Por fin. La travesía terminó y el Madrid llegó a la cima. Al tercer intento consecutivo, ya no hubo contratiempos que le impidiesen coronar la cima. Han sido cuatro largos años de ascensión, desde unas ahora lejanas catacumbas que parecían haberse convertido en el hábitat natural de una sección incapaz de levantar el vuelo y hacer honor a su historia. Se cambiaba cada dos por tres al capataz, a los sherpas y a la cordada, pero no había forma. Y en estas llegó Pablo Laso. Y con él una idea y un estilo que han sido respetados, no siempre al cien por cien, pero sí suficientemente como para darle tiempo a llegar a lo mas alto. El éxito dista mucho de ser circunstancial, sino más bien el resultado de una combinación de talento, paciencia y perseverancia. En cada uno de los intentos fallidos, se evitaron medidas drásticas o cambios de rumbo que podían tirar por la borda lo ya construido. Se optó por preservar lo principal, y apuntalar las fallas observadas en cada uno de los reveses. Era cuestión de tiempo que todos los astros que deben alinearse para ganar una competición tan exigente y compleja como la Euroliga se pusiesen de acuerdo. Pudo ser en Londres o Milán, pero para mayor disfrute, tuvo lugar en Madrid, en su casa parcialmente alquilada a las aficiones rivales pero que finamente dio más empuje que responsabilidad.
Poco pudieron hacer los griegos, a pesar de que durante más de medio partido sembraron la incertidumbre. Lo dijo Daimiel en la retransmisión, les gusta hacerse los muertos. Pero con un Spanoulis que nunca estuvo ni cómodo ni acertado, los milagros resultan mucho más difíciles.Dentro de esos ajustes provocados por las anteriores derrotas, los responsables del equipo llegaron a la conclusión que a la plantilla de la temporada pasada, capaz de jugar tan bien como lo hizo, le faltaba algo de colmillo competitivo en las grandes ocasiones. Esta cualidad no es estadística, sino que entra en ese concepto tan baloncestístico como los intangibles. Esta fue la razón principal de la incorporación de gente como Ayón y sobre todo elChapu Nocioni. El argentino, llegada la hora de la verdad, ha resultado proverbial, y su MVP no suena nada raro, sino todo lo contrario. Nocioni no conoce el miedo, se pega hasta con su sombra, no estaba contaminado por anteriores varapalos y resulta proverbial sobre todo cuando la cuesta se empina y flojea el ánimo. Su tarea fue hercúlea, lo mismo que la de Ayón y Rivers en la semifinal o los buenos minutos en el segundo cuarto frente a Olympiacos de Maciulis, que desatascó un ataque que no terminaba de fluir. En un equipo donde su columna principal formada por los dos Sergios,Rudy y Felipe no ha estado especialmente acertada, los actores secundarios traídos esta temporada han dado la razón a aquellos que los contrataron, convirtiéndose en los héroes de la Final a Cuatro. Bueno, y Carroll, que con su racha marca de la casa en el tercer cuarto puso proa al Madrid hacia la victoria final. En definitiva, que el Madrid vuelve a reinar, y el orgullo de todos sus seguidores no debe centrarse sólo en este tan ansiado título, sino en otros valores que han revivido a la sección hasta colocarla de nuevo en lo más alto. Hoy, por fin, resultadistas y aquellos que consideramos el éxito como resultado de un camino bien recorrido, pueden darse la mano viendo una bandera blanca ondeando en lo más alto de la montaña.
"Ni una sola palabra de amor", es un estupendo corto dirigido por El Niño Rodríguez (Argentina, 2011) y protagonizada por Andrea Carballo. La cinta de un contestador telefónico extraviada en un mercado de pulgas (un mercadillo) nos trae la increíble historia de Enrique y María Teresa: una mujer que espera recibir la llamada de un hombre que no responde nunca. 16 mensajes desesperados quedarán grabados buscando que le digan, tal vez, una sola palabra de amor. Años después la verdadera protagonista de la cinta aparecerá para contar las circunstancias que la llevaron a realizar aquellas llamadas.
Premios:
Mejor Corto 3º Festival Sólo con Cámara de Fotos SCDFIII 2012
Mirada de Oro - Corto ganador del 6º Festival Mirada en Cortos
Premio de la Prensa 4º Festival Mirada Oeste
Mejor Ficción XXVIII Concurso Nacional de Cine & Video Independiente- Cipolletti 2012
Mejor Ficción Festival Latinoamericano de Cine de Rosario 2012
Mejor Actriz Festival Latinoamericano de Cine de Rosario 2012
Mención Mejor Ficción 2º FECI Festival de Cine de Ituzaingó
Mención Especial 7º Festival Nacional de Cortometrajes Pizza Birra y Cortos
En estos días que se celebran las efemérides del 70º aniversario del final de la segunda guerra mundial en Europa, hemos de recordar que tras la terrible guerra llegó la postguerra y ésta fue también una época muy conflictiva en los países en los que se había combatido (como refleja el magnífico libro 'Continente Salvaje', de Keith Lowe). Fue una época de represalias, delaciones y revanchismos en la que los ejércitos aliados (mayormente los soviéticos pero no sólo ellos) cometieron múltiples crímenes, violaciones y otros abusos de poder sobre la población civil en su ocupación del país que había comenzado la guerra más letal que había conocido la Humanidad. Y fue en su capital donde la periodista y fotógrafa Martha Hillers, de 33 años (una de las aproximadamente dos millones de mujeres alemanas que sufrieron esos abusos), decidió escribir 'Eine Frau in Berlin' (Una mujer en Berlin), la crónica de los días en los que las tropas rusas entraron en la ciudad y las mujeres alemanas tuvieron que luchar -y padecer- por su supervivencia. Probablemente esos apuntes íntimos que constituyeron su diario, escritos en un refugio antiaéreo a la luz de las velas, ayudaron a su autora a mantener un vestigio de cordura en un mundo de devastación y crisis de los valores morales. La autora describe la vida de las mujeres y ancianos que subsisten en su bloque de apartamentos ante la llegada de las tropas soviéticas, las violaciones a las que la mayoría de vecinas son sometidas y cómo en su desesperación ante las agresiones decide mantener relaciones con un oficial ruso a cambio de protección, aunque también esta protección también se tornará precaria. Publicado en 1959, el libro no fue bien recibido por el público de la época, probablemente porque el pueblo alemán no estuviera listo aún para revivir esa parte dolorosa de su historia. Después de haber sido acusada de dañar el honor de las mujeres alemanas y de propaganda anti- comunista, Marta Hillers rechazó cualquier posterior publicación de su diario y decidió permanecer en el anonimato. Fue sólo después de su muerte a los 90 años, junio de 2001, cuando pudo volver a ser publicado y encontrar el éxito que le corresponde por sus extraordinarios valores morales, históricos y literarios. Les ofrecemos también, en una nueva entrega de nuestro ciclo de cine europeo, la película homónima basada bastante fielmente en la novela y dirigida por el alemán Max Färberböck en el año 2008, para aproximarnos a aquella época azarosa y decisiva para el destino de Europa y a aquellas valientes mujeres que ayudaron a reconstruir un mundo en ruinas en el que simplemente decidieron resistir, decidieron seguir vivas.
Ciclo de cine europeo (34) Una mujer en Berlin', de Max Färberböck
Una mujer en Berlín, de Anónima
Texto: Letras Libras Luis Fernando Moreno Claros Enero 2006 Hasta hace apenas una década, en Alemania era un tabú cuestionar abiertamente la cruel y probablemente inútil destrucción de ciudades monumentales como Dresde o Colonia por la aviación aliada durante la Segunda Guerra Mundial. Oficialmente había que considerar semejantes acciones como males necesarios para liberar del nazismo a la propia Alemania y a Europa, y ello a despecho de los cientos de miles de víctimas civiles que perecieron en los bombardeos y de los cientos de miles que perdieron sus hogares; del mismo modo se justificarían también poco después las bombas atómicas arrojadas sobre Hiroshima y Nagasaki: fueron necesarias para terminar la guerra con Japón. Hoy se cuestiona si no cabría hablar más bien en ambos casos de "crímenes de guerra".
Pero junto al tabú de los bombardeos aliados y sus nefastas consecuencias para bienes y personas subsiste otro tabú un tanto más difícil de vencer: el espinoso tema de las violaciones masivas de mujeres y niñas alemanas por los soldados del Ejército Rojo durante la denominada "liberación" de Prusia Oriental y la toma de Berlín, en el invierno y la primavera de 1945. Libros como El incendio, del alemán Jörg Friedrich, o Berlín. La caída: 1945, del británico Anthony Beevor (ambos en Editorial Crítica), recientes éxitos de ventas en toda Europa después de su enorme impacto en Alemania, deben su calurosa acogida a que se han atrevido a tratar abiertamente y con mirada histórica tanto el bombardeo de las ciudades alemanas como las proezas sexuales del Ejército Rojo en territorio alemán conquistado, tema este último en el que Beevor hace un necesario hincapié.
En efecto, en la detallada narración de los avances del ejército de Stalin hacia Berlín, el autor de La caída no omite la referencia al miedo cerval de los civiles y, sobre todo, de la población femenina frente a la llegada de los rusos. Aparte de asesinar a cualquier varón que les opusiera la más mínima resistencia, la violación de toda mujer o niña que tenía la desgracia de toparse con ellos era operación obligada para esos guerreros sedientos de algo más que de sangre. Escaso fue el número de mujeres que escapó a las ansias amatorias de los miembros del Ejército Rojo, borrachos como cubas en la mayoría de los casos: los alemanes, en su retirada, les dejaban alcohol a discreción a fin de retardar el avance de un ejército de beodos. Pero las consecuencias del exceso etílico las pagaban las "perras fascistas".
Beevor no olvida aclarar que el Ejército Rojo tenía una deuda pendiente con la Wehrmacht alemana; los soldados de Hitler incendiaron, saquearon, violaron y asesinaron a conciencia cuando invadieron Rusia, en 1941. Así que el desafuero soviético fue excusado por muchas personas como un lógico acto de venganza. Los comisarios políticos estalinistas explotaron la sed de revancha de los soldados e impartieron consignas de odio que embravecieran a sus tropas: "Matad alemanes, odiad Alemania y todo lo alemán, matad cerdos fascistas", etcétera. Así que, inflamados de odio, los alemanes y las alemanas carecían de valor para ellos: los superhombres se tornaron infrahumanos.
La crueldad de los rusos con los civiles y, principalmente, aquellas violaciones en masa fueron la razón de que los alemanes prefirieran ser vencidos por los americanos o los ingleses antes que caer en manos de los soviéticos. El ejército americano o el inglés —salvo en casos aislados— jamás cayó en semejantes desmanes. Los rusos, en general más primitivos, incultos y abotargados por la ideología estalinista, excesivamente limitados en su visión del mundo, empobrecidos mayoritariamente por el comunismo, reprimidos sexualmente en un Estado que despreciaba el erotismo, se comportaban en la rica y civilizada Alemania como bestias desatadas; en cambio, los soldados de los ejércitos americano y británico, educados en Estados de arraigada tradición democrática, en los que la vida humana —al menos teóricamente— se valoraba por encima de cualquier otro bien, se comportaban con mayor fiabilidad en lo que se refiere al respeto físico del enemigo vencido. Esta es la idea que hoy prevalece entre los más prestigiosos historiadores; pero claro, no hay que olvidar que los americanos e ingleses mataban desde el aire con sus innumerables racimos de bombas incendiarias. De ahí que, como puede leerse en Una mujer en Berlín, el libro objeto de esta reseña, muchas alemanas hubieran acuñado un cáustico lema: "Mejor un ruso en la barriga que un americano en la cabeza"; esto es, mejor pasar por el trauma de la violación y vivir con semejante deshonra que perecer entre las ruinas de la propia casa con toda la familia.
Este extraordinario testimonio, rescatado en Alemania por Hans Magnus Enzesberger para su serie de obras curiosasDie andere Bibliothek (La otra biblioteca), es el diario de una sobreviviente, de una mujer alemana, soltera, de 33 años, culta e inteligente, cosmopolita y curiosa, a la que el destino pilló en la capital del Reich mientras trabajaba en una editorial. Desde el 20 de abril hasta el 22 de junio de 1945 anotó casi a diario sus peripecias y las de sus conocidos y vecinos durante los días que siguieron a la conquista de Berlín por los rusos. El relato es muy fluido, de enorme intensidad y tensión dramática. Los primeros días, escondidos en el sótano, y luego, ya habitando en sus pisos destrozados, sin luz eléctrica ni agua corriente, un pequeño grupo de berlineses (quedaban aún vivos alrededor de cuatro millones de civiles, escondidos o dispersos entre las ruinas), compuesto por un puñado de atemorizados varones y una decena de mujeres de diversas edades, tiene que soportar la presencia de los vencedores rusos, pesados moscardones que contemplan a toda mujer como botín de guerra.
Según este relato, los soldados soviéticos, ya saciados de sangre, después de intensos meses de desmanes y batallas, no se muestran especialmente agresivos con los cavernícolas civiles a su llegada a un Berlín despanzurrado, pero sí extraordinariamente lascivos en lo que respecta a las alemanas. Además del hambre y la muerte de sus allegados, las mujeres tienen que cargar también con la violación. El "aquí te pillo aquí te violo" —la expresión es de la autora— es algo a lo que se exponen casi en cuanto salen a la luz e incluso por las noches en los pisos de puertas débiles y mal atrancadas; de ahí que la mayor parte de ellas prefiera permanecer escondida en lúgubres nichos o elevadas buhardillas. Aunque hay otras formas de violación más sutiles y la brutalidad del principio va adoptando formas más llevaderas: al cabo de unos días los rusos toman "novias" y se "enamoran" de una mujer concreta a la que convierten en su amante obligada. Ésta gana el favor del enemigo y gracias a ello puede proteger a sus conocidos así como recibir alimentos. Si las elegidas no ceden, ponen en peligro a todos cuantos se refugian junto a ellas.
Finalmente, como la violación resulta ser una especie de plaga colectiva que sólo las afecta a ellas, las mujeres terminan por sobrellevar su desgracia con resignación. Ello las une y las solidariza entre sí y su unidad excluye a los derrotados varones alemanes, impotentes ante la vehemencia de los rusos. De manera que, en semejantes circunstancias, fue el "sexo débil" el que tuvo que transformarse en fuerte: "Una y otra vez voy notando en estos días cómo se transforma mi percepción de los hombres, la percepción que tenemos todas las mujeres en relación con los hombres. Nos dan pena, nos parecen tan pobres, tan débiles, el sexo debilucho".
La autora de Una mujer en Berlín tampoco escapa al destino femenino común. En cuanto llegan los rusos, varios soldados la someten en repetidas ocasiones a "eso" (así se refieren las mujeres a un asunto que al principio tratan con pudor y del que terminarán hablando abiertamente con todo el que pueda escucharlas). Como tiene algunas nociones de ruso —la despabilada joven había viajado también a Rusia por motivos de trabajo— también las aprovecha: así que con sus chapurreos hace de intermediaria entre los vecinos y los vencedores, evita alguno que otro abuso mortal y logra ganarse algo de respeto. También ella se busca un protector, uno que sea fuerte entre la horda y la defienda de las violaciones indiscriminadas. Así que, como tantas mujeres, terminará convertida en presa voluntaria y en botín exclusivo de algunos oficiales que la tratan con menos desprecio del habitual. "Cama por comida" y "cama por protección" fueron tratos comunes entre vencedores y vencidas. Y es que, a la larga, el hambre pesaría más que la humillación. Pero las mujeres terminan por hacer de la necesidad, virtud. Los antiguos principios, la moral, el pudor, todo lo han deshecho las bombas, unas situaciones extremas propiciadas por la muerte desquiciadora modifican y acuñan la nueva ética ocasional de las sobrevivientes.
Por lo demás, las mujeres sobreviven y olvidan; y, a su modo, algunas hasta se mofan y se aprovechan de los vencedores. La autora nos deja unas descripciones impagables de la necedad y la zafiedad de los rusos, simples bestias planas y aniñadas. De "hombría" carecen totalmente. Más bien parecen torpes chiquillos sueltos en una tienda de juguetes. Berlín entero es una cueva de Alí Babá que esconde tesoros sin cuento: mujeres, ropa, relojes... Estos últimos los lucen a pares o a docenas mientras se pavonean enseñándolos a todo el mundo e incluso se los roban entre sí. Poco a poco, después de que los oficiales o los soldados de mayor rango hayan dejado muy claros cuáles son sus respectivos "cotos de cama" —otra acertada expresión de la autora—, la protagonista comienza una vida algo más segura. Los días pasan y sus oficiales la mantienen, asegurando también la supervivencia de sus vecinos. Finalmente, después de casi un mes de incertidumbres y penalidades, la situación en el Berlín conquistado se hace menos peligrosa. Un atisbo de normalidad asoma entre las ruinas. Se llama a los cavernícolas a la limpieza de escombros, y las mujeres y chicas jóvenes pueden volver a salir a las calles con relativa seguridad. Hasta se establecen controles sanitarios para revisar y asesorar a las violadas. Y muchas de ellas hacen chistes respecto de las situaciones más traumáticas. Un acre humor negro alivia las consecuencias de la desgracia y da paso, en definitiva, a la excitación de los sobrevivientes, fruto de la vida que continúa y que, de manera consciente o inconsciente, pugnará por sepultar en lo más hondo de la memoria las negras nubes del pasado.
Precisamente este tipo de humor e ironía consiguen que unos hechos tan incómodos, una historia desagradable y tan triste como ésta atrape al lector y termine seduciéndolo: como siempre, será la fortaleza humana la que venza a la necedad, la valentía del individuo aislado la que quede por encima del colectivismo abstruso.
Una mujer en Berlín no agradó en Alemania cuando se publicó por primera vez en 1957 (poco antes, en 1954, había aparecido en versión inglesa, y, enseguida, el libro fue traducido a varios idiomas más, entre ellos el español). Los hombres alemanes se sintieron incómodos, y también muchas mujeres. El relato aireaba aquello que era mejor mantener oculto, por pudor y vergüenza. Los varones habían hecho la guerra —su guerra— y todo el mundo había salido perdiendo, las mujeres de aquella manera. La credibilidad y el culto a la jactanciosa "virilidad" de los machos alemanes quedaban seriamente dañadas. Pero no sólo eso, al entender de muchos lectores, es la "virilidad" de todos los varones en general la que después del relato no levanta cabeza. Frente a los hombres, inconscientes y guerreros, se alza más poderoso el pragmatismo y hasta el sentido común de las mujeres: éstas demostraron poseer más capacidad de resistencia, ser quizás más "aptas para la vida" en circunstancias no convencionales. "Anónima" afirma en determinado momento: "Tengo la sensación de que estoy bien pertrechada para la vida". Esa sensación podían tenerla también la mayoría de las mujeres que supieron sobrevivir a aquella tragedia. Pero la opinión pública, hipócrita casi siempre, no se lo perdonaba a la autora, e incluso se le reprochó su "desvergüenza" y frivolidad al tratar del tema tabú. Lo mismo hicieron muchos hombres al regresar de la guerra y enfrentarse con sus hembras violadas: prefirieron ignorar los hechos y el sufrimiento de sus mujeres, no saber, no sentir, no pensar. Era mejor olvidar por el bien de todos,
y de repente aquel libro se empeñaba en recordar.
Hay que elogiar la estupenda traducción, que capta tan notablemente la cantidad de matices de un relato escueto e irónico, tan sencillo y natural como el abierto y sereno carácter de la valiente autora.
Plastic Bag (Bolsa de plástico) es un cortometraje del año 2009 dirigido por el estadounidense Ramin Bahrani (suponemos inspirado en la famosa escena de la bolsa mecida por el viento de 'American Beauty'), narrado por el alemán Werner Herzog y con banda sonora de los islandeses Sigur Ros, que nos cuenta la épica historia de una bolsa de plástico (ese elemento tan característico de las actuales civilizaciones humanas) improntada de su Creadora, su primera usuaria, a la que buscará hasta su destino final. Y es precisamente ese final, que a nuestro juicio debería haber sido algo menos lírico y más ecologista, lo que menos nos gusta del corto. Pero es una muestra de buen cine con pocos pero valiosos recursos, inspiración, talento, trabajo y una cámara.
"¿Qué queda de ETA? Un andamiaje oxidado que a ver quién acierta a desmontarlo. Y un mal recuerdo."
El pasado domingo Jordi Évole despedía la temporada de Salvados con la emisión de un reportaje en el que hablaba con el ex-etarra Iñaki Rekarte, en una entrevista sobria y desmitificadora, llena de miradas, silencios y verdades a corazón abierto de una persona en busca de redención que quiso abandonar el odio que había dominado su existencia. Un documento histórico y necesario para comprender mejor un conflicto que ha marcado una época terrible de nuestro país y a una parte de los contradictorios seres humanos que en él participaron, perdiendo su vida, su libertad o una gran parte de su alma.
Cuando se producen los 70 años del campo de concentración y trabajo austriaco de Mauthasen-Gusen, queremos homenajear a los españoles (y muchas personas de otras nacionalidades) que trabajaron en él en condiciones esclavas que ocasionaron la muerte a miles de ellos. Sin embargo, la estancia en este campo también supuso el nacimiento de una solidaridad entre los prisioneros españoles que se ayudaron a sobrevivir en las espantosas condiciones de trabajo, alimentación y cuidados médicos que sufrían. Cuando el 5 de mayo de 1945 el campo fue liberado por tropas estadounidenses, estos se encontraron con una enorme pancarta en la que se podía leer "Los españoles antifascistas saludan a las fuerzas liberadoras". Entre ellos estaba el catalán Francisco Boix, un fotógrafo que logró documentar (y ocultar) con miles de imágenes las ejecuciones, maltratos y padecimientos los maltratos y padecimientos de los internados en este campo de muerte y que posteriormente servirían para juzgar a muchos de los criminales de guerras nazis que negaban su participación en los hechos relatados. Inolvidable momento cuando en esos juicios Boixse levantó para acusar con vehemencia a altos jerarcas nazis, como Ernst Kaltenbrunner y Albert Speer, el arquitecto de Hitler. En los documentales que seguidamente ofrecemos podremos asistir a la historia de estos compatriotas y de los supervivientes actuales, que trabajan para recordar lo que en Mauthausen ocurrió para que no caiga en el olvido.
Mauthausen, el deber de recordar
Documental histórico sobre la vida de los republicanos españoles en el campo de exterminio nazi. Más de 7.000 republicanos españoles perecieron en Mauthausen antes de su liberación el 5 de mayo de 1945 por las tropas aliadas. Los pocos supervivientes se juramentaron para que aquella masacre no quedara impune.
Francisco Boix, un fotógrafo en el infierno Francisco Boix, es el único español que declaró contra importantes miembros del gobierno nazi en el Proceso de Nuremberg. El documental nos narra la vida de este fotógrafo, que al exiliarse tras la Guerra Civil Española, acabó en el campo de concentración de Mauthausen. Destinado en el laboratorio fotográfico del campo, consiguió sacar los negativos de unas 2.000 fotos que posteriormente servirían de prueba acusatoria en el famoso Juicio. Francisco Boix, un fotógrafo en el infierno está dirigido por Llorenç Soler, un acreditado director de más de 30 documentales. Sus films han sido premiados en diversos festivales internacionales.
Españoles en Mauthausen
Nueva Tribuna 03 mayo 2015 La liberación de Europa, no significó para los republicanos el final de la guerra. La mayoría no pudieron volver a España. El franquismo y los franquistas se lo impidieron. Encontraron asilo en otros países decentes. Murieron 7.000 españoles. Franco se desentendió de los presos, cuando Hitler le informó que tenía españoles en sus campos. Para el devoto nacionalcatólico no eran españoles. La Comisión Constitucional del Congreso de los Diputados, a propuesta del Grupo Socialista, ha aprobado una proposición no de ley, en la que se insta al gobierno a homenajear a los españoles de Mauthausen; campo de concentración y exterminio nazi de cuya liberación, el día 5, se cumplen 70 años. Murieron 7.000 españoles. Franco se desentendió de los presos, cuando Hitler le informó que tenía españoles en sus campos. Para el devoto nacionalcatólico no eran españoles.
Tuve la oportunidad de intervenir en el Abrazo del Oso, sobre los «Españoles en Mauthausen», programa en memoria de cuantos sufrieron cautiverio, tortura y muerte por la libertad, la democracia y la justicia social. Se habló del cautiverio, tortura y muerte, de cientos de miles de personas, entre ellos muchos españoles. Entonces habían pasado 68 años desde que se liberó el macabro campo de exterminio por las fuerzas estadounidenses, en el que miles de españoles republicanos murieron, por haberse empeñado en defender la libertad en España y fuera de ella. Dos años después siento la misma emoción cuando hablo o escribo sobre ellos. Cuando terminó la guerra en España, huyendo de Franco y de la sangrienta represión fascista, cerca de quinientos mil republicanos cruzaron las fronteras hacia Europa. La Francia colaboracionista los recibió mal y fueron internados en campos de refugiados en las peores condiciones. La derrota francesa llevó a miles de ellos a caer prisioneros del Tercer Reich, por defender la libertad y luchar contra el nazismo. Todos estos hombres y mujeres, víctimas de la guerra, sufrieron el régimen cruel de la dictadura nazi. El gobierno de Franco nunca les reconoció como ciudadanos españoles.
Poco se habla de lo que no se quiere hablar. La pérdida de memoria, voluntaria o no, destruye neuronas o las transforma, y de forma paulatina se pierde la esencia propia, el sentido del ser y de la historia. Por el campo de Mauthausen pasaron 7.532 españoles, entre los años 1940 y 1945. Republicanos huidos por la frontera francesa en los últimos meses de la guerra civil, los que formaron parte del ejército francés o de la resistencia. También mujeres y niños que procedían de los campos de refugiados del sur de Francia. 2.335 salieron vivos. 9 millones de personas fueron asesinadas durante la guerra en los campos nazis, como el complejo Mauthausen-Gusen. Unos 80.000 sobrevivieron. Después de tanto sufrimiento, de aquellos españoles, sólo quedan 25 con vida.
La dictadura franquista consiguió, durante casi cuarenta años, ocultar aspectos esenciales de la verdadera historia. Años después, en democracia, no se han hecho todos los esfuerzos necesarios, para dar a conocer la tragedia de los hombres y mujeres que la sufrieron. Ahora parece que hay movimiento para estudiar y reconocer jurídicamente a los republicanos deportados en los campos nazis. El texto aprobado por el Congreso, explica que los españoles llegaron a Mauthausen, por la decisión de exterminarlos, adoptada por las autoridades españolas, nazis y del gobierno de Vichy, dejando de ser considerados prisioneros de guerra y pasando a ser apátridas. Fueron «los únicos supervivientes del campo que no fueron recibidos en su país como héroes». El dictador les negó todo. El gobierno francés, país donde terminaron residiendo muchos de ellos, ha concedido la Legión de Honor a todos los deportados españoles. Mientras el mundo les condecoraba, en España olvido. Fueron héroes que lucharon por la libertad y víctimas del totalitarismo.
Setenta años después, el ministro de Educación y Cultura, avanza que el gobierno está dispuesto a estudiar el reconocimiento jurídico y material de los republicanos deportados en los campos nazis. Muchos años han pasado, mucho sufrimiento y demasiados muertos. Bienvenida sea la necesidad de una restitución no sólo simbólica o moral, sino jurídica y material. El diputado Joan Tardá ha recordado que el Estado, aún «no ha reconocido ni dilucidado sus responsabilidades» ni ha pedido «perdón a las víctimas». El régimen de Franco conocía la existencia de esos campos y lo que ocurría en ellos. Los socialistas explican en el texto aprobado, que el campo de Mauthausen-Gussen, era popularmente conocido como «el campo de los españoles» por la notable presencia de los mismos entre los prisioneros.
Los que abandonaron España en febrero de 1939, provenían de todas las condiciones sociales, habían perdido toda esperanza de construir una sociedad moderna y democrática. Su sed de libertad y espíritu de lucha, les llevó a todos los rincones de Europa en malos momentos. De su convicción y valor dieron muestra en la «resistencia francesa», en el ejército o en la «Legión Extranjera». Los primeros vehículos blindados de la División Leclerc que liberaron París, iban conducidos por republicanos españoles. El tributo pagado por la búsqueda de libertad fue muy costoso. Después de 70 años, los representantes del pueblo español, se lo reconocen.
El 6 de agosto de 1940, 470 presos españoles, llegaron en vagones de carga a Mauthausen. Eran los primeros republicanos deportados a los campos de concentración, de trabajo y de exterminio, considerados como enemigos y apátridas. Les marcados con triángulo azul y una «S» de Spanier en el centro. Allí conocieron lo que nunca podían haber imaginado que existía. No eran las únicas víctimas. A su alrededor, miles de prisioneros padecían su mismo destino.
Los trabajos forzados en Mauthausen se realizaban en la cantera de granito. Una larga escalera separaba el tajo de los barracones. Los presos, cargados con grandes piedras, subían la escalera diez o doce veces al día, golpeados por los «kapos». El 26 de agosto de 1940, murió el primer español. Se guardó el primer minuto de silencio de los muchos que se producirían durante el cautiverio de cinco años. Con el paso del tiempo, algunos pasaron a desempeñar trabajos «especializados»: albañiles, peluqueros, administrativos, sastres, intérpretes o fotógrafos. Accedían a más información y disponían de más autonomía para sostener la organización clandestina. Cuando en 1942 comenzaron a llegar prisioneros de la resistencia francesa y del frente ruso, los españoles eran veteranos expertos y buenos estrategas para la supervivencia. El 5 de mayo de 1945, cuando la 11ª División Acorazada del Ejército norteamericano entró en Mauthausen, banderas republicanas habían sustituido a las banderas nazis, y en la puerta del campo, una gran pancarta decía: «Los españoles antifascistas saludan a las fuerzas libertadoras». Habían muerto en los campos de concentración cuatro mil cuatrocientos cuarenta españoles, según la base de datos del ministerio de Justicia. Sin ánimo de ser exhaustivo ni de regodeo en la miseria y la barbarie, tenemos que recordar. En Mauthausen, los métodos de exterminio incluían: celdas de castigo, sin comida ni bebida, en las que morían en pocos días; flagelación; trabajos forzados en las canteras —20 kilos de carga, 186 escalones—, agotamiento, hambre, enfermedades, castigos y crueldad extrema; duchas heladas; tiroteos masivos; experimentos médicos, con desangrados hasta la muerte; ahorcamientos, fusilamientos y cámaras de gas.
La liberación de Europa, no significó para los republicanos el final de la guerra. La mayoría no pudieron volver a España. El franquismo y los franquistas se lo impidieron. Encontraron asilo en otros países decentes. Ahora, por justicia, el Estado español tiene que pedir perdón y depurar «sus responsabilidades», por las penurias a las que tantos españoles fueron sometidos; así como reparar las consecuencias derivadas del exilio y deportaciones de aquellos luchadores por la libertad. Destrucción y miseria; odio y exterminio, sufrimiento y muertes provocadas; hoy se sigue produciendo en muchos lugares del planeta. La mayoría de los gobiernos no hacen lo suficiente para evitarlo. La ciudadanía tampoco. Lo que ha sucedido en la historia y lo que hoy sucede, muestra lo que da de sí el ser humano.
En 2005, a raíz de los disturbios en las banlieues francesas y de los atentados del 7J de Londres viajamos a Francia, al Reino Unido y a Alemania para elaborar un reportaje sobre las comunidades musulmanas en Europa. Lo titulamos “Musulmanes en Europa: entre el gueto y la integración”. La conclusión entonces era que no había habido modelos de integración reales y que había todavía mucho camino por andar si se quería evitar que la situación empeorase. La discriminación, las altas tasas de paro, la desigualdad, etc… habían conducido al desarraigo en una parte importante de esas comunidades. Decían entonces algunos de nuestros entrevistados musulmanes que se sentían ciudadanos de segunda clase cuando muchos eran ya nacionales de alguno de nuestros países o habían nacido aquí.
Intensificación de los debates en torno al Islam
Quince años después, los atentados de París el pasado mes de enero contra el semanario Charlie Hebdo y el supermercado judío, que muchos franceses ven como su 11/S, han hecho saltar de nuevo las alarmas. Y En Portada ha querido volver sobre el tema al hilo de la intensificación de los debates en torno al islam, su compatibilidad con la democracia, el laicismo, la islamofobia o el antisemitismo. Calle de Saint-Denis, una de las ’banlieus’ donde se concentran las comunidades musulmanas de París. Sus habitantes denuncian discriminación, altas tasas de paro y desigualdad Por un lado, está el debate entre los musulmanes y los no musulmanes y, por otro, el que se produce dentro del propio islam en Europa sobre un islam lejos de la radicalización y de los terroristas yihadistas que debemos recordar, y no olvidar, no son más que una ínfima parte dentro de las comunidades musulmanas en nuestros países. Son realidades que tenemos que tener claras y no dejarnos llevar por discursos manidos desde los extremos que sólo buscan enfrentarnos unos a otros por intereses espurios.
A Francia y Reino Unido en busca de respuestas Esta vez hemos viajado a Francia y al Reino Unido, hemos estado en Paris, en la banlieue de Saint-Denis, en Calais y en Londres. Hemos hablado con representantes de las comunidades musulmanas, con expertos, con políticos... en un intento de encontrar respuestas. Y hemos llegado, por desgracia, a la conclusión de que la situación no sólo no ha mejorado sino que incluso ha empeorado en muchos aspectos y que poco o nada se ha hecho en estos años. Con un problema añadido que, desde mi punto de vista, incluso se ha hecho más profundo en este tiempo: El propio desarraigo de la sociedad mayoritaria respecto a principios y valores que creíamos plenamente asentados en nuestras sociedades y que ahora se tambalean y que se pueden resumir en el lema “igualdad, fraternidad y libertad”.
Pilar Requena entrevistando al imán Omer el-Hamdoon Peligrosa radicalización
Hemos escuchado las mismas quejas en las comunidades musulmanas. Pone los pelos de punta el hecho de que los partidos de extrema derecha, xenófobos, racistas, islamófobos, antisemitas hayan ido en aumento y que jóvenes musulmanes occidentales se radicalicen y se vayan a Siria a hacer la yihad o atenten en nuestros países que son también los suyos. Tampoco ha contribuido a una mejora de la situación la política exterior de nuestros países en los países musulmanes. La invasión de Irak o la intervención en Libia son buena prueba de ello. Hijos del desarraigo ha querido dar voz a todas las partes posibles. Pero quizás las palabras que más conmueven e impactan, por el desgarro, el dolor y la realidad que reflejan, sean las de Patrick Pelloux, cronista de Charlie Hebdo, que ha perdido a ocho de sus grandes amigos y al que solo el destino salvó de la muerte. O las de Latifa Ibn Ziaten. Muchos la llaman madre coraje. Es la madre de Imad, un militar francés, musulmán, asesinado en 2012 por el terrorista yihadista, Mohammed Mehra. Ella lucha ahora contra la radicalización. Anna Erelle, pseudónimo de una periodista francesa que se hizo pasar por una joven yihadista y entró en contacto con un dirigente del autodenominado Estado Islámico, nos habla sobre la forma en que los terroristas intentan seducir a jóvenes occidentales para que se vayan a engrosar las filas de la organización terrorista Estado Islámico en Siria o Irak.
Un equipo de En Portada ha viajado a Londres y París para hablar con expertos, políticos y representantes de la comunidad musulmana sobre el debate abierto Crisis y chivos expiatorios ¿Qué nos ocurre? Es la pregunta a la que hay que encontrar una respuesta. La crisis económica y social nos ha sumergido en tal desazón que buscamos el chivo expiatorio en los barrios más desfavorecidos, donde se concentra la población musulmana y los inmigrantes. Pero, sobre todo, esa crisis nos impide ser conscientes de otra más profunda, la de nuestros valores, esos que han hecho avanzar a Europa y que han sido su riqueza y que ahora parecen estar en un segundo plano. Todos somos un poco hijos de algún tipo de desarraigo. Lo que nos queda, si no queremos que dentro de otros diez años, al volver a los mismos lugares, nos demos cuenta de que seguimos igual, o peor, es ponernos manos a la obra y no dejar que la radicalización, el extremismo, haga mella en unos y otros. Y eso es responsabilidad de todos.
Un artículo de El País y las imágenes de Big Picture nos llevan hasta Nepal, mientras sigue buscando víctimas e intenta recuperarse de la catástrofe que supuso el terremoto del día 25 de abril, que causó la muerte a más de 5000 personas, miles de heridos y desaparecidos y millones de damnificados que han visto destruida su forma de vida. Esto multiplicará las enormes carencias estructurales del pequeño país del Himalaya, lo que sumado a la galopante corrupción y su endémica pobreza (con un régimen semifeudal hasta hace una década), complicarán la reconstrucción y aumentarán las miserias e injusticias que padece su población. Esperemos que el gobierno nepalí y la ayuda internacional actúen con prontitud y eficiencia y que puedan recuperarse cuanto antes. Fuerza Nepal...
Los otros terremotos de Nepal
La corrupción y la enorme pobreza del país complican la reconstrucción tras el seísmo
Shreesha Sitikhee, maestra de 28 años, se encarama peligrosamente a los restos de lo que fue su vivienda en el distrito de Bakhtapur, a 20 kilómetros de Katmandú y uno de los más afectados por el terremoto del día 25. En lo que era la cocina, en el tercer piso, les quedan aún unos kilos de arroz y lentejas, y necesita recuperarlos como sea. “Si no, pasaremos hambre. La ayuda internacional ha empezado a llegar, pero aún no en cantidades suficientes”.
“Mucha gente lo ha perdido todo. Esperamos que el Gobierno nos ayude, pero ya veremos. Hay mucha corrupción, nuestra política es muy inestable, y eso ha impedido que se desarrolle nuestro país”, apunta, mientras se cubre la cabeza con un pañuelo para protegerse del polvo que se levanta entre los escombros.
El lamento de Sitikhee es generalizado entre los nepalíes. Son numerosas las quejas sobre la situación política y sobre cómo el Gobierno que encabeza el primer ministro, Sushil Koirala, ha gestionado el desastre, que ha costado más de 6.600 vidas, ha causado 14.000 heridos, 450.000 desplazados internos y ha afectado a 8 de los 28 millones de habitantes de este país, uno de los más pobres del mundo con un PIB per cápita de 2.400 dólares anuales (2.150 euros). El terremoto encontró a Koirala de viaje en Indonesia y el primer ministro tardó tres días en dirigirse a la nación para admitir que los recursos eran “limitados”, mientras la ayuda más básica tardaba días en llegar a los damnificados.
Las tareas pendientes son enormes: suministrar agua, comida, abrigo y saneamiento a los afectados. Para restablecer los servicios y reconstruir las 300.000 viviendas destruidas o dañadas, el Gobierno calcula que necesitará 2.000 millones de dólares (1.785 millones de euros). Es un trabajo titánico, que hubiera supuesto una durísima prueba para cualquier Estado. En Nepal es una tarea ímproba. Lo complica la pobreza y la falta de infraestructuras; la difícil orografía de un país encajado entre algunas de las cordilleras más altas del mundo, y la fragilidad del sistema político de un pueblo que hace poco más de una década aún vivía bajo un régimen semifeudal.
Si hay una fecha clave en la historia reciente de Nepal es el 1 de junio de 2001. Esa noche el príncipe heredero, Dipendra, asesinó a su padre, el rey, y a nueve miembros de la familia real antes de suicidarse. Su tío Gyanendra heredó la corona, aunque muy debilitado por su impopularidad y por el auge de una guerrilla maoísta surgida en los años noventa para derrocar la monarquía y acabar con un sistema de castas y etnias dominantes.
Un acuerdo de paz patrocinado por la ONU en 2006 motivó la formación de un Gobierno de transición y la abolición formal de la monarquía dos años después. Pero en una década, los partidos, divididos en luchas intestinas y plagados por la corrupción, han sido incapaces de llegar a un acuerdo para aprobar una Constitución. En el caso del terremoto llueve sobre mojado, apunta el representante en Nepal de Asia Foundation, George Varghese. Solo en lo que va de año, el Gobierno ya gestionó de manera inadecuada problemas como un avión accidentado de Turkish Airlines o un brote de fiebre aftosa.
A lo largo de los próximos meses es poco probable que la situación vaya a mejorar y que los partidos dejen sus diferencias de lado para unirse ante la catástrofe nacional. “Lo dudo. Habrá una llegada masiva de ayuda en los próximos meses y los partidos competirán por el control”, según el profesor Michael Hutt, especialista en Nepal en la School of Oriental and African Studies (SOAS) londinense. Tampoco parece probable, pese al descontento social, que vaya a producirse un relevo en el Ejecutivo. La credibilidad de los políticos es demasiado baja. “Las opciones oscilan entre los que están ahora en el Gobierno o alguien que ya ha estado y ha sido igual de incompetente”, subraya Varghese. Hutt, por su parte, sí ve posible “un aumento de la influencia de India y China”, los dos grandes vecinos que mayor y más rápida ayuda han prestado.
Mucho dependerá también de la celeridad con la que llegue la ayuda, se consiga realojar a los damnificados y reactivar la actividad económica. Una tarea que llevará meses, si no años.
A falta de Estado, redes ciudadanas
M. V. L.
“Un diputado vive detrás del templo donde nos refugiamos. Pues desde el terremoto no ha venido a visitarnos a ver cómo estamos ni una sola vez”, se queja Salina Bajracharya, maestra y estudiante de administración de empresas de 25 años. Tras perder su casa en el centro de Bakhtapur y encontrar refugio en el templo de la Estupa de Buda, junto con otras 150 personas, y ante la falta de ayuda oficial, ella y otra decena de jóvenes se organizaron por su cuenta.
Aprovechando lo aprendido sobre gestión en sus cursos universitarios, Salina y sus compañeros hicieron un listado de refugiados, reunieron los víveres disponibles y los repartieron según las necesidades de cada familia. “Al principio nos faltaba agua y dimos una botella para cada dos personas. Luego mejoró algo y pudimos dar una botella para cada persona”. Usan un router de wifi alimentado por energía solar para llamar la atención sobre su caso en redes sociales y solicitar donaciones en especie. “No aceptamos dinero. Sería muy complicado repartirlo y podría crear problemas”. Han colgado carteles a la entrada del templo que piden ayuda y denuncian: “Queremos saber cómo se distribuye la ayuda humanitaria extranjera. Necesitamos agua, comida y asistencia higiénica”. “Al principio nuestros padres estaban en contra y nos dijeron que quitáramos los carteles. Pero ahora han visto que funciona”, apunta Bajracharya. Quien pasa por delante entra y deja la ayuda que traiga. En el caso de que sobre algo, lo comparten con otras pequeñas comunidades vecinas.
Beautiful Tango, take me by the hand Beautiful Tango, until you make me dance How sweet it can be if you make me dance? How long will it last, baby if we dance? Come to the, come to the world Come to the, come to the world And baby let me show you things Cause time is running and we can loose, baby come and dance we gonna make it threw Cause we've got time Yes we've got time Beautiful stranger, don't want to know your name Beautiful stranger, just want to take your hand How sweet it can be if you make me dance? How long will it last, baby if we dance? Come to the place where the skin speaks A secret words in spanish Where the night turns out the lights of day For us to show some courage So don't go if you wanna know Don't go if you don't know Don't go, if you wanna know Don't go, don't go, don't go Beautiful stranger, take me by the hand Make me dance all night I wanna take the chance I love the way you move And the way you put your hands on my hips are moving while you take it slow Makes me feel like I'm on a river flow Cause we've got time And yes we've got time Beautiful stranger, I wanna loose my mind Beautiful stranger, in the depth of your eyes Beautiful stranger, oh oh oh oh I remember, I remember, I remember...your Sweet music, sweet sweet sweet music, sweet music rising...