Aquí en el Juzgado nos solidarizamos bastante con las declaraciones que el pasado 20 de marzo hacía la eurodiputada de Izquierda Unida Marina Albiol respecto al vergonzante pacto de la Unión Europea (nuestro país incluido) para deportar a Turquía (con un gobierno escasamente democrático, directo represor de libertades y de muchos otros perseguidos y desde luego escaso garante de los Derechos Humanos) a decenas de miles de seres humanos que, huyendo de guerras, persecuciones y otros mil hechos traumatizantes se agolpan en nuestras fronteras. 6000 millones euros nos va a costar el lavado de conciencia. En junio de 2015 La UE prometió acoger a 22.500 refugiados. De ellos 4555 han llegado a su destino, ninguno a nuestro país. Canadá ha concluido en tres meses el asilo de los 25.000 refugiados a los que se comprometió su gobierno. Como Marina Albiol dice, "nosotros pagamos la factura y Turquía se encarga del trabajo sucio, (...) este acuerdo entierra para siempre la Convención de Ginebra". En los últimos cuatro meses las tropas fronterizas turcas ya han matado a tiros a 16 refugiados, varios de ellos, niños. Y como dice Esteban Beltrán, de Amnistía Internacional, "no es sólo es que Turquía sea un país inseguro para los refugiados, es que cada vez lo es más".
¿Puede el arte cambiar la vida de unos niños condenados a la miseria y el olvido? Ganadora del Oscar 2004 a la mejor película documental, "Los niños del barrio Rojo" es una crónica de cómo la fotógrafa Zana Briski intentó ofrecer una oportunidad a los hijos de las prostitutas del barrio Rojo de Calcuta enseñándoles a manejar una cámara de fotos. Conmovedor y sincero, aunque desprovisto de sentimentalismo, el documental es un tributo a la resistencia de la infancia y al poder restaurador del arte.
En 1998, la fotoperiodista neoyorquina Zana Briski se encontraba en Calcuta documentando la vida de las más de 7.000 prostitutas del barrio Rojo. Tras pasar varios meses en los burdeles, conviviendo con las mujeres y sus hijos, Briski se dio cuenta de que eran estos últimos los verdaderos protagonistas de aquel mundo sin aparente escapatoria: los niños del barrio Rojo.
La fascinación que Briski comenzó a sentir por los chicos era la misma que ellos tenían por su cámara de fotos, y pensó que sería maravilloso ver el mundo a través de los ojos de aquellos pequeños desheredados. En ese momento concibió la idea de enseñar fotografía a los hijos de las prostitutas: "Cuando llegué al barrio Rojo de Calcuta, no tenía ninguna intención de enseñar a los niños, yo había ido allí para hacer mi propio trabajo: fotografiar la vida de las mujeres. Sin embargo, tras pasar tiempo con ellos, sentí que debía ayudarlos de alguna manera" -explica Briski. "Compré varias cámaras y me puse a trabajar en lo único que sé hacer: fotografías. Al final, los chicos eran capaces de hacer sus propias fotos y de sentirse orgullosos de su obra".
Durante su aprendizaje, los niños tuvieron acceso a un mundo más allá de los muros del barrio Rojo y pudieron hacer fotos de escenas de la calle, del zoo, la playa... Inspirada por el talento de sus jóvenes discípulos, y preocupada por su futuro, Briski quiso dar un paso más e intentar sacar a los chicos de los prostíbulos, para darles la oportunidad de una vida mejor.
Muchos de ellos no acudían a clase regularmente y sus opciones tampoco eran muy buenas si se escolarizaban en las deficientes instituciones públicas indias. Briski buscó colegios internos que quisiesen hacerse cargo de ellos y preparó una exposición con las fotos de los niños -primero en Nueva York y después en Calcuta- con el fin de recaudar dinero para su educación: el orgullo de los niños al ver expuesto su propio trabajo es una de las secuencias más poderosas de "Los niños del barrio Rojo".
Pero conseguir que los chicos traspasasen el mundo en el que habían crecido no era nada fácil, ya que debían enfrentarse con el caos y los peligros del prostíbulo: clientes agresivos, abuso de drogas y alcohol, robos y asesinatos, además de correr el riesgo de ser obligados a prostituirse. De hecho, algunos no lo han conseguido. Aún así, como afirma el codirector del documental, Ross Kauffman: "Presenciar la transformación de esos chicos ha sido extraordinario".
Comenzamos, estremecidos aún por este fragmento de amor lupino del inolvidable Félix Rodríguez de la Fuente (gentileza de Carlos de Hita), un nuevo post sobre los lobos, esta vez para recordar que este próximo domingo 13 de marzo se va a producir en Madrid una manifestación histórica por la inmediata y estricta protección del lobo ibérico en toda España, tal y como ocurre en Portugal, donde también habita, completamente protegido por ley, nuestro querido Canis Lupus Signatus. Actualmente el lobo ibérico está siendo perseguido y cazado en nuestro país por orden de las Administraciones en distintas regiones, que priorizan los intereses de los ganaderos frente a la protección de la fauna salvaje, falseando los datos sobre el censo de lobos (no hay ninguno desde 1988) y los daños que este animal provoca. Hay un dato muy significativo que ayuda a dimensionar estos daños, ya que las predaciones del lobo sobre la cabaña ganadera de toda España no alcanzan ni el 0,7% de la misma, o sea, una cantidad completamente anecdótica. Daños mínimos que podrían reducirse más aún si los ganaderos tomaran mínimas y tradicionales medidas de protección como, entre otras, guardar sus animales por la noche, usaran mastines (y burros) para vigilar sus rebaños o técnicas tan sencillas como los 'fladrys' etc y si aún se produjeran daños a las reses, estos deberían ser cubiertas por el pago de compensaciones económicas por parte de las Administraciones. Es de destacar cómo en la zamorana Sierra de la Culebra, donde existe la mayor densidad de lobos de toda Europa Occidental es donde menos daños ha causado el lobo, simplemente porque los pastores y ganaderos de la zona toman algunas de estas medidas, tan sencillo como eso. Sin embargo se insiste en culpar al lobo de los males que aquejan a la ganadería de nuestro país y por ello, es perseguido, envenenado, cazado sin piedad por miserables que disfrutan matándolos desde 'casetas de la muerte' atrayéndolos con carroñas, bajo la complacencia de autoridades irresponsables y el neocaciquismo clientelar de los políticos.
Así que lo que íbamos, la manifestación, convocada por Lobo Marley, Equo, PACMA, los Verdes Europeos y la European Alliance for Wolf Conservation y a la que se han adherido más de 200 organizaciones y ONG's partirá este domingo, partirá de la Calle Alcalá 24 a las 12 de la mañana y culminará en la Puerta del Sol. Allí estará el Juez Roy Bean, al lado de Luis Miguel Domínguez y toda la buena gente que se congregará por la protección absoluta de este animal señero y maravilloso, auténtico patrimonio nacional que debe ser protegido como tal. Allí os esperaremos miles de personas llegados desde toda España, por los lobos de Félix, por los de Marcos Rodríguez Pantoja, por los de Luismi Dominguez y Carlos de Hita, por los lobos de todos, ni un solo lobo muerto más, ¡¡¡LOBO VIVO, LOBO PROTEGIDO!!!
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P.D. El domingo 13 de marzo, todos juntos conseguimos lo que parecía imposible, y desde Lobo Marley queremos trasladaros nuestra alegría por la confluencia, física y en la distancia, de tantos defensores del lobo. Es imposible plasmar en palabras las emociones vividas al sentir esas más de 20.000 voces aullando y reafirmando aún más nuestra determinación en la defensa del lobo. Ayer, en el aniversario del fallecimiento de Felix Rodríguez de la Fuente, nos sentimos con más fuerza que nunca para llevar el testigo de su gran labor.
El lobo no conoce de fronteras ni de banderas; es un ser indómito, icono de libertad, esencial en nuestro planeta y ecosistemas, como bien saben en Ecologistas en Acción, WWF y las más de 230 entidades que apoyaron este acto olvidando divergencias, con un objetivo común; marcar el pulso actual de nuestra sociedad.
Estamos satisfechos de que, junto a tantas entidades conservacionistas de nuestro país también acudiesen agrupaciones extranjeras, como Ferus (Francia) y Zoological (Portugal), que además de a sus respectivos países, también representaban, junto a Lobo Marley, a nuestra “Alianza Europea para la Conservación del Lobo”. Y nos alegra enormemente que también encabezasen esta marcha dos fuerzas políticas: Pacma y Equo, que han sido claro ejemplo de captación del sentir de los ciudadanos, de ese pulso social.
Y es que la defensa del lobo ya no es una opción, sino que es un deber. Confiamos en que pronto junto a Equo y Pacma se aúnen más esfuerzos para que el lobo tenga la consideración y protección que por ley natural le pertenece, porque por él fuimos multitud el domingo 13, pero mañana seremos legión.
¡¡Lobo Vivo, Lobo Protegido!! El equipo de Lobo Marley 15 de marzo de 2016.
Hace dos años nos hacíamos eco en uno de nuestros posts sobre las infancias en guerra de una campaña de Save The Children, hoy esta misma ONG continúa mostrándonos qué le ocurriría a la niña protagonista, dos años después, en su búsqueda infructuosa de refugio, de empatía. Como tantos otros que esperan que nosotros la tengamos con ellos.
Oh when I look to the shape of my heart, It's separated only by scars That cut in and cut out Oh and leave me without Oh a heart that functions at all. And when I look to the shape of the sky, I give thanks for this hollow chest of mine; That I no longer feel The great weight of ordeals That can make this life so unkind Oh and if there's any love in me, Don't let it show. Oh and if there's any love in me, Don't let it grow. Oh when the wild was all covered by snow, I forgot the colours that the grass tend to grow. Oh the trees were all leafless, And lifeless and black, And I wondered if the leaves could grow back For your heart is like a flower as it grows, And its the rain, not just the sun that helps it bloom, And you don't know how it feels to be alive, Until you know how it feels to die Oh and if there's any love in me, Don't let it show. Oh and if there's any love in me, Don't let it grow. Oh and if there's any love in me, Don't let it show. oh and if there's any love in me, Don't let it grow. Oh and if there's any love in me, Don't let it show. oh and if there's any love in me, Don't let it grow
El gran Leonardo DiCaprio consiguió ayer al fin un merecidísimo Oscar al Mejor Actor por 'The Revenant' y en su discurso de agradecimiento no olvidó la causa a la que está dedicando gran parte de su vida y su compromiso como ser humano, la de la lucha contra el cambio climático, la defensa de los desfavorecidos y los pueblos indígenas así como de los acosados ecosistemas naturales de todo el mundo. Muy grande DiCaprio.
New York, 1970. Tres hombres dentro de un Pontiac. Uno conduce, los otros dos descansan. De repente se escuchan unos golpes en alguna parte del automóvil, ¿qué pasa?, ¿han atropellado a alguien o algo?.. Un pinchazo, será un pinchazo. Paran y se bajan para comprobarlo, es entonces cuando escuchan que los golpes... proceden del maletero. Y ahí, brutal y desmadrada, comienza 'Goodfellas', una de las grandes películas de la historia del cine de gangsters, subgénero mafias italo-americanas, a la altura de los tres Padrinos de Coppola y 'The Sopranos' de David Chase. Dirigida por Martin Scorsese en 1990, en su mejor época creativa,'Goodfellas' (fácilmente traducible por 'Buenos chicos' pero aquí titulada 'Uno de los nuestros'), es una magistral semblanza de la mafia italiana neoyorquina de 'Little Italy' durante tres décadas a través del relato de una de las personas que formaron parte de ella. Aparte del entonces emergente Liotta, el film también tuvo como protagonista a otros dos gigantes de la interpretación como Joe Pesci y Robert de Niro, que junto a un excelente elenco de secundarios, bordaron sus respectivos papeles retratando a los auténticos mafiosos que habitaron la infancia de Scorsese en el neoyorquino barrio de Queens. Como leemos en el blog El Cruasan de Audrey: "Martin Scorsese había escrito el guión en colaboración con Nicholas Pileggi, autor de la novela 'Wiseguy', en la que narraba las peripecias de Henry Hill, el narrador en la película (Ray Liotta), que trabajó para la familia Lucchese entre 1955 y 1980, antes de acogerse al programa de protección de testigos y de escapar de una muerte segura. La película es reconocida como uno de los mejores ejemplos de la utilización de la voz en off, un recurso a veces peligroso, del que Scorsese es un maestro. El filme tiene escenas memorables, y no menos estudiadas, como la legendaria toma de la steady-cam por la cocina, que por cierto, fue un accidente: Se les denegó el permiso para acceder por el frente y Scorsese tuvo que buscar una alternativa; otro momento memorable es la cena improvisada en casa de la madre de uno de los protagonistas, que en realidad era la madre del propio Scorsese." Henry Hill, hijo de padre irlandés y madre siciliana, vive en Brooklyn y se siente fascinado por la vida que llevan los gángsters de su barrio, donde la mayoría de los vecinos son inmigrantes que se parten la espalda trabajando todos los días para vivir miseramente. Paul Cicero, el patriarca de la familia Pauline, es el mafioso protector del barrio. A los trece años, fascinado por el dinero y el poder que exhibe el clan de los 'chicos listos' (Wiseguys), Henry decide abandonar la escuela y entrar a formar parte de la organización mafiosa como chico para todo, ganándose en poco tiempo la confianza de sus jefes, gracias a lo cual irá progresando en el submundo de la mafia local. Con este filme Scorsese proponía un viaje a su infancia en el barrio neoyorquino de Queens, una descripción, casi antropológica, de la vida cotidiana de una familia de la mafia italo-americana durante la década de los 60 y 70, con sus robos, sus crímenes, sus relaciones personales, sus bodas... Con una estilizada fotografía y una sobresaliente banda sonora que acompaña la historia a través de los años, un guión excelente y narrada en tono elegíaco y cínico, larga, compleja y gastronómica, con esos largos planos tan típicos del cine de Scorsese, con momentos de negro humor y otros brutales que congelan la sonrisa en la cara, 'Uno de los nuestros' propone una amoral perversión del sueño americano, una historia de ambiciones, crímenes y (des)lealtades, otra master piece en nuestro ciclo del mejor cine norteamericano. Disfrútenla en calidad dvd y v.o.s.e., en esta su web de confianza.
"El mejor documental del 2014. (...) No es fácil que un documental cuyo propósito es crear conciencia logre superar su agenda de denuncia para convertirse en una gran película." Daniel Krauze
Hoy publicamos 'Virunga', que pudimos ver en el festival Documenta Madrid 2015, el primer documental del realizador británico Orlando Von Einsiedel (con el siempre comprometido Leonardo DiCaprio como productor ejecutivo),una emocionante historia de un puñado de conservacionistas idealistas intentando mantener a salvo el emblemático parque natural congolés Virunga y con él sus distintos ecosistemas y los inestimables seres que los habitan, luchando contra una archivillana compañía petrolífera británica que conspira con funcionarios corruptos, cazadores furtivos y peligrosas milicias armadas para poder hacer prospecciones petrolíferas en el lago Eduardo y acceder a la incalculable y preciada biodiversidad de este parque, el más antiguo de África (fundado en 1925), auténtico patrimonio natural de nuestro planeta. 'Virunga' comienza con un entierro. El de Kasekera, otro ranger más que se deja la vida para combatir a los cazadores furtivos, uno más de los 130 agentes forestales que han muerto desde 1996 protegiendo el parque y cuidando de sus criaturas. Son comandados a pie del terreno por el príncipe belgaEmmanuel de Merode con el apoyo y las investigaciones de la brava periodista francesa Melanie Gouby, que les ayuda a desenmascarar la trama criminal de la petrolera británica SOCO International y su apoyo a la guerrilla M23 para conseguir acceder a las riquezas del parque, entre ellas los últimos gorilas de montaña del mundo. 'Virunga' es, pues, un magnífico documental (con una estupenda fotografía) que vuelve a poner el foco en cómo los intereses económicos de los países desarrollados priman sobre cualquier interés en los países del mal llamado tercer mundo. Desde este blog rendimos homenaje a todos aquellos valientes hombres y mujeres que intentan proteger este edén salvaje y las inocentes y salvajes miradas que lo pueblan de la corrupción, la guerra y el pillaje, con el único escudo de su coraje y su inteligencia, la última línea de defensa del corazón y el alma del Congo salvaje.
Comienza el ataque. Se escucha un estruendo. Aves de todo tipo asustadas emprenden rápidamente el vuelo. Un ciervo tiene el instinto de que algo va a pasar. Otro estruendo. El ciervo cambia la dirección de su mirada hacia el origen del ataque. Otro estruendo, que parece más cercano. Los guardaparques toman firmes sus armas para defender no solo su territorio sino también el de los últimos gorilas de montaña que quedan en todo el mundo. Y allí están ellos, los gorilas. Con ojos llorosos, indefensos, solo buscando el abrazo de su familia (humana y animal) deseando que esos minutos de ataque que parecen eternos en el Congo lleguen a un fin pacífico.
Por un segundo, sentada en la butaca, pareciera la escena perfectamente pensada por un director hollywoodense para su película bélica. Por un segundo, volvés a tomar conciencia de que sí, lo que estás viendo es un documental. No hay actores, no hay efectos especiales, no hay robots que simulan ser animales. Las bombas son bombas, los ataques son ataques, los animales miedosos saben que pueden ser sus últimos minutos de vida, la sangre no es maquillaje y el dolor de las familias por perder su hogar, pero también la propia libertad democrática, es un sentimiento más verdadero que nunca. Lejos de lo que podría ser la mejor escena de una película de ciencia ficción, esta es la realidad. Esto es Virunga.
Nominada a los próximos premios Oscar como mejor documental, la ópera prima del inglés Orlando Von Einsiedel invita al espectador a emprender un viaje rumbo al corazón del Parque Nacional Virunga, el hábitat de los últimos gorilas de montaña de todo el mundo. En ese viaje por uno de los lugares naturales más bellos del planeta, el espectador será testigo de una minuciosa investigación que revelará el modus operandi de una empresa dispuesta a todo, incluso a reanudar conflictos bélicos en mayo de 2012 y hacer negocios con grupos rebeldes, para invadir el parque y explotar el petróleo que yace en sus profundidades. Cuando Von Einsiedel llegó a Rumangabo para comenzar las grabaciones, se encontró con Melanie Gouby, una joven periodista francesa que realiza coberturas en el este y centro de África, y que venía investigando de cerca los “raros” movimientos de la compañía SOCO International en la región y, en especial, sus intenciones en el parque nacional de la República Democrática del Congo. “Comencé a investigar a SOCO por mi cuenta. Estaba viviendo en el Congo desde hace un año y estaba interesada en el parque, que es una institución importante aquí en el Congo y sabía acerca de su explotación. Apenas unos meses después de que empecé a investigar, conocí a Orlando y hablamos sobre trabajar juntos. Él ya sabía sobre SOCO y lo quería documentar en su trabajo”, me cuenta Melanie siendo las diez de la mañana en Buenos Aires y las cinco de la tarde en Nairobi (Kenia). El interés de un director por mostrar a través de la pantalla una problemática actual y el valioso trabajo de una periodista por dar a conocer aquellas noticias de las cuales pocos quieren que se hable, fue la combinación perfecta para hacer de Virunga uno de los mejores documentales de los últimos tiempos. ¿El motivo? Luego de trabajar en varios cortos, Von Einsiedel logró realizar un largometraje que cumple de manera extraordinaria con las características que definen al género documental. Presencia en el lugar de los hechos, investigación a cargo de periodistas especializados, acceso a los diferentes actores involucrados, revelación de una realidad que quizás muchos desconocían (o preferían hacerlo) y que el mundo necesitaba se diera a conocer.
Pero lo que hace aún más destacado a Virunga es que esa presencia, esa investigación, ese acceso a las fuentes, esa revelación se hace por todas las vías posibles con tal de llegar al objetivo, mientras se conoce que, en cierto punto, se está jugando con fuego. Casi con el mismo fuego con el que la compañía británica de explotación y producción de petróleo juega al hacer negocios con el grupo rebelde M23 para tener acceso, por vía bélica, al parque nacional.
Las cámaras ocultas con representantes de la compañía, del gobierno y de M23 generan una constante expectativa y suspenso en el espectador, al mismo tiempo que lo involucran como testigo de aquello que se cuenta. Diálogos, confesiones, testimonios que, por momentos, uno desearía formaran parte de un guión y no que haya personas en el mundo que aún sigan pensando así en el siglo XXI. Y allí está ella, en la noche del Congo, con cámara oculta bajo su camisa, para desentramar los negociados de una compañía que solo busca maximizar sus fines económicos en detrimento de los gorilas, la naturaleza, de la propia vida humana de los ciudadanos locales. “Todo el riesgo que tomé fue muy calculado. Siempre me encontré con ellos en lugares que yo podía controlar. Por eso nos reunimos en un restaurante en Goma donde yo conocía al dueño y al camarero, así que si algo iba mal, la gente saldría de mi lado”, asegura Melanie y destaca las características de su trabajo: “Cuando estás haciendo este tipo de trabajo, cuando estás investigando a este tipo de niveles, siempre estás tomando riesgos. Soy consciente de que la película muestra mi trabajo como realmente aterrador y peligroso. Pero para mí, no se sintió tan peligroso. Creo que es fácil de decir porque es mi trabajo”. Virunga no solo cumple con las características del género sino que además es una verdadera expresión de lo que el cine ambiental significa. Lejos de quienes creen que la cuestión ambiental es “cosa de hippies” o solo significa “reciclar algo de residuos”, el documental demuestra que las tres aristas de la sustentabilidad (económica, social y ambiental) son anillos entrelazados que están en permanente relación, pero también en constante conflicto.
El parque es víctima de las milicias armadas, los cazadores furtivos y las corporaciones que quieren aprovecharse de los recursos naturales de la región. El hallazgo de petróleo bajo el parque nacional despertó las mayores tentaciones de aumentar las ventas de una compañía en un territorio que ha sido declarado por la UNESCO como Patrimonio de la Humanidad, pero también como patrimonio en peligro. Allí la zoóloga Dian Fossey realizó sus exploraciones de los primates en los ´60, e incluso allí mismo perdió la vida en manos de los traficantes ilegales que denunciaba. Allí viven cerca de 200 gorilas de montaña de los 800 que se estima aún existen en todo el mundo. Allí perdura una de las mayores riquezas ecológicas del planeta. Allí hoy SOCO continúa realizando sus tareas de exploración. Allí hoy Emmanuel de Mérode, un príncipe belga que dirige el parque y sus guardaparques, continúan defendiendo los derechos de Virunga.
Quizás sin pensarlo, quizás con esa intención, Von Einsiedel plantea un doble juego de paralelismos y contraposiciones para dar cuenta de la problemática. Las emociones que el documental despierta en el espectador responden a ese constante vínculo que pareciera existir entre el ser humano y los gorilas. Una canción, un homenaje, un ritual que se utiliza de la misma manera para despedir a uno de los ya 180 guardaparques que fueron asesinados protegiendo a los animales, que a los gorilas, masacrados por rebeldes con la intención de que “sin gorilas, ¿a quién le interesaría cuidar el parque?”. Unos y otros, humanos y gorilas, sufren la desidia y la violencia que caracterizó al hombre. Unos y otros tienen en sus manos mutiladas el recuerdo de las etapas más atroces de la historia o de una “aparente superioridad humana”. Unos y otros quedan huérfanos como consecuencia de problemas políticos e intereses económicos, y ambos solo necesitan una cosa: el amor, la compañía, la familia. Al mismo tiempo que, directa o indirectamente, uno puede apreciar ese paralelismo, el filme nos subraya una distinción relevante: si hay algo que ha diferenciado al hombre del resto de los animales fue en haber sido el único ser que, hasta el día de hoy, está destruyendo el único planeta que tiene para vivir. Los imponentes travelling que sobrevuelan uno de los lugares con mayor biodiversidad del mundo, los primerísimos primeros planos de esos ojos con esperanza de los gorilas, el simple y mágico sonido de la naturaleza en su amanecer se contraponen con las cámaras en mano acompañando a los periodistas en su huida de la zona de combate, las cámaras ocultas con poca calidad visual, pero con increíble contenido investigativo que revela la corrupción a todo nivel, y esos temerosos estruendos de un conflicto armado que pareciera ser eterno en el Congo. Luego de la hora y media de proyección, esa eternidad del combate pareciera trasladarse al espectador en un silencio reflexivo, en un repreguntarse qué es lo que está ocurriendo del otro lado del mundo, pero qué es lo que también puede ocurrir a la vuelta de tu casa. Virunga es apenas la revelación de una problemática ambiental, social y política que muchos preferirían ocultar y que, sin embargo, hoy encuentra en una disputa entre abogados, una instancia judicial para seguir defendiendo los derechos de un Patrimonio de la Humanidad versus los intereses de quienes solo prefieren los billetes y la guerra a costa de vidas humanas y animales.
La repercusión o “incomodidad” del filme fue tal que el propio actor y reconocido por su compromiso con la actividad ambiental, Leonardo DiCaprio, se incorporó al proyecto como productor ejecutivo para que pueda llegar al mundo entero a través de Netflix, para que todos pudieran tomar conciencia de lo que estaba ocurriendo allí en el parque más antiguo de África. Pero que aún sigue ocurriendo. De Merode fue herido de bala en una emboscada el 16 de abril de 2014; Melanie no recibió ningún tipo de represalia por parte de la compañía, pero aún asegura “que está buscando un medio donde poder publicar más sobre su investigación”; los guardaparques continúan firme a su causa; los gorilas nos siguen enseñando que lo único que en verdad importa es la vida y su lucha por seguir reproduciéndose para no caer en la extinción. “Cuando se llega a una instancia como los Oscar, tu público se expande masivamente. Eso es increíble para el documental y para el parque también. Eso significa que tantas personas lo estarán mirando y serán conscientes de lo que está ocurriendo allí”, opina Melanie sobre la nominación del documental a los premios de la Academia. Corrupción, investigación, conservación, suspenso y esperanza son los protagonistas de un documental que nos invita a repensar cuál es nuestro rol y responsabilidad en el mundo; cómo por más jóvenes que seamos (26 años quien les habla y 28 quien investigó la problemática) algo podemos hacer; cómo desde el rol que tengamos (como director de un documental, como periodista que investiga, como guardaparque que protege o simplemente le da esperanza y amor a un gorila bebé huérfano que lo perdió todo) algo podemos hacer para “reconstruir” un país, un parque, una realidad. Las palabras de Melanie, desde el otro lado del mundo, nos acercan en principios, valores y objetivos: “Lo que está ocurriendo en el parque es un reflejo de lo que está ocurriendo en el mundo. Esta generación tiene la responsabilidad de no hacer lo que hicieron los mayores y de darse cuenta que la forma en la que vivimos nuestro estilo de vida, la forma en la que consumimos y el modo en que estamos destruyendo nuestro planeta tiene un impacto no solo en los animales sino también en las personas. La gente está hablando de cambio climático y eso es muy importante para tomar conciencia de que tenemos una oportunidad; nuestra generación, en especial. Porque somos jóvenes, pero no tan jóvenes como para tomar la responsabilidad. Tenemos que hacer eso, tenemos que asumir la responsabilidad frente al cambio climático. Tenemos que preguntarnos cómo vivimos todos los días de acuerdo con la visión del mundo que queremos”.
Si hace unos días nos asomábamos un fantasmal torbellino de nieve neoyorquino ahora volvemos la mirada a otra megalópolis, Segovia, ciudad natal de la actual reencarnación del Juez Roy Bean (siendo Mason County-Kentucky la del fundador de la saga) para ver nuestra querida y hermosa ciudad castellana tomada hasta las cachas por el legendario frío mesetario y cubierta por una puntillista nevada de las que cada vez van dándose menos. Gloria bendita.
En España ya hemos olvidado estos inviernos feroces pero en Estados Unidos las tormentas polares siguen entrando sin obstáculos desde Canadá y barriendo la Costa Este; este es el caso de la tormenta invernal Jonas que ha dejado espectaculares imágenes en la ciudad de New York como las que la fotógrafa Michele Palazzo capturó hace una semana, una increíble imagen del famoso Edificio FlatIron entre remolinos de nieve, con efecto de pintura impresionista de otro siglo, con la excepción de pequeños detalles como algunos logos publicitarios. Magic in the snow.