la guerra

Los efectos de la guerra en el medio ambiente van mucho más allá de los causados por el propio conflicto bélico. Sólo en los preparativos bélicos se consumen unos quince millones de kilómetros cuadrados de materia prima, el seis por ciento de toda la que hay en el mundo. El siglo XX es un tiempo en que la guerra, entendiendo por guerra los preparativos, el conflicto bélico y los que sucede después, todo ese conjunto, ha tenido un impacto mucho mayor en los ecosistemas naturales. Es un problema ecológico surgido de las guerras industrializadas del siglo veinte al que debemos enfrentarnos en el siglo veintiuno. Los residuos radiactivos contaminan campos y mares, millones de toneladas de munición yacen en los océanos, agentes químicos contaminan nuestros paisajes, el uso militar es el responsable de alrededor del diez por ciento de las emisiones globales de dióxido de carbono.

Millones de toneladas de municiones sobrantes de la II Guerra Mundial yacen en las costas de Canadá. Los residuos radiactivos procedentes de submarinos soviéticos fueron lanzados al mar durante la guerra fría y siguen contaminando las aguas de Noruega y Rusia. En Vietnam el llamado 'agente naranja' lanzado desde el aire por Estados Unidos durante 10 años destruyó el 15 por ciento del ecosistema vietnamita. En el mar Báltico se encuentra un barco alemán hundido con armas químicas en su interior. Y algunas islas paradisiacas del Pacífico ofrecen un alarmante testimonio de 5 décadas de entrenamientos militares.